Desde 1996, en un intento de controlar la contaminación, la Administración para la Protección Ambiental de China ha cerrado miles de fábricas de celulosa y papel. “Una porción significativa de los problemas urbanos y rurales de contaminación de aguas tenían su origen en la industria y, en particular, la industria de pulpa y papel,” según comentó el Banco Mundial en un informe de 2000 acerca de la industria de pulpa y papel de China.
De acuerdo a Petteri Pihlajamaki, de la firma consultora forestal finlandesa Jaakko Pöyry, China cerró 7.000 pequeñas plantas. “La industria de la celulosa y el papel en China ocasionaba más contaminación que la del resto del mundo en su conjunto”, le dijo a Tove Selin, Coordinador de la campaña de las ONGs finlandesas para reformar las Agencias de Crédito a la Exportación.
Antes de 2000, tan sólo diez por ciento de la celulosa de China se producía a partir de madera. La mayoría de las fábricas que fueron cerrados utilizaban otras materias primas –distintas de la madera- tales como residuos de cultivos de arroz y trigo. El Banco Mundial describió a estas fábricas como “obsoletas, ineficientes, demasiado pequeñas, y altamente dependientes de materias primas cultivadas en forma local, en particular, la paja de arroz.”
Las viejas plantas de celulosa eran sin lugar a duda altamente contaminantes, pero cerrarlas no era la única solución posible. En muchas provincias, la venta de paja de trigo a las plantas de papel locales constituía una importante fuente de ingresos para los campesinos. La contaminación causada por plantas que utilizaban fibras no madereras puede reducirse mejorando la recuperación química, reduciendo la cantidad de sílice en el agua residual y con el uso de técnicas alternativas para fabricar pulpa.
Mientras que el gobierno cierra las fábricas de celulosa y papel, China constituye el mercado de celulosa y papel de crecimiento más rápido en el mundo. Aunque el consumo per cápita de papel es menos del diez por ciento de la cantidad que se consume en los EEUU, el consumo en China representa el 14 por ciento del consumo global de papel. Jaakko Pöyry estima que aumentará a razón del 4.4 por ciento anual entre 2000 y 2015.
Para satisfacer la demanda creciente, China más que cuadriplicó sus importaciones de celulosa entre 1997 y 2003. Es hoy el segundo importador mundial de productos forestales (luego de EEUU). El sesenta por ciento de estas importaciones son productos de celulosa y papel.
La reestructura de la industria de la celulosa y papel de China, pasando de pequeñas fábricas que utilizaban materia prima local a las modernas y grandes fábricas actuales que utilizan pulpa basada en madera ha generado una etapa de bonanza para las firmas consultoras, los proveedores de maquinarias y las compañías papeleras que componen la industria global de la celulosa y el papel.
Durante la década de 1990, la industria papelera china recibió alrededor de 1.000 millones de dólares de instituciones internacionales de financiamiento, gobiernos extranjeros, e inversiones extranjeras directas. “China continúa siendo la Tierra Prometida para los proveedores de equipamiento para la industria de la celulosa y el papel”, escribió el editor de Pulp and Paper International, Graeme Rodden en diciembre de 2003.
La gigante sueco-finlandesa de la industria del papel Stora Enso anunció a principios de este año que incrementaría la capacidad de su fábrica en Suzhou de 160.000 a 240.000 toneladas al año. Stora Enso tiene plantaciones de eucalipto en la provincia de Guangxi en el sur de China.
La fábrica de Changshu de la empresa finlandesa UPM Kymmene comenzó sus operaciones en 1999 y hoy produce 350.000 toneladas de papel al año. En 2005, su capacidad aumentará a 800.000 toneladas al año, con celulosa importada de Indonesia.
La empresa indonesa Asia Pulp and Paper (APP), que está enormemente endeudada, tiene planes de construir una fábrica de celulosa y papel de 600.000 toneladas en Qinzhou, en la provincia de Guangxi. Se propone que la materia prima provenga de las plantaciones de eucalipto que posee la empresa en el sur de China. APP planea establecer 600.000 hectáreas de plantaciones en China.
La compañía papelera más grande de Japón, Oji Paper, tiene planes de establecer un total de 200.000 hectáreas de plantaciones de árboles de crecimiento rápido en China.
También las compañías chinas se están incorporando al proceso. Yueyang Forest and Paper tiene 65.000 hectáreas de plantaciones y espera plantar 100.000 hectáreas con álamos, alisos y pinos hacia fines de 2005. Las plantaciones alimentarán la fábrica de celulosa y papel de Yueyang con una producción de 550.000 toneladas al año.
El Banco Mundial descarta a las fábricas papeleras chinas de pequeña escala por considerarlas ineficientes, pero es poco probable que el auge en las plantaciones de árboles de crecimiento rápido en China hubiese sido posible sin subsidios.
El gobierno chino tiene destinados 13.000 millones de dólares para el desarrollo de plantaciones entre 2002 y 2020. El objetivo es plantar casi 6 millones de hectáreas para la industria de la celulosa y el papel entre 2001 y 2015.
Al mismo tiempo, China es el principal receptor de préstamos del Banco Mundial para el sector forestal. Desde 1980, China ha recibido préstamos del Banco Mundial por más de 600 millones de dólares para establecer plantaciones que alimenten a la industria de la celulosa y el papel. En 2002, el Banco Mundial aprobó un préstamo de 93 millones de dólares para un “proyecto de desarrollo forestal sustentable” en China, dirigido a la protección de los bosques y “a asegurar el suministro de madera para satisfacer la demanda creciente de China”.
La pequeña industria contaminante de celulosa y papel china, que empleaba un gran número de trabajadores y era soporte de millones de campesinos, está siendo remplazada por una industria contaminante moderna, que emplea unos pocos trabajadores y que depende de grandes áreas de plantaciones de monocultivos para el suministro de materia prima.
Por: Chris Lang, correo electrónico: http://chrislang.org