La meseta de Araripe, por tratarse de una región elevada, es de fundamental importancia para mantener el microclima local y para la hidrología de la región. Puede decirse también que es fuente de biodiversidad en la región agreste del Araripe Pernambucano. Es en esa región que una alianza público-privada está empeñada en promover el monocultivo de eucalipto como fuente de energía para la fabricación de yeso. Los organismos públicos involucrados son el Instituto Agronómico de Pernambuco (IPA) y la Universidad Federal Rural de Pernambuco y cuentan con el apoyo de los gobiernos estadual y federal. Entre las empresas privadas figura Suzano, que suministró las mudas de eucalipto, además de las empresas de yeso de la región, que afirman garantizar el 95% de la producción de yeso de Brasil.
Integrantes de dicha alianza público-privada sostienen que la plantación de eucalipto en gran escala, con hasta 300 mil ha sería una solución ‘sustentable’ a toda la demanda de energía del polo yesero de la región, para substituir el actual uso predominante de leña oriunda de la caatinga, y de petróleo. En las presentaciones realizadas en la región con el objetivo de promover tal idea, los investigadores afirman también que el eucalipto protegería el suelo, consumiendo relativamente poca agua y que los ‘bosques’ de eucalipto tendrían un valor adicional al servir como mitigadores de los cambios climáticos. Según lo divulgado en el Diario Oficial de Pernambuco en setiembre de 2011, el gobierno liberaría R$ 6.4 millones (cerca de US$ 3 millones) para ‘reforestación’ de ‘tierras degradadas’.
En primer lugar, es difícil pensarla como una solución ‘sustentable’ para mantener una actividad que, en realidad, no es para nada sustentable. Se trata de 40 minas de gibsita y 140 industrias de producción de yeso en la región, concentradas en las localidades de Araripina y Trindade. La actividad industrial provoca la formación de un polvo blanco –al lanzar la gibsita y el yeso a la atmósfera– que es origen de enfermedades respiratorias graves y perjudica la vegetación de los alrededores. No hay control ambiental ni un trabajo de recuperación de las áreas de minería. Además de eso, si se van a plantar 300 mil ha de eucalipto en esos municipios, no habría espacio suficiente aunque se plantaran en toda el área, ya que estos dos municipios juntos tienen un área mucho menor: 163 mil ha, 140 mil en Araripina y 23 mil en Trindade.
En segundo lugar, la plantación de eucalipto afectaría a los pequeños agricultores de la región que conforman la población rural y que ya sienten los impactos de las actividades mineras. La expulsión de agricultores también afectaría negativamente a la producción de alimentos en la región, recordando que nadie come eucalipto… Además, se sabe que el monocultivo de eucalipto es una de las actividades que menos empleo genera en el campo, o sea, no es una alternativa de ingresos para la mayoría de las familias campesinas. Tales prácticas en otros lugares, ampliamente divulgadas en publicaciones del WRM, muestran experiencias locales de los impactos negativos del monocultivo de eucalipto en el suelo y el agua.
Cabe preguntar, ¿el eucalipto significaría mayor protección de la caatinga? En primer lugar, no es verdad que se planta eucalipto en ‘tierras degradadas’. Este ha sido apenas el discurso, en todo el mundo, mientras que en la práctica las empresas siempre buscan tierras llanas y fértiles para plantar, o sea, las tierras en las que generalmente viven y trabajan comunidades campesinas. La experiencia del eucalipto en Minas Gerais también muestra que cuando se planta eucalipto para sustituir el uso de leña nativa como fuente de energía en procesos industriales, es el mismo eucalipto el que causa la gradual destrucción del bioma –el cerrado, en el caso de Minas Gerais. Esto solo podría resolverse si el agronegocio de caña, soja, maíz, eucalipto, etc., además de otros grandes proyectos como la minería y la ferrovía Transnordestina en la región de Araripina, fueran prohibidos o severamente restringidos en pro de actividades que beneficien verdaderamente a las poblaciones rurales, como lo haría el incentivo a la agricultura campesina.
Alegar que el eucalipto tiene un valor adicional para el clima es un chiste de mal gusto. Se trata de una absorción temporal de carbono (CO2) en los árboles de eucalipto en crecimiento, que se libera nuevamente cuando se produce la quema de la leña. El llamado ‘mercado de carbono’ –a través del cual los ‘créditos de carbono’ (CO2), ‘contabilizados’ en los eucaliptos en crecimiento, otorgan derechos para que las empresas contaminadoras sigan contaminando– no resuelve la crisis climática, sino que, por el contrario, posterga las medidas estructurales necesarias, como el cambio del modelo de consumo excesivo de energía y de la matriz energética basada en combustibles fósiles, que sí revertería la crisis climática. Además, es necesario recordar que, de la misma forma en que el petróleo, la biomasa es una tecnología arcaica, basada en el destructivo proceso de combustión a larga escala, que es intrínsecamente emisor de CO2 y contaminantes, a lo que se agrega que no existe un fundamento científico consistente para afirmar que en todo el ciclo productivo, la energía de biomasa emite menos carbono que el petróleo.
Otra amenaza relacionada a la expansión del eucalipto es la introducción del eucalipto transgénico en la región. La empresa Suzano, interesada en plantar eucalipto en Pernambuco, es la más activa en Brasil en el área de investigación de eucalipto transgénico. Adquirió recientemente una de las empresas más reconocidas en el área, FuturaGene del Reino Unido; consiguió autorización para realizar plantíos experimentales en Brasil. Además, la empresa Suzano presiona intensamente para obtener autorización de su uso comercial. Los riesgos de esta técnica son diversos, incluyen el aumento del uso de agrotóxicos y la contaminación genética de la fauna nativa; pero el solo hecho de la no fiabilidad de la modificación genética debería ser motivo suficiente para que las autoridades prohibieran el uso de esta tecnología, incluso de manera ‘experimental’.
Por último, en la región de Araripina se repite, como en otras áreas de expansión del monocultivo de eucalipto, la falta de consulta a la población local sobre la presencia del plantío de eucalipto. Quienes piensan en ello son un grupo pequeño de instituciones de investigación, empresarios y políticos. Sin embargo, las poblaciones que durante varias generaciones han vivido en la región deberían ser las primeras en opinar sobre cuál será el futuro de su región. No se puede aceptar que sean solo algunos investigadores los que indiquen qué áreas están ‘disponibles’ para el eucalipto. ¿Qué significa ‘disponible’ para ellos? ¿Los habitantes de dicha región concuerdan en que sus territorios estén ‘disponibles’ para ese objetivo?
Es por ello que los habitantes y las organizaciones de la región, como el Movimiento de los Pequeños Agricultores (MPA), han denunciado este proceso y realizado acciones, por ejemplo, organizando seminarios y firmando un manifiesto en el que denuncian que el dinero público, que debería estar destinado al fortalecimiento de la agricultura campesina, es destinado a la investigación para beneficio únicamente de las empresas privadas. Declaran también que inclusive deberían prohibirse los plantíos experimentales, porque se establecieron dentro del Área de Protección Ambiental (APA) de la Chapada de Araripe, así como también prohibirlos en cualquier zona de producción campesina.
Winnie Overbeek (artículo basado en la visita de campo realizada a la región en mayo de 2013).
Referencias:
- Diário Oficial do Estado de Pernambuco –18/09/2011, pg. 2– “Convênio libera R$ 120 milhões para o Sertão de Araripe”.
- Apresentação “O eucalipto como fonte energético no Pólo Gesseiro de Araripe-PE”,http://www.itep.br/siteteste/images/Biblioteca/eucalyptus%20como%20alternativa%20no%20pga%20modo
%20de%20compatibilidade.pdf
- http://araripesolarsustentavel.wordpress.com/