Soberanía alimentaria: un enfoque positivo para el cambio climático

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Mientras en el planeta ya se hacen sentir los efectos del cambio climático, grupos de la sociedad civil advierten que lo que está en la raíz del problema es el actual sistema de producción, comercialización y consumo.

Como forma de contribuir al proceso, el movimiento campesino internacional La Vía Campesina asistió a la reunión de Cambio Climático en Copenhague. Llegaron “desde las cinco esquinas del planeta, abandonando nuestras tierras, nuestro ganado, nuestros bosques, y también nuestras familias en los poblados y pueblos de los que venimos para unirnos a todos vosotros”. (1)

Resaltaron que el modelo de agricultura industrial y del agronegocio ha provocado deforestación y la conversión de bosques en plantaciones de monocultivos. Afirmaron que el actual sistema agrícola globalizado contribuye con más de la mitad del total de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, como lo evidencian las cifras proporcionadas:

o          (i) Las actividades agrícolas son responsables de 11 a 15% (de emisiones),
o          (ii) El desbroce y la deforestación causan un 15 a 18% adicional;
o          (iii) El procesado, empaquetado y transporte de alimentos causan de 15 a 20%; y
o          (iv) La descomposición de los deshechos orgánicos causan otro 3 a 4%.

Sin embargo, los gobiernos presentes en Copenhague no están hablando de cambiar ese sistema. Por el contrario, las empresas del agronegocio tienen un lugar privilegiado en las reuniones sobre el clima y sus propuestas han ingresado en las negociaciones bajo la forma de mecanismos de comercio de carbono, como es el caso de las plantaciones de árboles en gran escala en los programas de forestación.

 “Los mecanismos de comercio de carbono solo servirán a los países y compañías contaminantes, y traerán desastres a los campesinos y a los pueblos indígenas de los países en desarrollo. La iniciativa REDD (Reducción de Emisiones de la Deforestación y la Degradación de los bosques, por sus siglas en inglés) ya ha expulsado de sus tierras a muchos indígenas y pequeños productores en los países en desarrollo. Y más y más tierras de cultivo están siendo convertidas en plantaciones de árboles para atraer así más créditos de carbono”, advierte La Vía Campesina.

También denuncian que las grandes emisiones de metano en la agricultura se deben al uso de la urea como el fertilizante petroquímico aplicado por la Revolución Verde, la cual está masivamente apoyada por el Banco Mundial. Al mismo tiempo, “la liberalización del mercado agrícola promovido por los tratados de libre comercio (TLC) y por la Organización Mundial de Comercio (OMC) está, igualmente, contribuyendo a las emisiones de gases con efecto invernadero debido al procesado de los alimentos y el transporte de éstos a lo largo y ancho del planeta”. A pesar de todo esto la FAO continúa “vendiendo” la revolución verde, hasta ahora incuestionada por la Convención de Cambio Climático de las Naciones Unidas.

La agricultura industrial no solamente contribuye enormemente al cambio climático sino que también viola derechos humanos. De acuerdo con La Vía Campesina, millones de campesinas y campesinos están permanentemente expuestos a situaciones de violencia por conflictos por la tierra en África, Asia y América Latina. Los pequeños campesinos y los campesinos sin tierra forman parte de la inmensa mayoría de los más de mil millones de personas que padecen hambre en el mundo. Y muchos campesinos del Sur de Asia se han suicidado por causa del libre comercio. Por todo esto, La Vía Campesina afirma que “el fin de la agricultura industrial es el único camino hacia delante”.

Los gobiernos que no pueden o no quieren adoptar las medidas necesarias para detener el cambio climático quedan enfrentados a los sin tierra y pequeños campesinos y campesinas, quienes sí tienen una propuesta para el cambio climático, la cual presentaron en la COP 13 en Bali 2007 y trajeron nuevamente a la COP 15 de Copenhague: “Los campesinos de pequeña escala, sostenibles, están enfriando el planeta". La propuesta está respaldada por cifras que demuestran que “podrían reducir en más de la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero”. Estas cifras surgen de los siguientes datos:

(I)        La recuperación de la materia orgánica en el suelo reduciría las emisiones de 20 a 35%;
(II)       La reversión de la concentración de la producción cárnica de las granjas fábricas y la reintegración de la producción conjunta de cosechas y ganado reduciría las emisiones de 5 a 9%;
(III)      Poner los mercados locales y los alimentos frescos en el centro del sistema alimentario reduciría de 10 a 12%; y
(IV)     Detener el desbroce y la deforestación eliminaría entre el 15 y el 18% de las emisiones.

“En resumen, extrayendo la agricultura de los grandes agro-negocios corporativos y devolviéndola a los campesinos y campesinas, podemos reducir a la mitad la emisión total de gases de efecto invernadero.

Esto es lo que nosotros proponemos, y se llama Soberanía Alimentaria”.

Esa propuesta no solamente ayudaría a “enfriar el planeta” sino que también contribuiría en gran medida al bienestar de millones de seres humanos cuyos derechos están siendo violados diariamente por la agricultura corporativa industrial en todo el mundo. Y lo que es más importante, también contribuiría al derecho de las generaciones actuales y futuras a vivir en un planeta habitable.

(1) “Por qué dejamos nuestras granjas atrás para venir a Copenhague”, discurso de Henry Saragih, Coordinador General de La Via Campesina, en la apertura del Klimaforum, 7 de Diciembre, Copenhague,http://www.viacampesina.org/main_sp/index.php?option=
com_content&task=view&id=921&Itemid=1