Ya desde finales del siglo XVII existen registros de preocupación con la eliminación de los bosques. A partir de entonces, algunos estudiosos afirmaban que era necesario el desarrollo de conocimientos para la explotación adecuados a la realidad de los bosques tropicales y que la forma en que estaba siendo realizada, así como la concepción esclavista, eran destructivas y degeneraban la moral de la nación. Sin embargo, quedaron como referencias de posibilidades históricas que se abrieron, pero que no tuvieron continuidad efectiva a largo plazo, pues la sociedad señorial y patriarcal brasileña optó por el monocultivo extensivo y por una economía agroexportadora, latifundista y esclavista. Esta forma de vida social y económica impuso un modelo de relación sociedad- naturaleza de tipo utilitarista, inmediatista y predatorio.
En la cuestión forestal, esta lógica avanza especialmente a través de organismos públicos dominados por la lógica privada como el Servicio Forestal, que en 1911 se torna un gran productor y difusor del Eucaliptus sp. en detrimento de las investigaciones que intentaban establecer otras especies para las más diversas finalidades. Una de las consecuencias es que en 1935 la cubierta forestal de San Pablo ya había sido reducida al 26,2%.
En la misma lógica de la Revolución Verde, a partir de la década de los 70 el “sector forestal” deja de tener solo acciones puntuales, y además de planificaciones a medio y largo plazo, pasa a tener programas y acciones políticas con masivas inversiones públicas a fondo perdido e incentivos fiscales. Esto pone en evidencia que las empresas privadas brasileñas denominadas “forestales” fueron, en realidad, gestadas con dinero público, y a cambio, se convirtieron en un flagelo para miles de familias, especialmente de las llamadas poblaciones tradicionales.
Como resultado de esta política, Fanzeres resalta que: A partir de aquel momento, comienza a delinearse una serie de conflictos y disputas, ahora llamados de carácter socio- ambientales. Sin embargo, hasta el retorno y solidificación de las libertades políticas en Brasil, iniciado en 1985, las disputas eran mantenidas bajo un carácter local y aislado. La memoria de quienes vivieron esos momentos reconstruye las acciones de las empresas o de sus intermediarios como revestidas de violencia moral o física, causando inclusive la muerte de muchos. Las disputas que hoy se denominan sociales ocurrían básicamente por la apropiación de tierras a costo cero o a precios simbólicos. Etnias indígenas y quilombolas, aún más desempoderadas que los trabajadores rurales que también ocupaban esas tierras sin título de propiedad, fueron igualmente expulsadas o cercadas por vastas extensiones de plantíos de árboles. En seguida comenzaron los problemas ambientales debido a la tala para la substitución del bosque nativo, inapropiado para los fines industriales pretendidos; y la utilización de productos químicos para combatir a hormigas y otros males que atacan a los monocultivos de árboles. Los impactos relacionados con los recursos hídricos, que demuestran claramente la combinación socioambiental al perjudicar la supervivencia humana y la de la biodiversidad nativa, en realidad, solo surgieron con posterioridad a la implantación de estos plantíos. Y actualmente es uno de los temas de suma importancia a ser debatido y resuelto en relación a las vastas plantaciones de árboles.
Es dentro de una coyuntura internacional de plena “guerra fría”, de una concepción hegemónica de cuño desarrollista para el país, tecnicista para las ciencias agrarias, y de gran efervescencia de las disputas políticas que posteriormente resultan en un golpe militar pro-capitalista en Brasil, que pasa a ser reconocida la necesidad de un profesional con una formación orientada a las cuestiones de la producción forestal en el país.
Ladeira y Ehlers describen en sus trabajos que: Los institutos de investigación y las escuelas de agronomía creadas a comienzos del siglo XX sufrieron la influencia de diferentes convenios, como el acuerdo MEC/USAID. Otros ejemplos son los acuerdos con la Fundación Ford, la Fundación Rockefeller y la Alianza para el Progreso. Estos convenios se materializaban en la donación de equipamientos científicos, materiales bibliográficos, recursos humanos, [había gran intercambio entre profesionales de EEUU y Brasil], y financieros. Las principales escuelas de agronomía brasileñas (ENA, ESALQ, UFP, UFRGS y UFV,) influenciadas por las escuelas norteamericanas de Purdue, Ohio, Wisconsin y North Carolina, reformularon sus currículos, estructuras y metodologías de enseñanza, investigación y extensión, comenzaron a privilegiar las áreas y disciplinas directa e indirectamente relacionadas con la adaptación y validación del modelo agrícola emergente, que ya era convencional en EEUU y Europa. La carrera de Ingeniería Forestal, creada en 1960, está inmersa en este contexto.
Esta descripción reafirma lo que se está exponiendo aquí, y lo que un ingeniero forestal formado en 1976, entrevistado por France Coelho dice al retratar la concepción de las carreras de ingeniería forestal: “Entonces, existía aquello de agrónomo-silvicultor. Quiere decir, la Ingeniería Forestal era pura silvicultura. Completamente fuera de la cuestión, el manejo forestal. Quiere decir, no trabajaban bosques, trabajaban reforestación. Silvicultura, como “EL ARTE DE HACER BOSQUE”, pero no trabajaban con el bosque en sí, no trabajaban con el bosque nativo, natural”.
La carrera de Ingeniería Forestal de la Universidad Federal de Viçosa, desde su surgimiento, dadas las relaciones intrínsecas y crecientes con la iniciativa privada, hereda hasta hoy todas las concepciones aquí presentadas. Para tener una noción de lo que ocurre con las investigaciones en el Departamento de Ingeniería Forestal (DIF) de la UFV, analizamos la participación de cada sector en la financiación de las investigaciones registradas por el DIF. De los casi doce millones de reales que se invirtieron en el período, el 83% tiene origen en algún organismo público y el 17% es de instituciones privadas, lo que es bastante significativo. Sin embargo, las empresas privadas se apoderan también del 53% del dinero público destinado a la investigación en el Departamento. Y debemos recordar que lo más costoso es la infraestructura, el pago de salarios, y toda la inversión desde la formación hasta el doctorado, que no está contabilizada y se pagan con dinero público.
Entre las líneas de investigación en las áreas de conocimiento, percibimos que la de Medio Ambiente, como un todo, es la única que no tiene la mayor parte de sus recursos destinada principalmente a las necesidades privadas de grupos empresariales. No es casualidad que a esta área esté destinado el menor volumen de recursos, apenas el 13% de todos los fondos que entran en el DIF para investigación.
Respecto al objeto de investigación, a pesar de tratarse de un país tropical, el 44% de los proyectos de investigación absorbe el 55% de los recursos que entraron al Departamento para el desarrollo científico-tecnológico, y se destinaron a estudiar una sola especie, el Eucaliptus sp. Y podemos afirmar también que existe relación directa entre investigar tecnología vinculada al eucalipto y beneficiar mayoritariamente a la iniciativa privada, porque de las 213 investigaciones con la especie mencionada, el 76% de ellas, o sea el 80% de los recursos que se destinan a ella tienen primacía en los avances productivistas del sector privado.
Ante todo esto, se necesitan mucha arremetidas, disposición y osadía, como está demostrando el movimiento estudiantil y otros movimientos sociales populares al realizar el trabajo militante de día tras día en la construcción y el fortalecimiento de sus entidades representativas en todos los niveles, a través de asambleas, congresos y diferentes acciones como marchas, manifestaciones culturales que adoptan las más diversas formas, ocupaciones del decanato, lucha por la extinción de las fundaciones en las universidades e intentos para impedir los convenios de las universidades con estas empresas. Además, en la lucha positiva, exigir investigaciones que beneficien efectivamente a las poblaciones tradicionales y campesinas.
Estos choques son inevitables; a ese proceso de privatización de lo público, el sociólogo Francisco de Oliveira responde que es esencial la destitución del habla a través de la desmoralización del discurso y de la descalificación de los opositores con el objetivo de la anulación de la política, “la imposición de un consenso, al modo de las dictaduras”. Y esto lo observamos fácilmente dentro del DIF, y de la UFV en su totalidad, cuando se estigmatiza peyorativamente a los grupos que se oponen a esta política privatizadora o al modelo de producción hegemónico como los “eco-plomazos” o “neo-hippies”. Y cuando ello no es suficiente, la tutela -con la creación de medios para disminuir la autonomía estudiantil- y/o la violencia psicológica y muchas veces la física entran en escena.
Aún así, la lucha por una Universidad Democrática y Popular continúa, especialmente en los corazones y en las mentes de los estudiantes combativos que se organizan en sus varias entidades representativas.
Por: Ingeniero Forestal Vladimir Oganauskas Filho, correo eletrónico: florestavladimir@yahoo.com.br.
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