En las últimas décadas, varios países sudamericanos han sido el escenario de la expansión de los monocultivos forestales --básicamente de eucalipto y pino-- destinados a la producción de celulosa. El recientemente creado mercado del carbono puede significar un renovado impulso a una ulterior expansión de esta actividad, esta vez con un nuevo y adicional propósito. En efecto, las empresas forestales y algunos gobiernos se muestran muy entusiastas con la idea de utilizar parte de las plantaciones forestales ya existentes e instalar otras como sumideros de carbono.
Acuciados por sus respectivas deudas externas, los gobiernos de la región consideran a toda inversión extranjera como una fuente potencial de dineros frescos y hacen oídos sordos a las crecientes críticas al modelo forestal. Varios de ellos, tanto en la región tropical como templada del continente --como Argentina, Chile, Uruguay, Colombia, Ecuador y Bolivia-- están jugando un doble papel. Por un lado, ofrecen su apoyo a empresas privadas para la implementación de proyectos de sumideros de carbono mediante plantaciones y, paralelamente, tratan de promover la inclusión de las plantaciones en el MDL en el proceso de la Convención sobre Cambio Climático.
En ARGENTINA desde 1998 las autoridades han estado favoreciendo las inversiones en proyectos de plantaciones. Durante la Conferencia de las Partes de la Convención (COP IV) celebrada en Buenos Aires, la entonces Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales María Julia Alsogaray expresó muy claramente que su país estaba a favor de que los países del no-Anexo I asumieran compromisos voluntarios para contrarrestar el calentamiento global. Desde entonces el gobierno ha venido favoreciendo las plantaciones forestales. Empresas petroleras y forestales se han sumado rápidamente a la iniciativa, que les ha de permitir no sólo ganar dinero, sino aparecer como preocupadas por el calentamiento global --que ellas mismas tanto han contribuido a provocar-- frente a la opinión pública. La empresa petrolera ex-estatal YPF --hoy en día privatizada y asociada con Repsol de España-- está plantando árboles en el sur del país, al tiempo que Shell ya es dueña de 32.000 hectáreas de plantaciones en las provincias de Buenos Aires y Corrientes. Las empresas forestales se muestran también activas en este sentido: Pecom Forestal posee plantaciones de pino en varias provincias de Argentina, que serán "reconvertidas" a sumideros de carbono, y está negociando permisos de emisiones de carbono con empresas alemanas que, a su vez, están implicadas en el polémico acuerdo Chubut-Prima Klima para el secuestro de carbono en la provincia de Chubut. Recientemente, la coalición local de ONGs Foro del Buen Ayre, que desempeñó un papel muy activo durante la COP IV, ha criticado con severidad la posición del gobierno argentino en relación con el cambio climático y su apoyo a los sumideros, debido a los impactos sociales y ambientales negativos que genera este tipo de forestación.
El vecino URUGUAY también está viendo con buenos ojos la opción de las plantaciones forestales como sumideros de carbono. Funcionarios y empresarios forestales --que en realidad son una y la misma cosa-- están tratando de convencer a la opinión pública de que las emisiones de metano del ganado son muy altas y que el país podría "compensarlas" mediante el establecimiento de plantaciones como sumideros. Asimismo, consideran que con la actual superficie plantada de 500.000 hectáreas de eucalipto y pino, el Uruguay podría recibir alrededor de U$S 40 millones si entra en el mercado del carbono. Es interesante subrayar que desde 1989 el estado uruguayo está gastando anualmente la suma de U$S 20 millones en materia de subsidios a las empresas forestales. ONGs sociales y ambientales de ese país mantienen una postura muy crítica respecto de la posición oficial sobre el tema.
Por sorprendente que parezca, las autoridades argentinas y uruguayas parecen haber olvidado que los suelos de pradera son ricos en materia orgánica, lo que significa que constituyen enormes reservorios de carbono. El efecto de las plantaciones sobre dichos suelos es incierto y probablemente negativo. En lugar de soñar con peligrosos megaproyectos forestales, una verdadera contribución de los países de la región templada a la mitigación del calentamiento global podría ser la conservación de sus suelos y pasturas, lo que además tendría efectos adicionales positivos sobre la conservación de la biodiversidad y el agua.
El entusiasmo mostrado por los funcionarios CHILENOS en relación con los sumideros de carbono es realmente preocupante. No sólo porque dicho país ha suministrado el modelo en que otros estados sudamericanos se han basado para promover el sector forestal, sino también porque poderosas empresas chilenas están penetrando en otros países del Cono Sur. El denominado modelo chileno ha demostrado ser completamente insustentable, sea desde el punto de vista ecológico (provocó la destrucción de vastas superficies de bosques en el Sur) como social (las plantaciones han invadido territorios tradicionales mapuche).
La idea de las plantaciones como sumideros de carbono ha tenido hasta ahora una fría acogida en BRASIL. Sin embargo, el proyecto forestal para "secuestro de carbono" promovido por Peugeot puede constituir un buen ejemplo de lo que habrá de suceder en el futuro si prevalece la actual tendencia. Repentinamente preocupada por el calentamiento global, Peugeot lanzó un proyecto para convertir 12.000 hectáreas de tierras "degradadas" en plantaciones en el estado de Mato Grosso. El mismo capturaría 180.000 toneladas de carbono al año a un costo tan bajo como U$S 12 millones. Fueron las poblaciones locales y el ambiente quienes tuvieron que pagar por los verdaderos altos costos del proyecto, dado que durante la preparación del sitio para la forestación se utilizaron 5.000 litros de glifosato, que llegó a los cursos de agua vecinos, provocando un desastre ecológico.
En la actualidad el caso que demuestra más claramente la peligrosidad de los proyectos de sumideros de carbono en el sector forestal es el del proyecto FACE en ECUADOR. En una tesis de la Universidad Autónoma de Barcelona se analizaron los impactos sociales y ambientales de las plantaciones de pino realizadas por el consorcio holandés de empresas de electricidad nucleado en FACE sobre el Páramo Andino. Es ésta una región de pastos de altura situada en los Andes ecuatorianos, que resulta fundamental para el mantenimiento del ciclo hidrológico y la conservación de la diversidad biológica. La misma es habitada por comunidades indígenas, que viven de la agricultura y la cría de ganado. El Proyecto FACE se propuso establecer 75.000 hectáreas de monocultivos de pino y eucalipto para "compensar" las emisiones de dióxido de carbono que el consorcio realiza en Holanda. Dicho estudio demuestra que el carbono efectivamente capturado por las plantaciones de pino de FACE está muy por debajo de los volúmenes esperados. Lo que es más, las plantaciones pueden provocar el efecto de promover la oxidación de la materia orgánica del suelo, generando entonces emisiones de carbono a la atmósfera y un balance negativo de carbono. A nivel local, la investigación muestra los impactos negativos de las plantaciones sobre la economía de las comunidades indígenas de la zona, las cuales antes de la implementación del proyecto podían vivir gracias a un sabio manejo de ese frágil ecosistema. En este caso, las plantaciones no sólo son una solución falsa al calentamiento global --ya que de hecho generan un balance negativo de carbono-- sino que también distorsionan sistemas económicos y culturales sustentables.
En suma, resulta claro que en relación con los pueblos y el ambiente de Sudamérica, la promoción de las plantaciones como sumideros de carbono servirá tan sólo para exacerbar los problemas a nivel local. No obstante, los gobiernos están siendo empujados a aceptar este modelo por una serie de partes interesadas --a nivel nacional e internacional, público y privado-- que tienen mucho para ganar en el juego del mercado del carbono . . . pero para quienes el verdadero tema en discusión --o sea el cambio climático global-- parece ser más bien una excusa para ganar dinero que un problema que debe ser seriamente abordado.