Sudáfrica: ¿Quo vadis FSC?

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La certificación por parte del FSC (Consejo de Manejo Forestal) de plantaciones de árboles en régimen de monocultivo como “bosques manejados de manera sustentable” constituye una burla al concepto de ambiente sustentable y manejo ecosistémico.

En los últimos años, el FSC ha otorgado su sello de aprobación a vastas extensiones de plantaciones forestales industriales en Sudáfrica y muchos otros países.

¿Cómo puede explicarse esto? La vegetación natural sobre la que se han establecido estas plantaciones era originariamente de praderas o bosques con altos niveles de biodiversidad. Luego de su conversión en plantaciones, estas áreas tienen poca o ninguna chance de retornar a su vegetación climáxica. El ambiente ha sido sometido a una espantosa gama de impactos negativos, empezando por la construcción de caminos rudimentarios y terminando con el accionar de enormes cosechadoras mecánicas computarizadas, que compactan el suelo y alteran de ese modo sus funciones.

En medio de estos eventos catastróficos desde el punto de vista ambiental, la tierra y la vida de los legítimos habitantes de estas zonas están expuestas a una amplia serie de alteraciones químicas, físicas, biológicas y demográficas. Todo ello forma parte de un proceso que les es impuesto para satisfacer las demandas determinadas por la avidez consumidora de productos de fibra de madera en el Primer Mundo:

1.- Como primera medida, el tapiz vegetal natural es eliminado mecánicamente o utilizando herbicidas, para evitar que compita por agua, luz y nutrientes con los árboles exóticos de las plantaciones.

2.- Los árboles exóticos son artificialmente fertilizados a fin de asegurar su establecimiento, a la vez que se incorporan al suelo otros productos químicos artificiales para que absorban humedad y eviten que las plántulas se sequen.

3.- Derrames de herbicidas, insecticidas, combustible, aceite de motor y otros residuos humanos ingresan al ambiente natural sin haber sido invitados.

4.- Plantas invasoras exóticas, transportadas como semillas en los neumáticos de los vehículos y en las botas de los trabajadores se establecen fácilmente en el vacío generado por la destrucción de la cubierta vegetal natural.

5.- Generalmente los contratistas plantadores no ofrecen instalaciones sanitarias adecuadas a los trabajadores. De modo que las heces humanas son depositadas directamente sobre el terreno, lo que lleva a la contaminación de los cursos y cuerpos de agua con bacterias tales como las que causan el cólera. El reciente brote de cólera en la región este de Sudáfrica bien puede haberse originado de esta fuente.

6.- Los trabajadores contratados reciben bajos salarios y no les queda otra opción que construir viviendas precarias en los bosques cercanos a la plantación donde trabajan, lo que resulta en importantes daños ambientales.

7.- Los animales terrestres y aves perturbados por el establecimiento de las plantaciones huyen a otras áreas, siempre que no sean cazados o atrapados para servir de alimento al personal que allí trabaja.

8.- La población local que tendría acceso al área si ésta no hubiera sido ocupada por plantaciones, la podría haber utilizado como área de pastoreo para su ganado, para la recolección de quincha para el techado de sus casas y para obtener comida y plantas medicinales para su propio limitado uso. Ahora se ven privadas de este recurso y forzadas a trasladarse a zonas previamente no perturbadas en búsqueda de esos medios de vida. Ello lleva frecuentemente a conflictos con los encargados de las áreas naturales protegidas.

9.- El agua superficial en las proximidades de las nuevas plantaciones se agota rápidamente y los cuerpos de agua sólo se vuelven visibles durante la estación de lluvias. La gente debe recurrir al uso de pozos de agua, que a menudo son salinos o están contaminados con bacterias provenientes de heces humanas.

10.- Los trabajadores de las plantaciones son generalmente hombres solteros provenientes de otras zonas del país y en gran medida de países limítrofes. Ello a menudo resulta en el problema de acoso sexual a las mujeres de las comunidades locales. Como consecuencia de esta situación se presentan casos de embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual y destrucción de vínculos personales. Hay una alta probabilidad de que el incremento de la incidencia de infección con VIH en las zonas rurales de KwaZulu Natal pueda ser en parte atribuible a las prácticas de empleo de la industria plantadora.

11.- Estos trabajadores contratados agregan una dimensión adicional a las necesidades de cobertura sanitaria a nivel local. En efecto, quienes provienen de remotas zonas rurales en países vecinos pueden ser portadores de enfermedades tales como malaria y tuberculosis. Se ha constatado un aumento de la incidencia de ambas enfermedades en los últimos 15 a 20 años, período que coincide con el de la expansión de las plantaciones industriales.

12.- La pérdida de organismos beneficiosos del suelo como consecuencia de este tipo de plantaciones forestales está bien documentada. Los monocultivos son por su propia naturaleza susceptibles a la rápida expansión de organismos patógenos. Los controles naturales presentes en ecosistemas biodiversos no pueden replicarse en el ambiente uniforme de los monocultivos forestales.

13.- El establecimiento de las plantaciones altera el balance natural de las especies ya que generan barreras que alteran los patrones normales de migración y de reproducción de aves, animales terrestres e insectos.

14.- La seguridad alimentaria de la comunidad resulta ser una de las primeras víctimas de las plantaciones. Las áreas utilizadas tradicionalmente para el cultivo de frutas y hortalizas se vuelven demasiado secas o excesivamente sombreadas cuando las plantaciones son establecidas demasiado cerca de las fértiles áreas que bordean ríos y arroyos. Los pocos habitantes que allí quedan se ven obligados a utilizar sus magros ingresos (generalmente jubilaciones) para adquirir alimentos procesados en los comercios locales.

15.- Los sistemas de transporte, en especial las carreteras, están sujetos a elevados niveles de uso, para el que no fueron diseñados. Dado que generalmente es el Estado el que carga con los costos de mejoramiento y mantenimiento de los caminos rurales, en definitiva la industria maderera se está beneficiando de un subsidio indirecto.

16.- Los efectos negativos sobre las granjas vecinas, que no se dedican a la producción de madera, son numerosos. Análogamente a la forma en que los cultivos genéticamente modificados contaminan los cultivos no genéticamente modificados u orgánicos de los campos vecinos, las plantaciones provocan impactos que minan la viabilidad económica de los granjeros. Entre ellos se cuenta el incremento de la invasión por plantas exóticas, la pérdida de agua subterránea, el incremento de los niveles de delincuencia y caza furtiva, y la alteración en el normal manejo de las pastaras utilizando el fuego, debido al riesgo de que el fuego se extienda a las plantaciones.

Las plantaciones forestales a gran escala destruyen ecosistemas enteros y a las economías rurales. Por alguna extraña razón esta calamidad es ignorada por las autoridades y los institutos de investigación. Debería ser de incumbencia de una organización como el FSC insistir en que se realice en cada caso una investigación exhaustiva e imparcial antes de que se pueda pensar en una certificación.

Falsos bosques han ocupado el lugar del paisaje natural. Falsos no sólo porque sus dueños pretenden mostrarlos como si fueran realmente capaces de sustituir a los verdaderos bosques, sino también porque se exagera acerca de sus supuestos beneficios económicos a nivel local.

No hay duda alguna de que un producto de consumo como el papel o los tableros de fibra tienen gran valor para la sociedad moderna. Pero lo que no es aceptable es que la tasa de consumo de papel y derivados siga creciendo, mientras que lo mismo no sucede con el nivel de vida de las comunidades pobres en los lugares donde se produce la madera. El aumento de la cultura del use y tire en los países llamados desarrollados está directamente relacionado con la degradación del ambiente y del nivel de vida de los países que han sido colonizados por las multinacionales y sus plantaciones forestales.

El FSC debe asumir gran parte de la responsabilidad por esta injusticia social y ambiental.

¡Las plantaciones no son bosques!

Por: Wally Menne, miembro de TIMBERWATCH Coalition.