Se inició en el Norte de Espírito Santo, en el Extremo Sur de Bahia y en el Noreste de Minas Gerais un nuevo ciclo de aumento de la producción de celulosa de eucalipto para exportación, con la inauguración en el año 2002 de la nueva fábrica de Aracruz Celulose. Esta empresa aumentó su producción anual de celulosa de 1,2 a 2,0 millones de toneladas, con previsiones de llegar a 2,4 millones de toneladas. Veracel Celulose, de propiedad de Aracruz y de la sueco-finlandesa Stora Enso, está construyendo en este momento su primera fábrica de celulosa de eucalipto, la mayor del mundo, con una capacidad productiva de 900 mil toneladas al año. Bahia Sul Celulose, de propiedad de Suzano Papel e Celulose, triplicará su producción anual de celulosa y pretende llegar a 1,7 millones de toneladas. Cenibra, del grupo japonés Japan Brazil Paper and Pulp, duplicará su producción anual a 1,7 millones de toneladas.
Con estos aumentos, la región, que ya contaba con la mayor producción del Brasil de celulosa de eucalipto para exportación, aumentará su producción anual de 2,7 millones de toneladas a 6,7 millones de toneladas de celulosa.
Las fábricas de celulosa surgen en la región como símbolos del desarrollo y del progreso, y son prestigiadas en sus inauguraciones por presidentes de la república. Sin embargo, muchos aspectos llaman la atención, tales como:
- el gigantesco volumen de inversiones públicas en la construcción de una fábrica de celulosa. La nueva fábrica de Aracruz consumió aproximadamente mil millones de reales (USD 310 millones) del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES). El BNDES prestó aproximadamente mil quinientos millones de reales (USD 470 millones) para que Veracel pudiese construir su nueva fábrica.
- la generación directa de empleos es pequeña, en comparación con el volumen de las inversiones; en el caso de la nueva fábrica de Aracruz, extremadamente automatizada, se crearon solamente 173 empleos en un país con un alto nivel de desempleo.
- la promesa de puestos de trabajo en la construcción de una fábrica de celulosa atrae a un gran número de trabajadores a la región. Muchos de ellos, aún sin conseguir trabajo, terminan quedándose. A falta de otras opciones de empleo y de infraestructura local, es común constatar un aumento de los problemas sociales en las comunidades próximas a las fábricas de celulosa como el hambre, la violencia, el uso y el tráfico de drogas y la prostitución infantil.
- las tecnologías y máquinas principales utilizadas para el proceso de fabricación de la celulosa y la tala de eucalipto, son importadas de Noruega, Finlandia, Suecia, Suiza y Alemania, de empresas como Andritz-Ahlstrom, Kvaerner, Metso, Jaakko Poyry, ABB, Siemens y Voith Paper. Por ello, no sorprende que el European Investment Bank (EIB) y el Nordic Investment Bank (NIB) hayan financiado, por ejemplo, la construcción de la fábrica de Veracel, con USD 80 millones (EIB) y USD 70 millones (NIB) respectivamente. Cabe destacar que aproximadamente 95% de la celulosa producida se exporta nuevamente a los países del Norte, principalmente a Europa, y se destina, mayoritariamente, a la producción de papel descartable.
- el consumo de agua es muy alto; a vía de ejemplo, las tres fábricas de Aracruz consumen 248.000 m3 por día. Esto significa aproximadamente el consumo de agua de una ciudad con 2,5 millones de habitantes, considerando un consumo promedio de 100 litros por persona por día. Para ello, la empresa desvió tres ríos en la región y construyó, sin respetar la legislación ambiental, un canal que trae agua de un río interestadual. Y todo eso sin pagar un centavo por el agua.
- A pesar de la introducción de tecnologías ambientalmente menos perjudiciales, en el año 2002 Aracruz Celulose produjo todavía 203,8 mil toneladas de celulosa utilizando cloro elemental para blanquear el producto, provocando la formación de organoclorados, productos extremadamente tóxicos como la dioxina.
- La exportación de celulosa garantiza a las empresas la exoneración del principal impuesto, el ICMS (impuesto sobre la circulación de mercaderías y servicios), llevando por ejemplo, a la situación contradictoria y preocupante en Espírito Santo, donde el gobierno del estado debe 266 millones de reales (USD 84 millones) a la empresa Aracruz.
- Se inició asimismo un nuevo ciclo de expansión de las plantaciones de eucalipto en la región para garantizar materia prima para las nuevas fábricas. De esta forma, la plantación de monocultivos de árboles prevaleció sobre la tan necesaria reforestación con especies nativas. Cientos de productores rurales perdieron su sustento y empleo, porque las tierras donde trabajaban y vivían fueron compradas por las empresas. La reforma agraria se vio gravemente perjudicada en una región con más de 7000 familias sin tierra acampadas y esperando por tierra.
Estos y otros factores muestran como la producción de celulosa en gran escala beneficia principalmente a las empresas que plantan eucalipto y a un grupo pequeño de trabajadores permanentes, además de a empresas, bancos y consultores europeos. Los grandes perjuicios, directos e indirectos, son sufridos por las comunidades locales, lo que llevó a la creación, hace cinco años, de la Red Alerta contra el Desierto Verde, una resistencia articulada de comunidades locales, movimientos rurales y entidades de apoyo, que luchan contra este nuevo ciclo de expansión que fortalece la lógica desigual y excluyente de un modelo de desarrollo impuesto a la población.
Por: Winfried Overbeek FASE/ES, correo electrónico: winnie.fase@terra.com.br