El acuerdo de compromiso alcanzado el pasado mes de julio en Bonn sobre las emisiones de gases de efecto invernadero incluye una definición renegociada y ampliada de sumideros, que permite incluir a las plantaciones de árboles dentro de los sumideros de carbono. Esto ciertamente es una buena noticia para los comerciantes en emisiones de carbono. No así para el clima del planeta Tierra.
Ahora, los inversores internacionales, las compañías de generación eléctrica o cualquier otro tipo de emisores de gases de efecto invernadero podrán plantar árboles como el eucalipto en cualquier lugar, y podrán de esa forma seguir bombeando dióxido de carbono en su calidad de propietarios del contenido de carbono almacenado en la madera de esos cultivos de árboles, que ahora han adquirido la etiqueta de sumideros de carbono.
El día después del acuerdo, el Hancock Natural Resources Group con sede en Estados Unidos anunció que establecería una compañía en Australia (Hancock New Forests Australia), para permitir a los inversores y a los productores de gases de efecto invernadero comprar árboles que absorban carbono y por ende ganar créditos de carbono.
El portavoz de la compañía, David Brand, se mostró muy entusiasmado por el acuerdo. No es sorprendente: Hancock lanzó una ofensiva para la obtención de capitales por valor de $ 200 millones de dólares australianos para la primera de una serie de fondos de inversión en plantaciones de árboles en Australia. El carbono absorbido por los árboles podrá ser negociado por los inversores como créditos en un mercado internacional y se prevén buenos dividendos a partir de una inversión de bajo riesgo. La base del negocio radica en que es más barato lograr las metas de reducción de emisiones con este método, que reducir las emisiones en forma real.
El emprendimiento de Hancock no es el primer negocio de sumideros de carbono en Australia. Tokyo Electric Power Co. (TEPCO) concretó el año pasado una operación por $ 120 millones de dólares australianos con New South Wales State Forests, el programa de inversión en carbono respaldado por el gobierno, consistente en la plantación de 40.000 hectáreas de árboles, a cambio de la propiedad de la madera y de los créditos de carbono resultantes.
Tony O Hara, gerente de inversiones de State Forests, anunció que otras dos operaciones de gran importancia podrían concretarse en el futuro cercano. Se pronostica un aumento pronunciado en las inversiones, no solamente en sumideros de carbono, sino también en muchos otros programas por los cuales las compañías podrían potencialmente aprovechar los créditos de carbono, como el reciclaje del gas metano proveniente de rellenos sanitarios. Australia es tan dependiente de los combustibles fósiles con alta emisión de gases de efecto invernadero, que casi cualquier medida parece más barata que reducir seriamente las emisiones de gases de efecto invernadero.
En tanto los intereses industriales siguen diseñando triquiñuelas nuevas para evadir la reducción de las emisiones de carbono y al mismo tiempo aumentar sus propios beneficios, los problemas generados por el cambio climático continúan representando una grave amenaza para las generaciones presentes y futuras.
Artículo basado en información obtenida de: "Gippsland becomes a carbon sink", Geoff Strong, The Age; "Australia eyes fledgling carbon sink industry", Jackie Woods, enviado por Yuri Onodera from FOE/Japan.