En tanto los expertos del cambio climático están tratando de encontrar salidas “económicamente viables” (léase: baratas) al problema del clima generado por el estilo de desarrollo económico Occidental, los pueblos indígenas y las comunidades locales de muchos países están implementando un verdadero Mecanismo de Desarrollo Limpio: impedir la explotación de petróleo y gas en sus respectivos territorios.
Es indiscutible el importante papel que juegan los combustibles fósiles en relación con el cambio climático. De ello resulta la necesidad de que la humanidad cambie el sistema energético prevaleciente --altamente dependiente de combustibles fósiles-- por otro, basado en fuentes de energía limpias, renovables y de bajo impacto. Las comunidades locales que impiden la extracción de petróleo no sólo están allanando el camino hacia esa transición, sino que también están manteniendo en depósitos seguros bajo la corteza terrestre el carbono contenido en dichos combustibles. No están inventando maneras de resolver los efectos del consumo de combustibles fósiles; están directamente atacando el problema de fondo: la extracción de petróleo y gas.
Estos pueblos están beneficiando a la humanidad, pero en lugar de recibir dinero por el servicio que están brindando, lo que generalmente reciben es represión. Son catalogados como enemigos de la patria, subversivos o simplemente terroristas. Muchos de ellos han sido asesinados, apresados, torturados. Ellos no son aceptables dentro de la élite del “mercado del carbono”, a pesar de ser quienes realmente actúan para evitar el cambio climático. Cada barril de petróleo no extraído constituye una positiva contribución a la estabilidad climática y millones de barriles están todavía bajo tierra como consecuencia de sus luchas. He aquí unos pocos ejemplos de lo que algunos de estos pueblos han logrado hasta ahora.
En Colombia, los indígenas U’wa han impedido hasta el momento la extracción de petróleo de su territorio por parte de Occidental Petroleum. Actualmente están impidiendo la explotación del Bloque Samoré, con una capacidad estimada en 1.500 millones de barriles.
En Ecuador el pueblo Cofán cerró el pozo de Dureno en la Amazonía, el que contiene alrededor de 1.265.370 barriles.
En Venezuela los Warao lograron expulsar a British Petroleum de su territorio, que guarda unos 820 millones de barriles de petróleo.
También en Ecuador, el pueblo Huaorani consiguió frenar durante varios años la implementación del proyecto ITTI (Ishpingo, Tambacocha, Tiputini, Imuya), que se proponía la explotación de 265 millones de barriles de petróleo dentro del Parque Nacional Yasuní y parte de su territorio ha sido declarado intangible, vale decir, cerrado a las actividades de explotación petrolera.
En Nigeria el pueblo Ijaw clausuró los pozos petroleros existentes en su zona, a través de una operación llevada a cabo por la juventud Ijaw en enero de 1999, denominada “Cambio Climático”. Es difícil realizar un cálculo tentativo de la cantidad de petróleo y gas que se evitó explotar con dicha operación, pero la misma puede ser estimada en unos 6.000 millones de barriles.
Hay muchos más ejemplos de luchas, algunas de las cuales al menos han servido para demorar la explotación de petróleo y gas --tales como las relacionadas con el oleoducto Chad-Camerún, el gasoducto de Yadana, el proyecto de explotación de gas Camisea en Perú. Entretanto, otros están luchando contra las fuerzas combinadas de los gobiernos y las transnacionales petroleras para defender sus territorios contra la explotación de petróleo.
¿No son acaso todas estas luchas un ejemplo de verdadero Mecanismo de Desarrollo Limpio? ¿No debería haber un mecanismo para compensar a los países por la no extracción de petróleo y gas? ¿No debería compensarse a las comunidades por mantener los combustibles fósiles almacenados a perpetuidad en un lugar seguro? ¿No debería la Convención sobre Cambio Climático apoyar una moratoria a nuevas prospecciones y explotación de petróleo y gas? Estas son cuestiones que muchos negociadores sobre el clima tratarán de evitar, precisamente porque las mismas apuntan al tema principal: la extracción de combustibles fósiles. Muchos buscarán concentrarse en cómo mitigar los efectos, pero no querrán abordar la verdadera causa del cambio climático. No debemos dejar que se salgan con la suya.