En noviembre de 2022, el WRM conversó con varias de las autoras y autores de la publicación “15 años de REDD: un mecanismo intrínsecamente corrupto”, junto a otros aliados. El objetivo fue el de reflexionar sobre las diversas capas de impactos dañinos que REDD (Reducción de Emisiones derivadas de la Deforestación y la Degradación de los Bosques) ha ocasionado desde hace 15 años. Habrá que recordar que REDD se introdujo en las negociaciones sobre clima de la ONU como política dominante sobre bosques, y fue también en la ONU donde se introdujo la lógica de la compensación (los ‘offsets’ en inglés). Es decir, esa idea errónea de que la contaminación en un lugar y de un actor en particular puede ser compensada en otro lugar y por otro actor. REDD se basa en esta lógica, lo que le ha permitido a criminales corporativos y estatales que puedan seguir con sus negocios de siempre y obtener una imagen ‘verde’.
Se puede decir mucho sobre los fracasos e impactos que REDD ha llevado a los territorios. Es importante enfatizar sin embrago cómo sus proponentes han repetido continuamente que las comunidades dependientes de los bosques son las culpables de la deforestación, y que REDD sería la salvación para reducir esa deforestación. Un discurso colonialista y racista que facilita la imposición de restricciones y prohibiciones a comunidades y Pueblos Indígenas sobre si pueden o no acceder y utilizar sus bosques y tierras. No obstante, REDD no establece restricciones ni prohibiciones a la industria petrolera, o a las madereras, o a las mega-infraestructuras o a las mineras, o a la industria de plantaciones de árboles que está en constante expansión.
Este artículo presenta un resumen de cada una de las intervenciones durante el conversatorio. Pueden escuchar el evento completo aquí:
WRM a Jutta Kill, integrante del Secretariado del WRM
¿Por qué argumentas en tu artículo que REDD no ha sido tan solo un fracaso, y por qué aún se habla de REDD en las negociaciones de la ONU?
Jutta Kill: Reducir la deforestación nunca fue la razón o motivación principal para introducir este mecanismo. Entonces, ¿cuáles son esas otras motivaciones de REDD? Identificarlas nos ayudaría a entender porqué, a pesar de los altos niveles de deforestación que se mantienen, REDD y ahora también las llamadas ‘soluciones basadas en la naturaleza’, sigue teniendo un gran espacio en las discusiones sobre clima.
Si solo se mira el fracaso de REDD en reducir la deforestación, no podremos ver quiénes se han beneficiado y dónde no ha sido un fracaso. Así, REDD no ha sido un fracaso para la industria petrolera y otras industrias responsables de la crisis climática. Las empresas mineras y petroleras están entre las más beneficiadas con este mecanismo porque, para ellas, REDD ha servido como una distracción que ha imposibilitado el que se discuta, tanto en la ONU como en la sociedad en general, lo que realmente se debería discutir: cómo mantener los combustibles fósiles bajo la tierra. El no poner la atención en el carbono que está atrapado debajo de la tierra es lo que hace muy felices a estas empresas, ya que les permite mantener sus millonarias ganancias provenientes de la extracción de petróleo, gas y carbón. En su lugar, la atención de REDD está en el carbono que está por encima de la superficie terrestre, o sea en los bosques y suelos. Eso es una trampa.
REDD tampoco le falló a la gran industria de la conservación. Estas ONGs han generado inmensas ganancias realizando talleres de capacitación, introduciendo metodologías para medir el carbono (con enormes márgenes de error), entre otros.
Otra razón por la cual REDD no ha sido solo un fracaso es la gran cantidad de programas de ‘carbono neutral’ que están disponibles hoy en día. REDD ha sido crucial en hacernos creer que está bien seguir comprando productos y servicios que de hecho empeoran la crisis climática.
En conclusión, hay muchas personas generando ganancias astronómicas con la industria de los combustibles fósiles, y que usan REDD, y ahora también las llamadas ‘soluciones basadas en la naturaleza’, y el mercado del carbono para distraernos de la necesidad de dejar de extraer petróleo, gas y carbón del subsuelo. Por otro lado, REDD también ha ayudado a que se incremente el acaparamiento de tierras y el control de uso de las tierras de los Pueblos Indígenas y comunidades campesinas.
WRM a Ivonne Yanez, integrante de Acción Ecológica en Ecuador y de la Red Oilwatch en Latinoamérica
¿Cómo es posible que la industria del petróleo, principal impulsora de la crisis climática, lidere la demanda de la llamada ‘solución’ propuesta por la ONU?
Ivonne Yanez: Desde hace casi 60 años se sabe que la principal causa del calentamiento global son las emisiones provenientes de la extracción y consumo de combustibles fósiles. Y las primeras en saber eso fueron las empresas petroleras. Hay videos de científicos que trabajaban para las petroleras desde hace 50 años que ya hablaban del problema del calentamiento global. Pero sabemos también que el capitalismo, como lo conocemos ahora, necesita de la energía de los combustibles fósiles, como el carbón, el petróleo, el gas. Y justamente estos mecanismos de los que estamos hablando de compensaciones de carbono, como REDD, han sido promovidos falsamente como una solución para enfrentar el cambio climático, a través de toda la institucionalidad de las Naciones Unidas, del sistema financiero internacional, entre otros. Pero en realidad, estos mecanismos fueron creados justamente para seguir con el proceso de extracción y consumo de combustibles fósiles.
Ahora, cuando se habla de la industria petrolera no debemos pensar solamente en Shell, Texaco, Chevron o Eni, sino en un capitalismo fósil. Es decir, en una agricultura industrial altamente consumidora de combustibles fósiles y emisora de otros gases de efecto invernadero. En todo un aparato industrial militar altamente consumidor de combustibles fósiles. Pero también en un sistema financiero que por supuesto depende, en gran parte, del dinero que mueve todo ese aparato industrial militar extractivista relacionado a los combustibles fósiles. Entonces, estos mecanismos de compensación fueron creados por los capitalistas que lo que querían es decir “sabemos cuál es el problema, pero no queremos solucionarlo”.
Asimismo, tenemos que evitar decir que “a pesar de las negociaciones sobre cambio climático” o que “a pesar de estos mecanismos” no se ha solucionado el problema de la crisis climática. Siempre tenemos que referirnos a que “debido a que ocurrió eso”, “debido a esos mecanismos”, “debido al sistema de las Naciones Unidas con toda su infraestructura”, es que las emisiones no se han detenido y continúan expandiéndose.
WRM a Tamra Gilbertson, quien hizo su doctorado sobre las compensaciones de carbono en Colombia
¿Qué podemos aprender del ‘mecanismo de pago de impuestos al carbono’ en el contexto de Colombia?
Tamra Gilbertson: Casi siempre, cuando las personas buscan supuestas ‘soluciones’ fuera del mercado de carbono, argumentan que hay que establecer impuestos al carbono. Pero cuando miramos a profundidad los impuestos al carbono y otros esquemas similares alrededor del mundo, descubrimos que los países que tienen impuestos sobre los combustibles fósiles o sobre las emisiones generadas u otros similares, no han logrado reducir la extracción. Los impuestos no hacen que los combustibles fósiles se queden bajo tierra. Así que un impuesto al carbono no va a detener el cambio climático, ni hará que los contaminadores se detengan. Por otro lado, hemos visto como las empresas saben perfectamente cómo hacer para no pagar impuestos y, por ello, terminan afectando a los consumidores o a los salarios de los trabajadores.
Los impuestos por tanto no han sido creados para impedir la acumulación capitalista, sino por el contrario, para permitirle seguir.
Otro punto es que estos impuestos acaban siendo un primer paso para que los países establezcan mercados de carbono domésticos. En el caso de Colombia, el programa de impuestos termina siendo un inventario de las emisiones del país. Y se creó de tal manera que solo ciertos tipos de contaminación que se producen dentro de Colombia debían de pagar un determinado porcentaje de impuestos. Recordemos que las minas de carbón a cielo abierto más grandes del hemisferio occidental están en Colombia, generando impactos tremendos en la población afrocolombiana y los Pueblos Indígenas.
Cuando se establece el impuesto al carbono, no se establece sobre el carbón que de hecho está siendo extraído, porque el 98 por ciento de ese carbón se exporta principalmente a Europa. El impuesto se establece sobre las emisiones generadas por las maquinarias utilizadas para extraer el carbón. Las empresas por su parte lograron que en lugar de pagar ese impuesto, pudieran utilizar otros mecanismos, en los que se incluye REDD. Grandes agencias donantes como USAID y ONGs de conservación se sentaron a la mesa para escribir esas leyes. Y lo que ocurrió es que la industria del carbono sigue sin pagar los impuestos al carbono, mientras que a su vez crea un impacto muy fuerte, acompañado de mucha violencia, en dos lados: en los territorios de extracción y en los territorios utilizados para la supuesta compensación.
WRM a Diego Cardona, integrante de Censat/Amigos de la Tierra, Colombia
¿Cuáles son los retos frente a que el presidente (de izquierda) de Colombia presente a la Economía Verde como su agenda política sobre medio ambiente y cambio climático?
Diego Cardona: Para responder la pregunta quisiera compartir un comunicado del 2019 que hace la autoridad ambiental de la Amazonía colombiana, Corpoamazonía, por el cual advierte a Pueblos Indígenas y comunidades locales acerca de ONGs, cooperativas o empresas que están en los territorios gestionando proyectos de compra o venta de bonos de carbono. Es decir, proyectos tipo REDD - que sabemos han cambiado muchísimo de nombres después de todos los escándalos. Lo que en resumen dice la última línea del comunicado es que: “recomendamos a las comunidades rurales que se abstengan de entregar documentos, dinero u otra información solicitada por dichas organizaciones…” Y bueno, han pasado varios años desde entonces y la advertencia sigue siendo la misma. Las comunidades siguen siendo engañadas.
El número de proyectos de carbono ha crecido enormemente en el país; cientos de contratos sobre millones de hectáreas con proyectos de este tipo se siguen firmando continuamente. Y las estrategias son las mismas: se cooptan a algunos líderes comunitarios –siempre con uno o pocos hombres de la comunidad, nunca una mujer; se firma un contrato con esa(s) persona(s); y se crea la división y, algo muy fundamental, la desterritorialización. Es decir, que la gente tenga que salir de su territorio, que no pueda usarlo, que no pueda hacer agricultura, que no pueda tumbar un árbol para hacer una casa. De hecho, que no pueda vivir allí.
¿Qué riesgos específicamente hay en este momento político del país? Primordialmente que se cambie la agenda y las prioridades de los movimientos sociales. Es decir, este gobierno tiene un gran aval social y político desde los movimientos, Pueblos Indígenas, afrodescendientes, campesinos, que respaldaron su propuesta. Pero la propuesta es muy fuerte sobre la venta de bonos de carbono, más que el gobierno anterior, contra el cual estuvimos haciendo muchísima resistencia. Pero ahora es más problemático, porque un gobierno que se presenta como progresista es el que está proponiendo lo que hemos resistido por décadas. Y con el agravante de que existe un escaso análisis crítico, y las grandes ONG presentándolo como algo bueno.
WRM a Tom Goldtooth, director de la Red Ambiental Indígena (IEN en inglés), de América del Norte
¿Por qué el uso de cierto lenguaje (como los programas de distribución de beneficios, sistemas de certificación, salvaguardas, etc.) afecta la unidad de los Pueblos Indígenas y cómo podemos fortalecer la solidaridad?
Tom Goldtooth: Ese es un tema muy importante, sobretodo porque muchos aliados e incluso ONGs conservacionistas dicen estar confundidos. Se confunden porque cuando nuestra Red Ambiental Indígena y otras redes del Sur global hacemos intervenciones, por ejemplo en la ONU, rechazamos los mercados de carbono, la geoingeniería y otras ‘soluciones’ técnicas, y los mecanismos de financiación climática.
Cuando nos preguntan por qué nos oponemos, contestamos que todo eso es parte de un sistema falso. La única estrategia en los corredores de las negociaciones sobre clima de la ONU está asentada en una adaptación, una mitigación y un financiamiento basado en falsas soluciones. Han invertido mucho en eso. Por ejemplo, hemos tenido que lidiar con el Banco Mundial, que designa millones de dólares para organizaciones indígenas intermediarias en el Sur global. Eso nos ha dificultado mucho el poder informar a comunidades de base en los bosques, porque ya han sido convencidas de que participar en REDD+ (así como en las llamadas ‘Soluciones basadas en la naturaleza’) trae dinero y creen que fortalece sus luchas al prometerles un título de propiedad sobre sus tierras.
Siendo nosotros una organización indígena pequeña que confronta a estos actores, ¿cómo desarrollamos una estrategia para alertar a Pueblos Indígenas y a comunidades locales sobre la verdad de estas falsas soluciones? Estamos en la ONU en un centro de convenciones grande, con muchas personas que están encargadas de capacitar a nuestras comunidades. Entonces ese es un gran reto. El dueño de Amazon, Jeff Bezos, creó un fondo gigantesco en los Estados Unidos y pasó millones de dólares a algunas de las ONGs que más promueven REDD y las ‘Soluciones basadas en la naturaleza’. Las comunidades están siendo presionadas para firmar contratos por 90 años, diciéndoles que van a tener beneficios, con ese lenguaje de ‘compartir beneficios’. Y mientras tanto, nosotros tratamos de luchar para hacer una contra-narrativa.
Los promotores de REDD y del mercado de carbono necesitan a los Pueblos Indígenas y a las comunidades dependientes de los bosques. Ahora están invirtiendo para atraer a quienes ellos llaman de ‘poseedores del saber’ (knowledge holders). Son esfuerzos de cooptación de nuestros Pueblos Indígenas y comunidades para crear división. Hay algunos hermanos indígenas a los que se les está prometiendo miles de dólares, y está pasando lo mismo en Norteamérica. Cuando se habla de ‘salvaguardas’, tenemos que saber que no hay ninguna garantía ni consecuencia legal si un estado nacional viola esas salvaguardas.
Entonces ¿cómo podemos construir solidaridad? Ése es un punto central. Tenemos que tener muchísimo cuidado con el lenguaje, porque lo utilizan para crear confusiones entre nosotros. Hay a quienes conozco de muchos años en la lucha por los derechos de los Pueblos Indígenas, y ellos mismos nos están dividiendo. Las estrategias de las súper ONGs conservacionistas, las instituciones financieras, las empresas, los gobiernos, nos están dividiendo. No se preocupan por nosotros. Lo único que quieren es implementar sus esquemas de mercado. Han cooptado incluso nuestra narrativa. Hablan de la reconexión de la gente con la naturaleza, de la armonía con la naturaleza, del desarrollo ecológico, ‘holístico’, del ‘buen vivir’. ¡Manipulan los términos! Y nuestros aliados no-indígenas también están siendo divididos. Hay que estar muy atentos. Tenemos que desarrollar estrategias de solidaridad frente a esto y lograr mantenerlas.
WRM a Izzudin Prawiranegara, del Centro de Recursos Agrarios en Indonesia
Según la experiencia de la comunidad junto al área del proyecto REDD de Katingan, Indonesia, ¿Cómo afecta la certificación de un proyecto REDD a las comunidades?
Izzudin Prawiranegara: El área del proyecto REDD de Katingan es de 300.000 hectáreas, lo que incluye a 20 pueblos en la región central de Katingan. La principal meta del proyecto es controlar a las personas, e incluso detener a quienes salen del área con productos del bosque. Eso evidentemente es una gran carga para la población.
Desde la última década, en Indonesia, hay mucha inversión para fortalecer a las fuerzas del orden que cometen los llamados crímenes ambientales, en su mayoría en territorios de los pueblos del bosque. Las personas que plantaban arroz, por ejemplo, y que utilizaban desde hace cientos de años varios lotes para su agricultura de rotación con las quemas, ahora ya no lo pueden hacer. Si abren un área para el cultivo ahora, hay una amenaza de multa de US100.000 dólares y la posibilidad de ir a la cárcel por 20 años. Por eso, los agricultores dependen cada vez más de los agroquímicos, para lo que necesitan más dinero. En consecuencia, muchos deben abandonar sus tierras, y cuando la tierra queda abandonada, los incendios aparecen con mucha más facilidad. El incremento en el costo de cultivar arroz obliga a la gente a entrar a las áreas de bosque para tratar de obtener algo o pescar algo, pero se exponen a las sanciones.
Entonces, hemos visto como los capitalistas, con el proyecto REDD, están controlando grandes extensiones de tierra y crean las condiciones por las cuales la tierra se está degradando; es más difícil para la gente ahora el poder cultivar arroz en esas áreas. Es decir, el proyecto REDD ha hecho que las personas del área se vuelvan cada vez más marginadas, ya que han tenido que cambiar su formas tradicionales de cultivo y utilizar cada vez más agroquímicos. La gente está siendo identificada cada vez más como una amenaza e incluso como un commodity.
El proyecto introdujo la certificación CCB, la cual calcula los beneficios agregados en términos de carbono según la intervención del proyecto REDD en los medios de subsistencia de los pueblos que viven en y alrededor del proyecto. Es decir, calcular el carbono evitado al cambiar las prácticas locales. Para el proyecto, la gente local es una amenaza. Está mercantilizando a las personas al introducir sus medios de vida dentro de la contabilidad del carbono, como parte de los requisitos para que obtenga la certificación. Y al tener la certificación, los créditos de carbono pueden venderse por mucho más dinero.
WRM a Ladislas Désiré Ndembet, integrante de la organización Muyissi Environnement, en Gabón
¿Cómo el proyecto de Grande Mayumba, un área protegida de un millón de hectáreas que incluye además una concesión maderera, impacta a las comunidades?
Ladislas Désiré Ndembet: En Gabón, el proyecto REDD Gran Mayumba no utiliza la palabra REDD en ningún momento. Sus promotores hablan del turismo, de la explotación de los bosques, de la agroindustria, de las ‘Soluciones basadas en la naturaleza’, pero REDD no se pronuncia. El parque nacional Mayumba en Gabón, creado en 1992, junto a otros 13 parques nacionales, ocupan 11 por ciento del territorio de la región. Mayumba tiene 5000 habitantes, incluyendo a Pueblos Indígenas que vienen de países vecinos de África del Oeste, que ejercen comercio en la zona.
20 años después de la creación del parque marítimo Mayumba, las comunidades sienten una desilusión absoluta porque ya no pueden aprovechar las riquezas de sus lagunas y del océano Atlántico. Los campesinos y pescadores sufren distintas restricciones, incluyendo la prohibición de pesca. Esto es un verdadero ataque a la soberanía alimentaria. Yo vengo de esa comunidad y yo crecí consumiendo ostras constantemente, lo cual hoy ya no es posible debido a la fuerte política conservacionista.
Las tierras han sido concedidas a los promotores del carbono. Y el parque nacional que anunciaba sacar a las poblaciones del subdesarrollo a través del ecoturismo, terminó sumergiéndolas en una precariedad total. En Gabón, la tierra pertenece al Estado y el Estado está embarrado de corrupción, por lo que este mecanismo es utilizado para la apropiación ilegal de tierras, incrementando áreas protegidas. Las comunidades, como resultado, están acordonadas por la política de conservación. El gobierno prioriza las alianzas público-privadas, las cuales terminan generando más despojo para los pueblos.
El gobierno de Gabón está defendiendo con fuerza estas falsas soluciones, tratando de conseguir más financiación para ello. Hay que recordar que Noruega le ha prometido al gobierno de Gabón US$ 150 millones, y empezó a otorgarle dinero desde 2021 bajo la forma de compensaciones de carbono. Es una situación muy difícil. Tenemos que denunciar estas situaciones y multiplicar estos diálogos. Tenemos que desenmascarar estas falsas soluciones y hacer que desaparezcan.
WRM a Larry Lohmann, integrante del grupo de investigación CornerHouse en el Reino Unido
¿Por qué afirmas en tu artículo que “REDD funciona mejor cuando es más colonialista” y cómo ha logrado REDD sobrevivir por tantos años?
Larry Lohmann: REDD siempre ha estado acechado por su propio colonialismo. Recuerdo cuando hace más de 20 años, en las negociaciones de la ONU, un delegado africano se indignó con la idea de que la tierra y los bosques del Sur global tuvieran que absorber la contaminación del Norte industrializado. A pesar de las muchas reformas hechas, REDD nunca podrá superar este estigma colonialista. Esto es porque la lógica económica de REDD es hacer que el seguir con los negocios de siempre sea más barato para las grandes empresas que el cambiar algo.
El Sur global nunca ganará mucho dinero con REDD, porque eso iría contra su propio propósito. Pero el colonialismo de REDD es mucho más profundo que la apropiación de tierras. De hecho, cada vez que se intenta reformar REDD, se vuelve más colonialista. ¿Porqué? Por que para poder continuar con la quema de combustibles fósiles, los compradores de créditos de REDD tienen que afirmar que son ellos quienes están salvando los bosques con su dinero. Ellos son quienes deben llevarse el crédito, literalmente, por hacer la diferencia entre ‘bosques’ y ‘no bosques’. Pero eso significa que deben asegurarse por completo que nadie más se lleve el crédito por salvar esa área de bosques. Si las empresas que contabilizan el carbono en los proyectos REDD quieren mantener sus empleos, necesitan probar que sin los proyectos REDD, nadie más podría salvar los bosques; ni las comunidades dependientes de los bosques, ni los movimientos sociales, ni los gobiernos locales, nadie.
Los contadores del carbono en los proyectos de REDD están obligados a ignorar muchas cosas buenas que podrían estar sucediendo sin REDD. Eso significa que deben mantener una actitud colonialista: “esas personas del Sur global no pueden hacer esto, solo yo puedo hacerlo.” Este es un requisito en la contabilidad del carbono.
Se pone peor. Los contadores del carbono además tienen que mostrarles a los compradores cuántos créditos van a recibir exactamente, porque solo así estos pueden cuantificar cuánto combustible fósil van a poder quemar tras haber comprado estos créditos. Entonces, las comunidades dependientes de los bosques y otros actores en el Sur global no solo deben ser mostradas como incapaces de actuar constructivamente sin el dinero de REDD, sino que además tienen que ser mostradas como estadísticamente previsibles en términos de saber qué es lo que harían sin el dinero de REDD. Solo puede haber una ‘línea base’ para un proyecto REDD y esa ‘línea base’ debe ser cuantificable.
Muchos críticos piensan que el problema de REDD es que los pronósticos sobre lo que sucedería sin un proyecto REDD no son lo suficientemente precisos. Pero la única opción para hacerlos más precisos es intentar hacer a las personas del Sur global más predecibles y más pasivas; y la única manera de lograr eso es reforzando una y otra vez el mito colonial que las poblaciones nativas son menos que los animales: sin iniciativa, sin voluntad propia y libre, sin un futuro al que puedan llamar suyo, sin un futuro que ellos puedan construir por sí mismos.
Por ello, el colonialismo de REDD no solo es la apropiación de tierras. El colonialismo es además la contabilidad técnica y matemática del carbono. Y mientras más precisa se trate de hacer esa contabilidad, más colonialista se va a convertir. REDD sobrevive en parte porque los críticos que piden ‘líneas de base’ más precisas no se dan cuenta que al hacer esto también están pidiendo más colonialismo.