Los proyectos de monocultivos forestales destinados al secuestro de carbono que están siendo implementados en UGANDA por dos firmas noruegas constituyen un ejemplo paradigmático de la racionalidad y las consecuencias de este tipo de proyectos.
La compañía noruega Tree Farms se estableció en Uganda en 1996 y tiene un proyecto de forestación en marcha. Por otro lado, el grupo Norwegian Afforestation obtuvo el acuerdo de las autoridades para comenzar un proyecto en noviembre de 1999. La primera --que opera en la zona de la Reserva de Bukaleba-- ya ha comenzado la ejecución del mismo, que implica la plantación de entre 80.000 y 100.000 hectáreas de pino y eucalipto. Este esquema es muy similar al adoptado por la fundación holandesa FACE en los Andes ecuatorianos y también lo son sus consecuencias.
Una reciente investigación realizada por la ONG noruega NorWatch demuestra que ambos proyectos --y en especial el de Tree Farms-- han sido posibles gracias al baratísimo precio al que se arrendó la tierra a la empresa y a la corrupción reinante a nivel de los tomadores de decisiones en Uganda. Lo que es más, el Proyecto Tree Farms ya ha provocado la expulsión de alrededor de 8.000 personas que vivían en 13 aldeas --la mayor parte de ellos agricultores y pescadores-- de las tierras ahora ocupadas por la compañía. Los campesinos locales incluso tienen que pagar por el uso agrícola de su propia tierra bajo el sistema de "taungya", y la empresa los explota al no pagarles por las tareas de desmalezado y cuidado de los árboles que ellos realizan. También la soberanía de Uganda se ve amenazada, ya que durante 50 años el país no tendrá oportunidad de destinar esas tierras a otro uso y, además, Uganda no podrá incluir esos sumideros de carbono en su propia contabilidad de gases de efecto invernadero.
La propia Tree Farms ha anunciado la realización de un proyecto de plantación de pinos y eucaliptos de rápido crecimiento en un área de 150 kilómetros cuadrados en las llanuras herbáceas de la vecina TANZANIA. Teniendo en cuenta la triste performance de esta empresa en Uganda, se teme que este modelo habrá de traer las mismas desastrosas consecuencias para la gente --especialmente los campesinos pobres-- y el ambiente. En un encuentro sobre cambio climático realizado recientemente en Bonn, el delegado de Tanzania enfatizó la necesidad de tener en cuenta no sólo la forestación en sí misma, sino también el bienestar de las comunidades locales. ¿Cómo puede conciliarse esta visión con los proyectos forestales para sumideros de carbono impuestos sin consulta con las comunidades?
Dada la crisis económica que actualmente enfrentan muchos otros países africanos --en especial en los trópicos-- sus gobiernos posiblemente se muestren proclives a aceptar cualquier tipo de trato que pueda significar un ingreso de divisas, más allá de los impactos social y ambientalmente negativos que puedan traer consigo. Las plantaciones para sumideros de carbono bien pueden ser uno de ellos. Si bien las ventajas para los países industrializados son obvias --una forma barata de secuestrar el carbono que ellos mismos emiten-- resulta igualmente claro que serán las comunidades locales y el ambiente quienes sufrirán las consecuencias sin obtener beneficio alguno. Lo que el Africa necesita de parte de los países industrializados no es por cierto este tipo de "ayuda". Llamar a esto "Mecanismo de Desarrollo Limpio" es --por decir algo suave-- un insulto al pueblo africano, puesto que estos negocios de carbono nada tienen que ver con desarrollo de tipo alguno.