Siguiendo una tendencia a nivel mundial, las empresas petroleras en Argentina se han sumado con entusiasmo a la idea de entrar en el mercado de los permisos de carbono como una forma efectiva de aumentar su ingresos y de cambiar radicalmente su imagen frente a la opinión pública: ¡de los chicos malos responsables del calentamiento global a campeones de la conservación de los bosques! A partir de 1998 el gobierno les ha venido facilitando las cosas favoreciendo inversiones en proyectos forestales, sin atender sus efectos sobre los valiosos ecosistemas de pradera, que han constituido la base natural y física de la economía del país (ver Boletín 17 del WRM).
Según Patricio Montecino, gerente general de Pecom Forestal (una subsidiaria de la compañía petrolera Pérez Companc) "hoy en día es difícil concebir una empresa petrolera sin un componente forestal adicional", tanto porque, según su visión, la forestación es un buen negocio, como porque dichas empresas hoy en día son conscientes de la necesidad de trabajar en soluciones basadas en el secuestro del carbono. Pecom se encuentra negociando permisos de emisión de carbono con empresas alemanas que participan del polémico acuerdo Chubit-Prima Klima para secuestrar carbono en la sureña Provincia de Chubut (ver Boletín 17 del WRM).
Para Pérez Companc los sumideros de carbono son hoy en día un negocio central. La compañía comenzó su actividad en el sector forestal en la década de 1950 y actualmente es dueña de 163.000 hectáreas de tierras en las Provincias de Misiones y Corrientes, y en la región del Delta del Paraná, en su mayoría plantadas con árboles. Otras 15.000 hectáreas de plantaciones de pinos serán instaladas en los próximos quince años en Misiones. En los predios de Corrientes se viene plantando Pinus taeda y Pinus elliotti a un ritmo de 6.000 hectáreas anuales, con el propósito de obtener materia prima para una industria a ser instalada próximamente en la zona.
El gigante petrolero YPF (antes propiedad del estado y hoy en día privatizado y asociado con Repsol, de España) está supervisando la plantación de 2.000 hectáreas de Pinus ponderosa en la sureña Provincia de Neuquén a cargo de la Corporación Forestal Neuquina (CORFONE) y planea llegar a las 5.000 hectáreas dentro de dos años. Por supuesto que Shell no podía faltar en este tipo de iniciativas. Esta multinacional es dueña de 200.000 hectáreas en varios países del mundo (Congo, Nueva Zelandia, Chile, Uruguay, Argentina, Paraguay), 120.000 de las cuales están ocupadas con plantaciones de especies forestales de rápido crecimiento. Shell empezó a operar en Argentina en 1998 y sus plantaciones están en la Provincia de Buenos Aires -donde posee 24.200 hectáreas- y en la de Corrientes, donde es dueña de 8.000 hectáreas de eucaliptos y pinos, cuya superficie aumentará a 18.000 hectáreas.
Generar una "imagen verde" para si mismas es una meta muy importante en la política de estas empresas. Repsol-YPF subraya que su proyecto se está llevando adelante en áreas afectadas por erosión provocada por el sobrepastoreo y donde no existe monte nativo, pretendiendo de ese modo mostrar preocupación por la protección ambiental en general y por la restauración de los suelos degradados en particular. Shell enfatiza que 2.000 hectáreas de bosque ubicadas en su zona de plantaciones habrán de permanecer intactas, y que la empresa aspira a obtener la certificación de acuerdo con la norma ISO 14001, de manera que el producto pueda alcanzar los mercados del Norte. Sin embargo, esos argumentos resultan débiles en relación con una verdadera política conservacionista dado que, por un lado, la efectividad para la conservar la biodiversidad de pequeños parches de monte nativo en medio de vastos cultivos forestales es sumamente dudosa. Ni que hablar de la pobre actuación de estas empresas (ver artículo sobre Bolivia en este número y Boletines 1, 8 y 21 del WRM) en lo que respecta a la protección del ambiente. Ni tampoco de que su verdadero negocio -la extracción de petróleo- está devastando el ambiente, tanto a nivel local como global. Ni, finalmente, de que en el proceso de teñir de "verde" su imagen se están apropiando de más y más tierras en todo el mundo.
Artículo basado en información obtenida de: Federico Parapar, Ecología y Negocios, enviado por Miguel Rentería, 30/5/2000;