La reserva natural de Galibi es famosa en el mundo por ser el lugar donde anidan cuatro especies de tortugas marinas en peligro de extinción. Establecida en 1969, la reserva abarca unas 400 hectáreas y recibe un flujo permanente de turistas desde Estados Unidos y otras partes del mundo.
Es mucho menos conocido que también forma parte del territorio ancestral del pueblo Kalinya, en la zona baja del río Marowijne, que ha sufrido directamente las consecuencias de la creación del área protegida.
Ricardo Pané, jefe de la aldea de Galibi, uno de los poblados indígenas más grandes de la costa nororiental del país, habla fuerte y claro sobre este punto:
“Los pueblos indígenas somos los primeros habitantes originales del país. Hemos mantenido una relación de siglos con nuestras tierras y el medio ambiente en que vivimos. Hemos manejado por siglos la naturaleza y sus recursos naturales. Gracias al manejo sustentable de los pueblos indígenas todavía hoy tenemos biodiversidad y naturaleza. Si hubiéramos ‘desarrollado’ la tierra como lo hicieron los países occidentales, hoy estaríamos viviendo en un gran desierto seco. La creación de áreas protegidas ha sido necesaria para proteger a la naturaleza, pero no de los pueblos indígenas que las habitan sino de la ambición insaciable de las compañías y la sociedad de consumo que buscan siempre obtener cada vez más productos”.
“Otro aspecto importante de las áreas protegidas es que han sido establecidas sin nuestro consentimiento. En el caso del área protegida de Galibi, una delegación gubernamental vino a Galibi por unas pocas horas. Engañaron a los dirigentes del pueblo de ese momento, diciéndoles que solamente intentaban hacer trabajos de investigación en la zona. Cuando volvieron tres meses después, la zona ya había sido declarada área protegida por el gobierno. Los pueblos indígenas fueron obligados a reubicarse de inmediato y a suspender todas sus actividades en la zona. El gobierno y el Servicio Forestal reclamaron entonces toda la zona. Yo fui testigo de todo eso cuando era niño y pude ver la forma irrespetuosa en que los funcionarios del Servicio Forestal trataban a los habitantes locales”.
“Consideramos estos sucesos como algunas de las numerosas violaciones de nuestro derecho a las tierras que hemos habitado y utilizado durante tantos siglos. Un encuentro rápido de funcionarios del gobierno con el pueblo para anunciar que se ha creado un área protegida no puede considerarse como una participación real en la toma de decisiones. Tenemos otras tradiciones y estructuras que deben ser respetadas por el gobierno. Recién ahora somos plenamente concientes de los impactos que tienen las áreas protegidas y otras iniciativas”.
“Durante la guerra civil en el interior de Surinam (1987-92) se detuvieron todas las actividades de la zona y en 1989 volvimos a ocupar el área protegida. Después de la recuperación de la vida económica a comienzos de la década de 1990, ante la fuerte presión nacional e internacional tuvimos que negociar la situación del área”.
“El gobierno y algunas organizaciones ambientalistas han sacado provecho y recibido muchos fondos en nombre de la protección de las tortugas. Nosotros, los pueblos indígenas, hemos sido retratados como los malos, los que roban los huevos de las tortugas para venderlos ilegalmente. Es verdad que el robo de huevos fue importante en los años 90 cuando la situación económica del país era terrible y se recurría a cualquier forma de ingreso para poder sobrevivir. Pero al mismo tiempo, el gobierno no tomó ninguna medida contra los militares y los funcionarios aduaneros que compraban y comerciaban los huevos. Tampoco actuaron contra las compañías pesqueras extranjeras que mataban a las tortugas marinas en el mar y las ahogaban en sus redes. En los ámbitos nacional e internacional éramos el grupo al que resultaba más fácil identificar como los culpables”.
“Mientras tanto, ha aumentado nuestra conciencia, especialmente entre los más jóvenes, y nos hemos organizado. Hay una organización comunitaria para la protección del medio ambiente, la Fundación para el Manejo Natural Sustentable en Alusiaka (STIDUNAL), que manejará el área protegida de Galibi en cooperación con STINASU. Nuestra visión es que en el futuro tendremos el manejo completo del área protegida y esto fue acordado cuando formulamos los términos de cooperación con STINASU. Queremos incluir la protección de las tortugas marinas como parte integral de nuestro plan general de desarrollo para la comunidad. Sin embargo, no podemos hablar de proteger animales sin hablar al mismo tiempo del bienestar de los pobladores”.
“Las organizaciones internacionales tienen que tener en cuenta ese factor. No pueden seguir entregando fondos que sólo benefician a un pequeño grupo de personas y animales. En el papel hay programas muy buenos para combatir problemas como la pobreza y para proteger al medio ambiente, pero la comunidad prácticamente no recibe ningún beneficio y no sabe qué se hace con el dinero. Es necesario aplicar un enfoque integral, y no sectorial, en la gestión responsable de los programas de protección ambiental. Y ése no es precisamente el caso en la actualidad”.
“Lo mismo puede decirse del tema de los derechos territoriales; si no se reconocen y se aseguran legalmente nuestros derechos a la tierra, no aceptaremos que el gobierno y las organizaciones internacionales obtengan más autoridad y control sobre nuestras tierras. Con el apoyo de la Asociación de Pueblos Amerindios de Guyana y de las organizaciones no gubernamentales internacionales, hicimos un mapa de nuestras tierras y recursos. Hemos presentado este mapa y una serie de peticiones al gobierno, pero aún estamos esperando que nos den una respuesta adecuada”.
“Por este motivo, nuestra meta es asegurar la mayor participación, sobre la base de la igualdad y la plena información y participación en la toma de decisiones, la ejecución, monitoreo y evaluación de los proyectos ambientales. Queremos el manejo conjunto de las áreas protegidas y en un futuro la autogestión de acuerdo con nuestras propias costumbres y tradiciones. No rechazamos a la ciencia o la técnica no indígenas, pero durante cientos de años hemos desarrollado nuestros propios sistemas de manejo y éstos deben ser la base del manejo de la reserva natural y del resto de nuestras tierras. La protección ambiental y el manejo del área protegida deben formar parte de un enfoque integral que incluya el medio ambiente, el desarrollo y el reconocimiento y respeto por los derechos de los pueblos indígenas, en especial nuestro derecho de propiedad sobre nuestras tierras tradicionales, nuestros territorios y recursos y nuestros sistemas de conocimiento. Pedimos a los donantes y organizaciones ambientalistas que nos brinden un apoyo directo, y no mediado por otras agencias que usan esos recursos para su propio beneficio y que no son transparentes. Los pueblos indígenas tenemos la voluntad de cooperar sobre la base del respeto mutuo y la igualdad, y sólo pedimos lo mismo de los demás”.
Artículo basado de información seleccionada y adaptada de: “Protected Areas in Suriname: A Voice from Suriname's Galibi Nature Reserve”, Ricardo Pane, Cultural Survival, http://www.culturalsurvival.org , enviado por Amazon Alliance for Indigenous and Traditional Peoples of the Amazon Basin, correo electrónico: amazon@amazonalliance.org , http://www.amazonalliance.org