La principal agencia maderera tailandesa --la estatal Organización Forestal Industrial (FIO)-- procura la certificación de sus plantaciones y actividades de ecoturismo como forma de salir de sus problemas financieros, así como de disimular su nefasto pasado.
Fundada en 1947 como empresa del estado con el mandato de administrar las concesiones de madereo en los bosques del país, la FIO opera en la órbita del Real Departamento Forestal (RFD) del Ministerio de Agricultura y Cooperativas. Cuando se estableció, la agencia tenía como tareas principales: la explotación de teca y otras especies en zonas de concesión, el maderero en zonas de no-concesión, incluyendo áreas destinadas a represas y lagos artificiales, y el uso o venta de madera cortada confiscada o importada ilegalmente a Tailandia.
En 1988 la agencia tuvo ingresos totales del orden de los U$S 37 millones y ganancias anuales de alrededor de U$S 4 millones. Pero en 1989 el gobierno tailandés declaró una moratoria para las concesiones madereras en todo el país, dejando a la agencia sin la posibilidad de extraer madera de los bosques nativos. Con la caída en los ingresos por madereo, a inicios del 2000 la misma había acumulado deudas que sumaban U$S 11,6 millones.
Con el pasar de los años la FIO se ha visto envuelta en una serie de controversias acerca de sus planes y actividades de corta. Especialmente polémico resultó su plan de principios de la década de 1990 para cortar 24.000 hectáreas de un bosque primario de pino en Ban Wat Chan, Provincia de Chiang Mai, al norte del país. Dicho plan fue eventualmente cancelado dada la oposición de 4.000 comunidades étnicas Karen que habían vivido en la zona durante más de un siglo y estaban preocupadas por los impactos que la corta de los bosques de sus cuencas tendría sobre sus vidas.
En 1994 la policía descubrió madera rolliza en un área protegida y tras una investigación determinó que la misma pertenecía a la FIO, por lo que inició un juicio contra la agencia, alegando que ésta estaba implicada en prácticas ilegales de madereo.
En la etapa post-moratoria, aparte de dedicarse al remate de madera ilegal, la FIO se ha centrado en las plantaciones forestales comerciales y en el procesamiento de madera. Actualmente la agencia posee un total de 160.000 hectáreas de plantaciones, mayormente de teca, caucho y eucalipto. La FIO es dueña de tres aserraderos para el procesamiento de teca y otras especies y la producción de muebles, puertas y ventanas para el mercado local. Además, la FIO es el mayor accionista de la Compañía Tailandesa de Compensados, que fue creada como una organización aparte de la FIO para procesar madera con este fin.
La agencia se dedica a la plantación de especies forestales de valor comercial --como teca y eucalipto-- en vastas áreas de bosques “degradados”, que a menudo son realmente áreas de bosques degradados por las concesiones de corta otorgadas por la propia FIO y el RFD. Para asegurarse un continuo suministro de madera de las plantaciones, la FIO utiliza el trabajo de los pobladores locales que habitan en las cercanías de las áreas de plantación.
Desde la década de 1980 las comunidades locales en Tailandia se han venido oponiendo a las plantaciones forestales en gran escala --en especial las de eucalipto-- que se apropian de sus tierras agrícolas y eliminan los bosques comunales, producen escasez de agua y erosión del suelo. A partir de 1996 muchas comunidades del noreste de Tailandia incluso han logrado forzar al gobierno a eliminar árboles de eucalipto y devolverles su tierra para el uso agrícola y la recuperación de los bosques comunales. Algunas de estas áreas incluyen plantaciones de eucalipto de FIO.
Permaneciendo sin embargo ciega y sorda a la controversia generada por sus plantaciones forestales con fines industriales, la FIO planea establecer 240.000 hectáreas de plantaciones de teca, eucalipto y otras especies a lo largo y ancho de todo el país. Actualmente, la agencia está procurando la certificación de su madera y productos forestales, como una solución de largo plazo para sus problemas financieros.
Para la “certificación” ha elegido dos plantaciones de teca, que ocupan 320 hectáreas en las provincias de Kanchanaburi y Phitsanulok. SmartWood --una organización ambientalista sin fines de lucro, acreditada ante el Consejo de Manejo Forestal (FSC)-- está llevando adelante el proceso de certificación. La certificación del FSC habilitaría a la FIO a acceder a los mercados en los países industrializados aduciendo que su madera proviene de fuentes “sustentables” y “bien manejadas”.
Del 1 al 7 de octubre del 2000 un equipo de SmartWood visitó Tailandia con la finalidad de evaluar las dos plantaciones de FIO. SmartWood debía escribir un informe y decidir si ambas plantaciones podían o no ser certificadas para fines de ese año. Si la acreditación resulta exitosa, la FIO planea extenderla a sus 138 plantaciones durante los próximos cinco años. Actualmente SmartWood ha sometido su informe a la FIO para que la agencia haga algunas aclaraciones. La misma espera que la certificación quede terminada para fin de año.
Acerca de si las controversias y escándalos que comprometen a FIO por sus anteriores proyectos de corta y de plantaciones habrían de figurar en la evaluación, Jay Blakeney, jefe del equipo de SmartWood para la evaluación de las plantaciones, manifestó: “La evaluación que hace SmartWood generalmente se centra en la unidad de manejo forestal. El sistema de evaluación no considera los errores históricos ni otros aspectos institucionales”.
Entretanto la FIO ha estado preparando un plan de manejo junto a SSC Natura (Scandiaconsult Natura, antes Swedforest International AB), una consultora forestal sueca que opera desde 1993. Contando con un subsidio del gobierno sueco por U$S 400.000, dicho plan prevé que la FIO entrará en el negocio del ecoturismo. La agencia procurará obtener fondos para esta actividad a través del Banco Japonés para la Cooperación Internacional (JBIC), que serán utilizados en la generación de puestos de trabajo en áreas protegidas destinadas al turismo.
En cooperación con la Oficina Tailandesa de Turismo, la FIO ya ha empezado a construir cuatro centros de ecoturismo a un costo de U$S 3,3 millones cada uno. Uno de ellos se localiza en los bosques de Ban Wat Chan. Comunidades locales y ONGs preocupadas de la zona han protestado porque los planes de ecoturismo ponen en riesgo estos bosques y sus cuencas. Los pobladores locales han manifestado que la expansión del sistema vial sobre las colinas boscosas provocará erosión de suelo y la degradación del bosque.
Al tiempo que los planes de FIO para corta de madera, ecoturismo y plantaciones forestales continúan amenazando los bosques y medios de vida de las comunidades locales en Tailandia, la certificación de sus plantaciones de hecho fomentaría la postergación de la adopción de cambios estructurales imprescindibles por parte de la agencia. Luego de la certificación, ésta seguirá sacando beneficios de sus destructivas operaciones de madereo y plantaciones de monocultivos forestales en gran escala. Como consecuencia, el establecimiento de “pautas de acción” para el manejo de las plantaciones, así como la certificación del madereo “sustentable” resultan completamente inadecuados para frenar la continua degradación de los ecosistemas forestales y la destrucción de los medios de vida de las comunidades, que la FIO viene provocando. Enfrentar a la FIO significa entonces cuestionar su enfoque ideológico, basado en una “ciencia” forestal esencialmente viciada, que tiene una visión reduccionista de la complejidad de los ecosistemas naturales y las necesidades vitales de las comunidades étnicas y locales que dependen de ellos.
Por: Noel Rajesh, TERRA.