Un borrador de “Estrategia forestal revisada para el Grupo Banco Mundial” fue colocado recientemente en la página web del Banco Mundial (www.worldbank.org/forestry). Está previsto que este borrador de estrategia se discuta en un subcomité del Directorio del Banco Mundial a fines de setiembre y que sea adoptado por el pleno del Directorio a fines de 2001. Las estrategias pretenden brindar una guía al personal del Banco Mundial, pero sus recomendaciones no son obligatorias. Por otra parte, las Políticas Operacionales (PO) sí son documentos obligatorios y constituyen la referencia más importante a ser utilizada por los grupos de la sociedad civil para que el personal del Banco Mundial rinda cuentas sobre sus acciones.
El borrador de estrategia forestal contiene varias páginas donde se establecen las líneas generales de una nueva PO forestal. A semejanza del caballo de Troya, la aprobación de la estrategia por parte del Directorio del Banco Mundial incluiría la aceptación de la dirección fijada por la PO contenida en esa estrategia.
La PO tal como se esboza en el borrador de estrategia está dirigida a lograr que el Banco Mundial “vuelva a participar” en el sector forestal mediante la inversión directa en operaciones de madereo. El argumento esgrimido es que el Banco no puede ser eficaz en promover una mejor protección de los bosques sin ser un actor financiero en el negocio del madereo. En el mejor de los casos, el argumento es ingenuo. Actualmente se reconoce ampliamente que las causas subyacentes de la destrucción de los bosques se ubican fuera del sector forestal. Una Revisión de la Política Forestal efectuada por el propio Departamento de Evaluación de Operaciones del Banco (OED, por sus siglas en inglés) concluyó que las presiones más importantes que afectan los bosques son la corrupción, la liberalización del comercio y la globalización. Los programas de ajuste estructural del Banco Mundial financian precisamente las reformas de política económica que el OED considera como las fuerzas impulsoras de la deforestación. Pero el ajuste estructural no está sometido a evaluación ambiental. El Banco Mundial puede ejercer una gran influencia sobre el futuro de los bosques del mundo asegurando que sus propias operaciones no produzcan daños, así como a través de su diálogo político con los países deudores. Pero el texto de la PO no aborda estos temas críticos.
Tal como se la esboza en el borrador de estrategia, PO representa una ruptura con el Documento de Política Forestal de 1991 del Banco Mundial y la PO posterior sobre los bosques (PO 4.36) que prohibía explícitamente al Banco apoyar el madereo en bosques tropicales húmedos primarios. El apoyo del Banco Mundial al madereo, incluyendo la financiación por parte de la CFI y la OMGI (las filiales del Banco Mundial que subsidian el sector privado), abriría las compuertas a la expansión del madereo industrial en gran escala. Gran parte de ese madereo tendría lugar en los bosques primarios del mundo, donde las ganancias se generan rápidamente. ¿Y dónde quedan los derechos de los pueblos indígenas y otros pueblos que dependen de los bosques? ¿Y la protección de la biodiversidad y los servicios para los ecosistemas, como la protección de las cuencas?
Según el esbozo de PO, el Banco Mundial utilizaría dos instrumentos para abordar los problemas sociales y ambientales. Por un lado, aplicaría sus políticas de salvaguardia existentes, como las PO sobre Hábitats Naturales y Poblaciones Indígenas, y, por otro, promovería la certificación independiente de las operaciones forestales. El uso de estos instrumentos no resulta nada tranquilizador. Las políticas de salvaguardia existentes no se centran en los bosques y contienen suficientes vacíos y ambigüedades como para ser de escasa utilidad en materia de operaciones forestales. Por otra parte, el Departamento de Evaluación de Operaciones del Banco Mundial (OED) continúa documentando el pobre desempeño de la institución en la instrumentación de sus propias políticas de salvaguarda. Además, otra complicación adicional es que el Banco actualmente está reformulando algunas de estas políticas y debilitando los requisitos de las políticas relativos a la protección de los grupos vulnerables y el medio ambiente. Si bien la certificación independiente es teóricamente una herramienta prometedora para controlar el madereo desenfrenado, incluso el mejor sistema existente, como el Consejo de Manejo Forestal (FSC, por sus siglas en inglés), tiene grandes problemas para proteger las especies en riesgo y sufre una cantidad de problemas. Los mecanismos de certificación en los cuáles no se definen los criterios y normas internacionales ni los mecanismos de participación pública, son la mejor receta para el desastre.
El Banco Mundial necesita una política de salvaguardia (PO) para los bosques que sea fuerte y no contenga ambigüedades, que:
- garantice los derechos de los habitantes de los bosques;
- asegure que los préstamos al sector no forestal no dañen a los bosques ni a los pueblos que habitan en ellos;
- prohíba al Grupo Banco Mundial financiar el madereo en los bosques primarios.
Por: Korinna Horta, Environmental Defense, 22 de agosto de 2001.