En Sudáfrica las plantaciones forestales han alcanzado una superficie de 1.500.000 hectáreas, en su mayoría compuestas de eucaliptos y pinos, con un porcentaje menor de acacia australiana. Dichas plantaciones han generado una serie de importantes impactos a nivel social y ambiental, la mayoría de los cuales fueron destacados durante un simposio organizado por la coalición de ONGs locales Timberwatch, que tuvo lugar el pasado 10 de junio en Pietermaritzburg.
La mayoría de los impactos provocados por las plantaciones forestales en Sudáfrica se han registrado también en otros numerosos países. Sin embargo, cada país tiene sus particularidades, y una de las menos corrientes es que en Sudáfrica las plantaciones se están instalando sobre praderas nativas. En este caso, dado que las plantaciones no constituyen una causa de deforestación por sustitución del bosque por la propia plantación, mucha gente podría pensar que sus impactos son menos negativos a los que se dan en zonas boscosas. Pero eso sería un error. En efecto, el Professor Braam van Wyk -uno de los más respetados botánicos sudafricanos- demostró durante su presentación en el mencionado simposio, que las plantaciones forestales están destruyendo las praderas nativas de Sudáfrica, las cuales constituyen uno de los ecosistemas más biodiversos del mundo, convirtiéndose de ese modo en un importante factor de pérdida de la biodiversidad vegetal. Por otra parte, estas praderas albergan una enorme cantidad de especies animales, que están crecientemente desapareciendo junto al habitat del cual dependen.
Sudáfrica es entonces una excepción a la regla (como también lo son Argentina y Uruguay), en el sentido de que el principal problema no es la deforestación sino la propia forestación. En Sudáfrica no se están "plantando bosques", como les gusta decir a los forestales para referirse a la actividad de instalar grandes extensiones de plantaciones de árboles- sino que se está destruyendo las praderas, las cuales son producto de una evolución de millones de años. Tal destrucción se está dando por dos motivos: 1) los monocultivos forestales en gran escala y 2) la invasión de especies de árboles foráneos en la pradera.
Las plantaciones en Sudáfrica vienen instalándose sobre superficies muy vastas y se concentran en las áreas de mayor precipitación de las provincias de Kwazulu-Natal y Mpumalanga. Pocas especies vegetales pueden sobrevivir bajo el dosel de las plantaciones y, en consecuencia, pocas especies animales se encuentran en condiciones de encontrar alimento en ese ambiente. Asimismo, otras condiciones necesarias para la sobrevivencia y reproducción de la vida silvestre resultan tan modificadas por las plantaciones, que muchos animales se ven forzados a migrar en busca de sustento. Algunos son capaces de adaptarse a nuevos ambientes y pueden así sobrevivir, aunque en menores números. Otros no encuentran las condiciones necesarias y desaparecen. Además, se reduce la frecuencia en la ocurrencia de incendios en aquellas áreas de praderas que puedan mantenerse entre las plantaciones. Esto es de vital importancia, dado que las praderas y su fauna asociada están adaptadas al fuego y los incendios regulares resultan esenciales para el mantenimiento de su completa diversidad biológica.
Como se señaló, Sudáfrica tiene actualmente 1.500.000 hectáreas de plantaciones. Hay además otras 1.600.000 hectáreas ocupadas por lo que la gente llama "jungle gum" ("jungla de eucaliptos") y "jungle wattle" ("jungla de acacias"). Estas "junglas", formadas por varias especies foráneas que han invadido las praderas, están provocando estragos en todo el país. Si bien se las llama de acuerdo con la especie dominante ("gum" es un nombre utilizado normalmente en inglés para el eucalipto y "wattle" para diversas especies de acacias australianas, en particular Acacia mearnsii y A. dealbata), las mismas están formadas por una gran cantidad de especies invasoras, que están colonizando tanto las praderas como los bosques (siendo estos últimos de escasa extensión en Africa del Sur). Eucalyptus globulus y E. grandis (de Australia), Pinus patula y P. elliottii (de Mexico y EE.UU. respectivamente), Melia azedarach (de Asia), Solanum mauritianum y Lantana camara (de la zona templada de Sudamérica), Jacaranda mimosifolia (de la región subtropical de Sudamérica) y muchas otras están ocupando más y más áreas, afectando la diversidad vegetal y animal, a la vez que causando una reducción en la disponibilidad de agua en ríos, arroyos y cañadas.
Todos estos problemas se han generado por la introducción de especies forestales en un país en el dominio de la pradera. Un error de este tipo podría ser comprensible en el pasado, pero hoy en día, cuando el mundo ha declarado su preocupación en relación con la pérdida de la biodiversidad y los gobiernos se han comprometido a abordar el problema, resulta imperdonable. En Sudáfrica la responsabilidad recae mayormente en las compañías forestales y en la comunidad de los profesionales forestales. ¿La pradera se salvará o todo el país se convertirá en una "jungla"? Dados los intereses creados existentes, mucho habrá de depender de la actividad que realicen las organizaciones de la sociedad civil y el gobierno para poner fin a la ampliación de las plantaciones y para encontrar soluciones viables a los problemas ya creados.
Por: Ricardo Carrere.