En Chile se debate la modificación del Decreto 701, el cual fue promulgado durante los primeros años de la dictadura militar y que lleva años fomentando la expansión forestal a gran escala a través de numerosos subsidios y a costa de la violación de los derechos de las comunidades Mapuche, quienes fueron violentamente expulsadas de sus tierras hasta quedar marginadas en su propio territorio.
La modificación del decreto pretende, a través del fomento forestal en tierras de campesinos e indígenas, de las 2,6 millones de hectáreas plantadas actualmente, aumentar el área forestal a 5,7 millones de hectáreas. Desde el gobierno se promueve la actividad forestal utilizando falsas promesas de los supuestos beneficios que la actividad traerá a campesinos e indígenas. Actualmente se estima que aún hay 2 millones de hectáreas en manos de campesinos e indígenas sobre las cuales podría expandirse la forestación.
Sin embargo, las comunidades Mapuche conocen bien los resultados de decenas de años de políticas de expansión forestal. En primer lugar, porque precisamente dicha expansión tuvo lugar sobre sus territorios. Y además, porque como resultado del modelo forestal las comunas con mayor presencia forestal son las más pobres del país y se ubican en los últimos lugares del Índice de Desarrollo Humano. Las tres regiones del sur centradas en la actividad forestal son las más pobres de Chile. También han sido testigos de la desaparición del bosque nativo, la destrucción de las fuentes de agua, la pérdida de biodiversidad, la migración forzada a las ciudades, y en definitiva la destrucción de su cultura.
Los Mapuche han venido luchando por la recuperación de su territorio durante años, y como resultado han sido víctimas de violentas represiones y han sido criminalizados por resistir la ocupación de sus tierras. No obstante, no están dispuestos a rendirse. Hoy hay numerosos procesos de resistencia y recuperación del territorio.
Comunidades Lafkenche en las localidades de Carahue y Tirúa Sur han iniciado un proceso de recuperación de sus tierras ancestrales. Un total de 60 familias han retomado 2.000 hectáreas de tierra que les pertenecen y que estaban siendo ilegítimamente ocupadas principalmente por forestal Mininco, uno de los principales grupos económicos de Chile.
Si bien aún no se han instalado a vivir en la zona recuperada, como primeras medidas han ido a arrancar los pinos nuevos para luego empezar acciones de cercar y siembra. Ya han plantado 300 hectáreas de cultivos y las primeras cosechas se esperan para febrero. Realizaron tareas de inspección del terreno, porque si bien el terreno lo conocen, no saben –en términos productivos- en qué situación se encuentra luego de tantos años de haber estado sometido a la aplicación de químicos por parte de las forestales. Tuvieron que hacer experimentos/pruebas para ver si la siembra efectivamente se daba.
Han comenzado a realizar ceremonias “guillatunes” (1) en su espacio sagrado. “Hemos estado haciendo guillatunes y en la siembra trabajando”.
Mininco, que se encuentra en proceso de certificación de sus plantaciones por parte del sello FSC, parecería no estar dispuesta a negociar, ni tampoco a reconocer que esas tierras les pertenecen a las comunidades Mapuche. Por el contrario, ha habido enfrentamientos violentos e incluso se ha criminalizado a integrantes de las comunidades.
Se ha querido responsabilizar a los Mapuche por los incendios en predios de las forestales, a pesar de que hay evidencia que muestra que hubo auto atentados por parte de las forestales para poder cobrar el seguro de las plantaciones incendiadas ya que eran plantaciones afectadas por la avispa del pino.
Las comunidades Mapuche están reescribiendo su historia. En palabras de un compañero Mapuche “queremos pasar a la historia como los que recuperamos nuestro territorio”
(1) El guillatún es un rito mapuche de conexión con el mundo espiritual para pedir por el bienestar, fortalecer la unión de la comunidad o agradecer los beneficios recibidos. Se realiza para pedir que haya buen tiempo, por las siembras y las cosechas, para que no haya enfermedades y abunden alimentos, por fortaleza y vitalidad espiritual. Cada comunidad realiza el guillatún con periodicidad, que suele ser al menos una vez al año.
Teresa Pérez, WRM, teresap@wrm.org.uy, en base a datos obtenidos durante una visita local a la región con integrantes del Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA), realizada en noviembre de 2012.