El Día Internacional de la Mujer tuvo una celebración inusual en Brasil. En la madrugada del pasado 8 de marzo, cerca de 2 mil agricultoras vinculadas a la organización Vía Campesina realizaron una acción relámpago en las dependencias de la empresa celulósica Aracruz Celulose, en el municipio Barra do Ribeiro, cerca de Porto Alegre. El establecimiento Barba Negra es la principal unidad de producción de plantines de eucalipto y pino de la empresa para abastecer su fábrica de Guaíba, y tiene incluso un laboratorio de clonación de plantines.
La expansión del monocultivo de eucalipto en el Estado de Rio Grande do Sul viene transformando la región en un “desierto verde” improductivo desde el punto de vista de la soberanía alimentaria. Según Cristiane Gomes, coordinadora nacional del MST, la crítica a los “desiertos verdes”, que ocupan grandes extensiones de tierra que podrían ser utilizadas para la producción de alimentos por las familias en espera de la reforma agraria, viene fortaleciéndose entre los movimientos sociales. Por otra parte, las plantaciones industriales de eucalipto deterioran el suelo y consumen mucha agua: cada pie de eucalipto llega a consumir 30 litros diarios de agua.
La empresa Aracruz Celulose es la que posee la mayor extensión de monocultivos industriales de eucaliptos: más de 250 mil hectáreas plantadas en tierras propias, 50 mil solamente en Rio Grande do Sul. Con otras dos empresas –Votorantim y Stora Enso- ya se acerca a 250.000 hectáreas la superficie ocupada por los eucaliptos en el Estado. Las fábricas de Aracruz Celulose producen 2,4 millones de toneladas anuales de celulosa blanqueada, contaminando el aire y el agua y perjudicando la salud humana.
Según Vía Campesina, las plantaciones de eucalipto generan apenas un empleo cada 185 hectáreas, mientras que la pequeña propiedad genera un empleo por hectárea. Sin embargo, Aracruz Celulose es la empresa agroindustrial que recibe más dineros públicos: cerca de 1.000 millones de dólares en los últimos tres años.
“Si el desierto verde continúa creciendo, en breve faltará agua para beber y tierra para producir alimentos. No podemos entender cómo un gobierno que quiere acabar con el hambre, patrocina el desierto verde en lugar de invertir en la Reforma Agraria y en la Agricultura Campesina”, afirma el manifiesto de Vía Campesina elaborado especialmente para ser entregado a los participantes de la II Conferencia Internacional sobre Reforma Agraria y Desarrollo Rural (CIRADR) de la FAO.
En reacción a ese proceso fue que las mujeres llegaron en 37 ómnibus a los viveros donde la empresa prepara los plantines de eucaliptos para las gigantescas plantaciones industriales que abastecen su producción de celulosa. En la madrugada y en el término de 20 minutos, el grupo destruyó varios invernaderos y alrededor de 8 millones de plantines de eucalipto. Luego volvió a Porto Alegre para participar en la marcha organizada por Vía Campesina para conmemorar el Día Internacional de la Mujer.
Junto con los cerca de 1.500 integrantes del campamento de Via Campesina Brasil montado esa semana en ocasión de la referida conferencia CIRADR, marcharon unos 5 kilómetros hasta el lugar del evento de la FAO, para entregar a los representantes de los 81 países presentes su declaración sobre reforma agraria y desarrollo rural. Una vez llegados, la Brigada Militar intentó impedir que las mujeres se acercaran a la entrada. Finalmente, representantes del Ministerio de Desarrollo Agrario y de la FAO consiguieron que se permitiera el ingreso de 50 representantes. La ministra de Zimbabwe, que presidía la plenaria, interrumpió la sesión para ceder la palabra a dos militantes de Vía Campesina, que dieron lectura a un manifiesto del movimiento.
“Estamos contra los desiertos verdes, las enormes plantaciones de eucalipto, acacia y pino para celulosa, que cubren miles de hectáreas en Brasil y en América Latina. Sólo en el estado de Río Grande del Sur ya son 200 mil hectáreas de eucalipto. Donde el desierto verde avanza, la biodiversidad se destruye, los suelos se deterioran, los ríos se secan, sin contar la contaminación enorme generada por las fábricas de celulosa que contaminan el aire y las aguas y amenazan la salud humana”, afirman las mujeres en el manifiesto de Via Campesina. También expresaron su solidaridad con los pueblos indígenas cuyas tierras fueron invadidas por Aracruz Celulosa en el Estado de Espírito Santo (ver Boletín Nº 102 del WRM)
La acción provocó airadas protestas de distintos organismos del Estado y similares reacciones en los principales medios de prensa e incluso desde varias organizaciones no gubernamentales. Sin embargo, cuando Aracruz le roba sus tierras y desaloja por la fuerza a los indígenas Tupinikim y Guaraní, cuando ocupa miles de hectáreas de tierras productivas y las planta con eucaliptos, cuando esas plantaciones secan las fuentes de agua, cuando sus fábricas de celulosa contaminan los cursos de agua, lo hace con el beneplácito del gobierno y sin la oposición de esa prensa y esas organizaciones que hoy atacan la acción de las mujeres de Vía Campesina. La verdadera pregunta debería ser: ¿quién atacó primero?
Artículo basado en información obtenida de: “[8 DE MARÇO] Mulheres da Via Campesina ocupam fazenda da Aracruz no RS”, Vía Campesina, 08/03/2006, http://viacampesina.org/main_sp/index.php; “As lágrimas da Aracruz e a coragem das mulheres camponesas”, Cristiano Navarro, Conselho Indigenista Missionário, http://www.cimi.org.br/?system=news&action=read&id=1800&eid=259