Como pondera el geógrafo Carlos Walter Porto- Gonçalves, los modelos económicos pautados en actividades de monocultivo siempre serán incompatibles con un medio ambiente sano y equilibrado. Cualquier monocultivo en escala industrial, especialmente el vinculado a la plantación de millones de árboles clonados de eucalipto es incompatible con el propalado desarrollo sustentable.
Ya se ha registrado, en los dramas humanos vividos por el campesinado local, que la eucaliptización del Vale do Paraíba está generando una secuencia sin precedentes de devastación ambiental. Debido a la total ausencia de monitoreo estatal, las corporaciones empresariales responsables de la escalada oceánica del eucalipto en la región no respetan ninguna norma ambiental, y siembran el deletéreo monocultivo en las cimas de los montes, ultrajando áreas de manantiales, violando los bosques de galería y, especialmente en Taubaté, en el interior e incluso hasta la cuenca del río Una (manantial responsable del abastecimiento de agua potable para las poblaciones de Taubaté y Tremembé) que, aunque está oficialmente declarada como área protegida por la municipalidad de Taubaté debido a su significativa riqueza hídrica, paisajística y ecológica, está tomada por grandes plantaciones de eucalipto, ultrajando patente e impunemente las leyes de protección del medio ambiente que prohíben expresamente la implementación de actividades silviculturales en el seno de unidades de conservación ambiental dentro de las que se configura la expoliada cuenca del río Una.
Además, el monocultivo de eucalipto no puede aceptarse como bosque, ya que no cumple el ciclo biológico de devolución de los nutrientes tan característico de los bosques nativos, y es incompatible con la biodiversidad.
De hecho, los eucaliptales clonados, incluso por su baja capacidad foliar (su escaso follaje) interceptan muy poco las aguas provenientes de las lluvias, y, como se plantan en las cimas de los montes, casi toda el agua originada por las precipitaciones llega directamente al suelo, corre por la superficie descubierta y seca, se lleva los ínfimos nutrientes y contribuye así a la desertificación de las áreas de plantación y a la sedimentación de los cuerpos hídricos situados en los bajíos.
Asimismo, ante el rápido crecimiento de los árboles clonados (los eucaliptos poseen un ciclo de corte que actualmente gira en torno a los 6 años a partir del cultivo de las mudas), todos los nutrientes de la tierra empobrecidos debido a los árboles son transferidos y aniquilados en el proceso industrial de celulosa, en un proceso técnicamente conocido como exportación de campo, que deja las tierras devastadas, un paisaje lunar y enormes áreas sobrecargadas con los tocones muertos- legado final de este cultivo descontrolado.
Para agravar aún más los efectos nocivos para el medio ambiente, tenemos el hecho incontestable de que el monocultivo de eucalipto se alimenta con la aplicación de toneladas y toneladas de herbicidas, a base de glifosato (elemento químico altamente nocivo para el medio ambiente y cancerígeno) que, aplicados habitualmente en las cimas de los montes, terminan, con las influencias gravitacionales y los elementos climáticos, deslizando hacia las áreas bajas, contaminando manantiales, ríos, fuentes de agua en un ciclo todavía no debidamente demarcado de devastaciones sin precedentes, como la ocurrida recientemente en Piquete, donde, por la incidencia del glifosato, murieron más de 8 mil kilos de peces, cientos de cerdos, pájaros silvestres, anfibios y árboles frutales, por no citar la contaminación de los pobladores del entorno del gran latifundio de eucalipto responsable de la aplicación descontrolada de este nocivo agrotóxico.
En un estudio considerado punto de referencia sobre el tema, el científico Augusto Ruschi, nos asegura que el consumo impresionante de agua derivado del monocultivo de eucalipto es responsable de la deficiencia hídrica verificada en el ya devastado norte del estado de Espíritu Santo.
Aparte de ello, la formación de enormes latifundios recubiertos por el exótico cultivo termina aniquilando la diversidad cultural de las localidades campesinas, tornando inviable el desarrollo de la agricultura familiar y de la pequeña ganadería que desde hace siglos han sido implementadas por las poblaciones locales víctimas de la escala hipertrófica del monocultivo, haciendo que se extingan las manifestaciones culturales tradicionales como festejos populares, actos de devoción emanados de lugares considerados sagrados por la población oriunda, ahora suprimidos por los grandes latifundios de eucaliptos, consumando así todo lo malo que se pueda concebir en una región ya asolada por el avance del monocultivo.
El verde que recubre a la agroindustria, como vemos, es un engaño. Las vastas plantaciones de eucalipto no son bosques, y no generan ni la décima parte de la oferta de empleos pregonada por sus emprendedores. Todos estos cuestionamientos socioambientales ya están siendo realizados, con éxito, por la Defensoría Pública del Estado de San Pablo que, en tres acciones civiles públicas procesadas en São Luiz do Paraitinga, Distrito de Catuçaba y Piquete, logró decisiones judiciales que suspenden los proyectos futuros de monocultivo en esas localidades hasta que las empresas responsables de la explotación desmedida de los recursos naturales realicen los necesarios Estudios de Impactos Ambientales (EIA/RIMA) en cada plantación, debidamente dotados con las audiencias públicas ante las poblaciones afectadas.
Resumen del artículo “Eucalipto, monocultura e insustentabilidade ambiental”, de Wagner Giron de la Torre, Defensor Público en el Estado de San Pablo y Coordinador de la Defensoría Regional de Taubaté. El artículo completo fue publicado en la edición especial del Diario Contato como encarte de la 438ª edición conmemorativa del 364 aniversario de Taubaté-SP.