Skanska deja de construir represas . . . ¿de verdad?

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El departamento de medio ambiente de Skanska, una de las empresas de construcción más grandes del mundo, anunció que abandonaría el rubro de construcción de represas. El 4 de febrero de 2003, el vicepresidente de Sustentabilidad de Skanska, Axel Wenblad, reveló que después de haber realizado una revisión estratégica de la compañía, decidieron que "en el futuro no participaremos en nuevos proyectos hidroeléctricos".

Wenblad afirmó que la revisión fue realizada a pedido de Stuart Graham, el nuevo Director Ejecutivo de la compañía. En enero, un comunicado de prensa de Skanska declaró que entre 2003 y 2004 Skanska "dejaría las actividades de Business Unit Skanska International Projects (Unidad Comercial Proyectos Internacionales de Skanska), dedicada a la realización de proyectos en el exterior… Se terminarán los nueve proyectos en curso, pero no se comenzará ninguna actividad nueva".

Sin embargo, el Encargado de Prensa de Skanska, Peter Gimbe, negó que esto signifique que la empresa dejará de construir represas. "No, eso no es cierto," dijo. "La decisión significa en realidad que trabajaremos únicamente en mercados donde tenemos una presencia local. Por ejemplo, en América del Sur contamos con presencia local en varios países. Por supuesto que podemos participar en la construcción de centrales hidroeléctricas si surge algún proyecto en los países en los que estamos trabajando. No hemos decidido retirarnos del mercado hidroeléctrico".

El 3 de febrero de 2003, el día anterior a que Wenblad hiciera su declaración, Business News Americas informó que Skanska estaba negociando precios y términos de un contrato de adquisición y construcción de obras de ingeniería para la represa La Higuera de 270 MW en Chile. El gerente de proyectos internacionales de Skanska, Lars-Erik Alm, declaró que "el proyecto es bueno porque se trata de una central de pasada, con impacto ambiental mínimo; es el tipo de centrales que preferimos".

Pero aunque tal vez Skanska prefiera trabajar en proyectos con "impacto ambiental mínimo", es conocida su participación en varios proyectos de represas muy controvertidos. Por ejemplo en 1993, Skanska trabajó en la construcción de la represa Urrá 1 en Colombia. La participación de Skanska en el proyecto fue del 80% y el valor de su contrato ascendía a US$ 320 millones. Se inundaron más de 7.000 hectáreas de bosques primarios y 12.000 personas, entre ellos pobladores del grupo indígena Embera Katio, fueron desalojadas para hacer lugar al embalse de la represa.

En 1996, el pueblo Embera Katio inició una campaña de resistencia contra la represa, ocupando la embajada sueca en Bogotá. Desde entonces, por lo menos cuatro indígenas Embera-Katio fueron asesinados por dirigir la oposición contra la represa. En junio de 2001, Kimy Pernia Domico fue obligado a punta de pistola a subir a una motocicleta fuera de la sede de su organización. Todavía está desaparecido.

En Malasia, Skanska fue contratista especialista de la represa de Pergau de 600 MW, construida con £234 millones aportados por la ayuda para el exterior británica. Pruebas documentales revelaron posteriormente que el paquete de ayuda estaba vinculado por escrito a un acuerdo armamentista recíproco por el cual el gobierno de Malasia acordó comprar equipos militares británicos por un valor superior a £1.000 millones, a cambio de la financiación británica para Pergau. Una investigación judicial a demanda de la ONG británica World Development Movement contra el Ministerio de Asuntos Exteriores concluyó en una sentencia de la Suprema Corte que estableció que la asistencia brindada a Pergau violaba la Ley de Ayuda a Ultramar de 1966, que prohíbe el uso de ayuda financiera británica para la compra de armas.

Según los funcionarios del proyecto, la represa de Pergau solo puede ser utilizada en las horas pico de energía, porque el volumen de agua no le permite funcionar más que durante unas pocas horas. Incluso el Banco Mundial criticó el proyecto, argumentando que sería más rentable construir centrales energéticas a gas.

En Sri Lanka, Skanska construyó la represa Kotmale de 204 MW, parte del gigantesco proyecto Mahaweli. La agencia de ayuda sueca, SIDA, hizo aportes por un total de 1.500 millones de coronas suecas para el proyecto Kotmale. El contrato fue otorgado sin llamado a licitación y la construcción comenzó en 1979. Sin embargo, al descubrirse cavernas de piedra caliza debajo de la represa, todo el proyecto debió trasladarse 200 metros río abajo. Los ingenieros de la construcción admitieron que los estudios geológicos habían revelado que el sitio original no era adecuado, pero que "nadie había coordinado los resultados ni había sacado las conclusiones adecuadas". Después de su puesta en funcionamiento, la represa fue cerrada durante dieciocho meses debido a una pérdida en el pozo de alta presión y el túnel asociado al mismo. Skanska ganó otro contrato para reparar la pérdida. Incluso después de esa reparación, solo se pudo utilizar una de las tres turbinas instaladas en la central eléctrica porque el embalse no almacenó la cantidad de agua prevista.

La represa determinó que 15.000 personas tuvieran que ser reubicadas y sumergió 570 hectáreas de arrozales. Otras 905 familias se vieron afectadas por desprendimientos de tierras provocados por el proyecto.

En mayo de 1997, la agencia sueca SIDA adjudicó un contrato por US$ 3,2 millones a Skanska para dar capacitación en la construcción de túneles para proyectos de represas hidroeléctricas en Vietnam. El contrato incluyó capacitación práctica en el sitio de construcción de la represa Yali de 720 MW. La represa Yali perjudicó seriamente a las personas que fueron desalojadas para hacer lugar al embalse y también a las comunidades que viven aguas abajo de la represa, tanto en Vietnam como en Camboya. Miles de pobladores que viven aguas abajo de Yali se vieron afectados por los cambios en el curso del río y la mala calidad de sus aguas a partir de la construcción de la represa.

Uno de los proyectos "en curso" de Skanska International es la represa Bujagali en Uganda. En noviembre de 2000, Anders Bergfors declaró al periódico sueco Svenska Dagblat que el papel de Skanska en la construcción de la represa consistiría en el "trabajo tradicional de construcción de represas".

Hasta agosto de 2002, Skanska Inter national y Veidekke (Noruega) formaron parte del consorcio Bujagali con la esperanza de construir en Uganda la represa de Bujagali de 200 MW. Veidekke se retiró después de las acusaciones de que Noricil, la filial de Veidekke con sede en el Reino Unido, había sobornado a Richard Kaijuka, el entonces Director Ejecutivo de Uganda en el Banco Mundial.

La represa de Bujagali sumergirá tierras agrícolas muy productivas, destruirá las cataratas de Bujagali, provocará posiblemente a la extinción de peces poco comunes en el Nilo, para miles de pobladores significará la pérdida de tierras y de acceso a los recursos del río, y determinará un aumento importante de las facturas de electricidad de los ugandeses, 95% de los cuales de todas formas no están conectados a la red eléctrica nacional.

En julio de 2001, ciudadanos y ONGs ugandeses presentaron una queja ante el Panel de inspección del Banco Mundial. El informe del Panel de inspección estableció que los estudios ambientales sobre el proyecto fueron insuficientes o faltaban, que el plan de acción de reasentamiento estaba incompleto y que el plan de acción de desarrollo de la comunidad era inadecuado. El informe determinó además que el análisis económico y financiero del proyecto tenía carencias graves y que el proyecto no cumplía con varias Políticas operativas del Banco Mundial.

Pese a las acusaciones de corrupción, al análisis financiero deficiente y los estudios ambientales insuficientes, Skanska sigue participando en el proyecto Bujagali. La compañía debería hacer lo que según Wenblad ya hizo: dejar de construir represas, ahora.

Por: Chris Lang, correo electrónico: http://chrislang.org