Paulo Henrique de Oliveira, dirigente Tupinikim de Caieiras Velhas y coordinador de la Articulação de Povos e Organizações Indígenas do Nordeste, Minas Gerais e Espírito Santo - APOINME (Articulación de pueblos y organizaciones indígenas del Noreste, Minas Gerais y Espírito Santo) y Antônio Carvalho, jefe Guaraní, estuvieron en Europa en abril y marzo de 2006 con el objeto de dar publicidad a su lucha para demarcar las tierras de los Tupinikim y Guaraní en el estado de Espiríto Santo. En el correr de tres semanas visitaron Noruega, Holanda, Alemania y Austria, donde departieron con varios grupos acerca de las 11.009 hectáreas de sus tierras que actualmente están en manos de Aracruz Celulose, el gigante brasileño de la pulpa de papel. Lo que sigue es el relato del viaje de Paulo de Oliveira.
“Salimos de Brasil el 25 de abril con el propósito de mostrar lo que está pasando con los indígenas en Brasil y más específicamente en el estado de Espíritu Santo, donde el territorio indígena está ocupado por una empresa multinacional, Aracruz Celulose S.A., de la que algunos países europeos, entre otros países, son accionistas.
En Noruega, país que invierte 34 millones de coronas (aproximadamente 4,5 millones de euros) en la empresa, nos reunimos con el Banco de Noruega, con parlamentarios y con el Consejo de Ética del Fondo de Pensiones del Gobierno. Les pedimos que retiraran todas las inversiones que tienen en esta empresa.
Algunas de las empresas que le compran celulosa a Aracruz están en Alemania. Allí participamos en reuniones con algunas de ellas y con el Consejo de Manejo Forestal - FSC (parte de las operaciones de Aracruz fueron certificadas por el FSC en tanto bien manejadas), con el Ministerio de Desarrollo, con parlamentarios del Partido Verde y con algunas ONG. Conversamos sobre la falta de respeto de Aracruz Celulose a los indígenas y a la Constitución brasileña, que garantiza los Derechos Indígenas. Solicitamos a las numerosas personas y organizaciones que conocimos que presionaran a Aracruz para que devuelva las tierras y respete la decisión del ministro de Justicia y para que el gobierno brasileño demarque las tierras Tupinikim y Guaraní lo más pronto posible y haga cumplir la Constitución de Brasil.
En este viaje tuvimos varias ocasiones de conversar con otras ONG para fortalecer nuestra lucha y nuestra organización y de comprobar que los europeos son muy sensibles a la causa indígena y se esfuerzan mucho para ayudarnos. Por ejemplo, los niños de una escuela que visitamos no dudaron en lustrar zapatos para recaudar fondos con que contribuir a nuestra lucha.
Sin embargo, espero que los políticos, las empresas, el Ministerio de Desarrollo, el FSC y el Banco que visitamos puedan cumplir sus promesas y que Aracruz devuelva las tierras. Espero que el gobierno acelere el proceso de demarcación y que podamos continuar nuestra lucha, ayudando a nuestros hermanos y hermanas que luchan por sus tierras, por sus derechos, por su dignidad, porque nuestra lucha no termina aquí. Este es apenas el comienzo de una lucha por una vida mejor y un planeta mejor.”
La resistencia de los pueblos Tupinikim y Guaraní parece estar dando sus frutos. Ha sido tal el descrédito internacional de Aracruz por su usurpación de las tierras indígenas, que la propia empresa ha anunciado recientemente que decidió “solicitar el retiro voluntario temporal de la certificación del FSC (Consejo de Manejo Forestal) de los bosques [plantaciones de eculiptus] que pertenecen a su Unidad Guaíba, ubicada en el Estado de Río Grande do Sul. Esta certifcación, que fue obtenida antes de la adquisición de esa unidad, había sido previamente revalidada tres veces consecutivas y expiraba en diciembre de 2006”.
¿Qué tiene que ver esto con la lucha en Espíritu Santo? La propia Aracruz reconoce la conexión. En su comunicado de prensa (en http://www.aracruz.com.br/web/en/imprensa/noticias/noticias178.htm) afirma que “algunos accionistas habían expresado al FSC su preocupación por la revalidación del certificado de la UG [Unidad Guaiba] –no con relación al manejo forestal en Río Grande do Sul, sino por la disputa de tierras entre la Unidad Barra do Riacho de la empresa (distante más de 2.000 km) y las comunidades indígenas del Estado de Espíritu Santo”. Claramente se trata de una acción de control del daño. De esta forma, Aracruz reconoce el éxito de la campaña de los pueblos indígenas en cuanto a generar apoyo internacional a sus esfuerzos por recuperar sus tierras, y está intentando evitar la creciente oposición dentro del ámbito de la certificación del FSC.
Mientras esto ocurre, Aracruz trata de ocultar su verdadero rostro y cuenta para ello con cuantiosas sumas de dinero que le permiten contratar espacios propagandísticos televisivos desde donde llegar a gigantescas audiencias mundiales. En el actual Mundial de Fútbol circula una nueva propaganda nacional que muestra a celebridades nacionales, como el ex jugador de fútbol Pelé, pasándose la pelota entre sí mientras una voz dice: “Aracruz: haciendo un hermoso papel allá afuera” (en un juego de palabras con la imagen de la empresa y su producto final derivado de la celulosa).
Nada más lejos de la realidad, como bien lo saben las comunidades locales. El 16 de junio, en la comunidad de Jacutinga, Linhares, en el norte de Espírito Santo, siete tractores de la empresa se pusieron en marcha para derribar parte de la Mata Atlántica brasileña. Aunque esta acción se trató de llevar a cabo en un día feriado, pudo ser detenida gracias a la firme resistencia de integrantes del Movimiento de Pequeños Campesinos, que han estado protegiendo la zona desde hace más de veinte años (véase el informe completo --en portugués-- del Movimiento contra el Desierto Verde en http://www.wrm.org.uy/paises/Brasil/Aracruz_Copa_Mundo.doc ).
No es certificable, no es confiable. Aracruz no debería ser viable.