El acceso a las 32 comunidades quilombolas de Sapê do Norte en el estado de Espíritu Santo, ubicadas en las localidades de São Mateus y Conceição da Barra, es uno de los más confusos. En la extensa planicie que se forma en el litoral norte del estado, en un paisaje monótono y homogéneo, donde predomina el eucalipto, hay pocas referencias que indiquen el camino. En cuanto a los símbolos, sólo hay mensajes empresariales: a) interdicciones: “Prohibido cazar”, “No entre, área bajo manejo forestal”; b) Carteles publicitarios: “Manejo forestal sustentable”, “Preserve el bosque”; y c) ubicación de las áreas de plantío: “CB-113H”.
En los 20 km. de camino de tierra del acceso al quilombo de Roda d’Água, por ejemplo, en la localidad de Conceição da Barra, no hay frutales nativos, piedras, mangos, declives, colinas, curvas, pasto, café, casas, negocios, gente; nada que pueda servir como referencia espacial. El monocultivo de eucalipto impone al GPS como única opción posible de localización: “18° 35’ 31” S, 39° 44’ 4” W”.
Registros de otros tiempos resisten en el discurso y en las referencias espaciales de las 1.200 familias que aún habitan menos de 10 mil hectáreas de Sapê, que un día fueron 250-300 mil hectáreas, según estiman los técnicos del INCRA [Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria].
La combinación del cultivo en gran escala con el manejo químico y genético de una única especie de árbol de rápido crecimiento ordenó una lógica espacial en la que la diversidad y la heterogeneidad dejaron de tener lugar. Aisladas en medio de 100 mil hectáreas de eucalipto que conforman el llamado Desierto Verde, las comunidades quilombolas demarcan la presencia histórica de otra territorialidad, sacada del tiempo (ana-crónica) y del espacio (u-tópica) del agronegocio cartesiano. De hecho, parte de los quilombolas de Sapê, principalmente los de Conceição da Barra, con 70% del área municipal cubierta por el monocultivo, vive de los residuos de la madera, conquistados en constantes conflictos en torno a las plantaciones de eucalipto. La actividad de recolección de residuos y de la producción de carbón, como última alternativa de vida, demuestra la incorporación subordinada de numerosos jóvenes y adultos (hombres, en su mayoría) a la lógica de la expropiación mercantil empresarial.
En los últimos 40 años, el destino histórico y ambiental de Sapê do Norte estuvo directamente relacionado con la capacidad de producir fibras homogéneas para el consumo de papel en los países del Norte, siguiendo un modelo productivo predatorio y un modelo agrícola devastador. Implantadas desde los años 1970, bajo la égida de los Actos Institucionales de la dictadura militar, y desde entonces apoyadas por abultados créditos del BNDES, exoneraciones fiscales y flexibilización de las leyes laborales y ambientales, las grandes empresas del agronegocio del eucalipto (Aracruz/Fibria, Votorantim, Suzano, Plantar, Veracel, Stora Enso, Jaakko Poyry) y los conglomerados internacionales de la industria del papel (Proctor and Gamble, Kimberly Clark, Siemens, Banco Mundial, Banco Nórdico de Inversión, Banco Europeo de Inversión, etc.) fueron los responsables de una violenta e abrupta transformación del paisaje.
La substitución de la Mata [bosque] Atlántica por el eucalipto; el diseño y el corte de nuevas carreteras para el transporte de madera y maquinaria agrícola; el aterramiento de lagos y nacientes; la semiaridización del clima con la caída de los índices pluviométricos; la desaparición de más de 100 arroyos y la contaminación de otros tantos con agroquímicos; la destrucción de escuelas, harineras, casas y equipamientos comunitarios; además de las amenazas y desalojos forzados, provocaron un éxodo rural sin precedentes. La Comisión Quilombola de Sapê do Norte estima que, de las 12 mil familias que habitaban la localidad, resistieron solo 1.200. Nada menos que el 90% migró hacia las periferias urbanas de la región norte de Espíritu Santo e inclusive hacia la región metropolitana de Vitória.
En el Sapê do Norte de los quilombolas, el vasto territorio que los hospedó y protegió del sistema colonial y esclavista del imperio, así como de la aristocracia agraria de la Vieja y Nueva República, y principalmente la convivencia con la Mata Atlántica garantizaron el extractivismo y una agricultura familiar y campesina diversificada, con relevancia de la mandioca y la producción de harina, tradición regional desde el siglo XVII.
Pero en el período de dos o tres generaciones, la implantación de bloques macizos de eucalipto se realiza pari passu a la deconstrucción, al reprocesamiento y a la reconstrucción del espacio socioambiental, aislando y enterrando casi todas las referencias económicas, culturales, religiosas, sociales -en suma territoriales- de los quilombos. Casi todas, porque es en ese contexto que la agricultura quilombola sobrevive, en la insistencia de los pequeños cultivos, de entre dos y diez hectáreas, en el entorno inmediato de sus huertos y comunidades.
Destinataria de una tradición secular, con claro protagonismo de las mujeres, la mayor parte de las 1.200 familias quilombolas de Sapê planta y cría de forma diversificada. Sus miembros investigan y conservan especies de mandioca, maíz, poroto, sandía, zapallo, quiabo (Hibiscus esculentus), pepino, coco, mango, yaca, cajá (Spondiasmombin), banana. Reelaboran prácticas tradicionales y testean técnicas de manejo. Acceden a canales de comercialización en las ferias locales y regionales y promueven continuos intercambios inter comunitarios de semillas y prácticas agrícolas, tejiendo una red informal pero de extrema capilaridad social.
En medio del eucaliptal, la agricultura quilombola encuentra caminos para sobrevivir y luchar por la reconquista de sus recursos naturales y patrimonio genético. En el quilombo de Angelim Santa Clara, en Conceição da Barra, un área de siete hectáreas sirve como experimento para el plantío y el manejo de mudas pioneras de árboles de la Mata Atlântica. En el quilombo de São Cristóvão, campos de reproducción de mandiva (tallos de mandioca) aseguran la preservación de variedades regionales de mandioca. En los quilombos de Divino Espírito Santo, Roda d’Água y Angelim, a través del trabajo en cooperativa, se reirguieron tres harineras tradicionales. En Linharinho, la producción de harina aumenta más allá de la capacidad instalada de producción de mandioca. La demanda de expansión de esos experimentos sobre la tierra de sus ancestros presiona el status quo empresarial y no se basa solo en el argumento del pasado histórico, sino principalmente sobre las expectativas de futuro de las nuevas generaciones.
El modelo agrícola de los plantíos homogéneos interpreta a la resistencia productiva quilombola como una variable externa de su sistema de control espacial y requiere al Estado una absoluta seguridad jurídica, aunque solo sea posible mediante la expulsión y la criminalización. Por otro lado, la agricultura quilombola avanza e interpreta al territorio a partir de la identificación y de la creación de referencias de destino para su larga tradición que sobrevive en las comunidades y exige que ese mismo Estado garantice sus derechos, solo reconocidos en la Constitución de 1988, un siglo después de la tardía y formal abolición de la esclavitud.
En la esfera de la resistencia productiva y de la construcción de alternativas, la agricultura quilombola se encuentra con el enorme desafío de preparar la reconversión de las tierras reconquistadas y en disputa. ¿Cómo recuperar el suelo de un área donde se plantó eucalipto durante 40 años? ¿Cuáles son las especies cultivadas o los árboles pioneros en la transición que deben ser introducidos entre las filas de tocones de eucalipto? Son preguntas que inquietan a la Agroecología en general y a las familias agricultoras quilombolas en particular.
La reconversión de un área de eucalipto poscorte, sea para la Mata Atlántica o para el plantío de alimentos, es uno de los principales desafíos técnicos que deben enfrentarse. Porque no alcanza con recuperar el dominio de la tierra para romper el círculo vicioso del eucalipto que, después de la extracción por tala rasa, rebrota con enorme vigor. La recuperación de las tierras es condición esencial; sin embargo, no garantiza en sí la reconquista territorial en su sentido identitario y cultural. Serán necesarias algunas generaciones para que se reestablezca la territorialidad y el uso de esas tierras. En ese aspecto, la transmisión de la memoria de las generaciones anteriores a Aracruz para los jóvenes quilombolas es de fundamental importancia, porque guarda la experiencia del bosque y de un territorio pleno de identidades y referencias culturales, algo ignorado por las generaciones posteriores al eucalipto.
La Agroecología adquiere, por lo tanto, una importancia estratégica en esa reconquista. El desarrollo de los tests agrícolas en curso en las comunidades, el fortalecimiento de las redes de intercambio de semillas y las técnicas y prácticas de manejo del rebrote del eucalipto son algunos de los procesos en el campo de la práctica y la teorización agroecológica. Así, el debate territorial de Sapê do Norte aporta cuestiones esenciales para la transición agroecológica y tensa, desde un lugar específico y singular, todo el modelo global Norte-Sul.
En la construcción de la contrahegemonía, la Comisión Quilombola de Sapê do Norte viene articulando la resistencia política a la resistencia productiva, actuando en redes de influencia sobre el Estado y sus políticas públicas. Para impedir el nuevo boom de la expansión de los monocultivos de eucalipto, incide de forma crítica e intencional sobre un conjunto de políticas y programas gubernamentales: regularización latifundista, crédito y extensión rural, políticas agrícolas y forestales, licenciamientos y demarcaciones, exoneraciones fiscales, abastecimiento, etc. Frente a un vasto y extenso repertorio de violaciones, los quilombolas se organizan para exigir la titulación de su territorio y presionan por la efectivización de otros derechos: agua sin agrotóxicos, alimentación, educación y salud están en la agenda de las movilizaciones, en el Grito Quilombola, en el Festival del Beiju (principal alimento quilombola en Sapê, producido a partir de mandioca y coco, y representante de una cultura alimentaria transmitida por generaciones), en el 13 de mayo [fecha de la abolición de la esclavitud], en el 8 de marzo [día internacional de la mujer].
Entre las diferentes arenas políticas en las que actúan los quilombolas de Sapê do Norte, el debate sobre alimentación ha demostrado ser un espacio fértil de disputa y articula un campo contra-hegemónico desde el plano nacional hasta el regional.
La tesis defendida por la Misión Quilombola es que el contexto de inseguridad alimentaria en Sapê do Norte solo puede ser enfrentado desde el debate territorial. Las políticas gubernamentales que deben asegurar el alimento, por medio de canastas básicas, de la Bolsa Familia y de la merienda escolar, son precarias y no llegan al conjunto de las 1.200 familias de las 32 comunidades. Por ahora, el carbón producido a partir de los residuos del eucalipto aún es la mayor fuente de ingresos y trabajo en las comunidades quilombolas, evidenciando el lado más perverso de ese modelo de desarrollo. Con el estudio de un grupo focal proveniente de 11 quilombos, el informe del seminario “Agroecología y seguridad alimentaria y nutricional en las comunidades quilombolas de Sapê do Norte”, de 2008, señala al monocultivo del eucalipto como la causa principal de inseguridad alimentaria y nutricional de esas comunidades, en la medida en que ha provocado un intenso proceso de desestructuración de sus modos de vida tradicional y sistema de producción agroextractivista que garantizaba alimentación diversificada para las familias.
La transición hacia un nuevo modelo agrícola, fundado en la seguridad y soberanía alimentaria, exigirá políticas públicas territoriales estructurantes, que integren el plano de la producción en las comunidades con los mercados locales, especialmente con las llamadas compras públicas, en los ámbitos municipales y estatal. La alimentación escolar brindada en las escasas escuelas que aún quedan en las comunidades puede migrar de galletitas rellenas hacia alimentos típicos como el beiju, la pamonha y elcuscuz, fortaleciendo la producción comunitaria y la cultura alimentaria quilombola. La canasta básica puede servir de palanca hacia la transición productiva y hacia la Agroecología quilombola, por medio de programas como la Compra Anticipada, que adquiere alimentos en las propias comunidades. El programa Bolsa Familia, si es universalizado para todas las comunidades y adecuado a los lazos de parentesco ampliado, puede disminuir la subordinación familiar a los ingresos oriundos del carbón. En fin, las políticas de Estado, que regulen los plantíos empresariales y promuevan la reducción de las desigualdades sociales y raciales, son instrumentos centrales para el destino de los quilombolas de Sapê do Norte.
El 6 de noviembre de 2009, el Incra publicó finalmente en el Diario Oficial de la Unión el memorial descriptivo de delimitación de 1.219 hectáreas del territorio de las comunidades de Serraria y São Cristóvão, en São Mateus. Se están concluyendo otros informes, como los de São Jorge, Linharinho y Angelim. En el territorio en reconquista, las comunidades van (re) estableciendo colectivamente sus puntos de referencia y autoidentificación. En las granjas y en las áreas comunitarias, en los pequeños rincones de las empresas, en los caminos entre las comunidades, el paisaje del eucalipto está siendo gradualmente modificado, acompañado de plantíos, pancartas, símbolos. Signos de un territorio en reconstrucción, bajo la bendición de muchos orixás (divinidades afrobrasileñas).
Por Marcelo Calazans, coordinador regional de FASE Espírito Santo, miembro de la Red Desierto Verde y de la ACA. marcelo.fase@terra.com.br. El presente artículo es un resumen del informe: “Agricultura, identidade e território no Sapê do Norte quilombola”, publicado en la Revista Agriculturas: Experiências Em Agroecologia, Volume 7, Número 1 - Construção de territórios camponeses”.
(1) Quilombos: comunidades afrobrasileñas tradicionales, formadas a partir de esclavos que lograron escapar al cautiverio