Los pueblos Uitoto de la región de Araracuara, en el Curso Medio del río Caquetá, presentan algunas características socioculturales comunes entre las que se destacan el sistema de producción basado en utilizar tres espacios de manera sostenible, como es el monte (selva), el río y la chagra (claro abierto en la selva para el policultivo).
Ese sistema se establece a partir de la organización del conocimiento heredado de generación en generación, por miles de años, sobre la estructura del monte, intercalado con la utilización de diferentes unidades de paisaje, la siembra de gran diversidad de especies y técnicas propias de uso del suelo.
El establecimiento de la chagra culmina después de un recorrido de cinco etapas, en las cuales se manifiesta todo el conocimiento del agricultor indígena en cuanto a la selva que lo rodea. Estas etapas en su orden son:
1. Elección de suelo según lo que va a sembrar.
2. Eliminación de bejucos, plantas pequeñas, etc.
3. Tumba de los árboles grandes.
4. Quema de los restos de vegetación.
5. Siembra de las diferentes especies tradicionales.
El sistema de producción y utilización del bosque se compone de áreas con cultivos transitorios generalmente menores de 2 o 3 años, conocidas como chagras, y de áreas de rastrojo, que se encuentran en etapa de regeneración.
La comunidad tiene una producción de subsistencia y autoconsumo, basada principalmente en el cultivo tradicional, la caza, pesca y recolección de frutas en el monte. Este sistema se caracteriza por la presencia de una gran diversidad de especies y variedades que de forma escalonada se van estableciendo en el ecosistema. El resultado es una permanente disponibilidad de alimentos y materiales para otros usos.
"Uno siembra la yuca en toda la chagra (yuca dulce, brava y manicuera); la manicuera [se refiere al tipo de yuca con la que se prepara una bebida ligeramente dulce que tiene ese nombre] en lo bajo, la dulce en el centro por los animales, la de rallar en las orillas para arrancarlas rápido. Después vienen las hortalizas, batatas, fríjol, ñame, mafafa y dale dale. Se siembra donde más se quemó la tierra y hay ceniza. La coca se debe sembrar por surcos, en la parte alta y se transplanta a los 3 años. Por aparte se siembra la piña. Uno organiza siempre el trabajo, debe comenzar de abajo, nunca de la loma hacia acá, abajo quedaría canangucho [un tipo de palma, Mauritia flexuosa], que no va a secar las fuentes de agua; a continuación viene tabaco en la parte húmeda y ahí mismo también está la manicuera; en el medio quedaría uva, el guacure y los demás frutales, arriba en la orilla no tiene ningún problema, en la loma vaya y siembre chontaduro" (Testimonio de Iris Andoque).
El manejo de la selva es regulado por el calendario ecológico propio, ajustado a los ciclos anuales, las fases lunares y los cambios ambientales, entre los que se destacan los climáticos e hidrológicos, y en el cual es visible la capacidad de observación que poseen todos los indígenas.
El bosque o monte es un espacio que se podría definir culturalmente como centro de asentamiento, experimentación, aprendizaje, transformación y adaptación de los pueblos étnicos que habitan la región.
"Desde un principio todas las cosas fueron creadas y ordenadas por un padre creador, reproducidas y armonizadas por la madre naturaleza y administradas por las personas humanas. El creador nos entregó la palabra de cómo cuidarla y administrarla para que no haya desequilibrio" (Testimonio de Hernando Castro).
Según la visión indígena, el bosque se origina a partir del aire, nubes, agua y árbol-yerba que conlleva al conocimiento tradicional del mundo uitoto, un oriente, un occidente y un abajo (sur), un arriba (norte); dimensiones que requieren espacios como el bosque y el río para su definición.
"De acuerdo a los principios de cada grupo étnico viene la realidad, el origen tiene un solo principio, pero la tradición ya depende de las etnias, clanes; es diferente, la tradición trae el manejo más que todo del suelo, la parte ecológica depende de la tradición de la etnia, el origen es uno solo tanto para los animales como para el hombre, naturalmente la madre naturaleza orienta, administra y cuida la parte de conocimiento, la parte humana eso es lo que se orienta acá" (Testimonio Aurelio Suárez).
Para el indígena todo está interrelacionado, todo tiene un origen, una historia y un manejo que debe conocerse y practicarse. Los animales y las plantas están relacionados íntimamente pues uno proviene del otro, lo que los convierte en complementarios, relación imposible de romper porque se estaría atentando contra el equilibrio vital que permite que el ambiente funcione adecuadamente y no vengan enfermedades.
La capacidad de los grupos indígenas de la región de conseguir su sustento alimenticio de un trozo de selva trasformado, en el que han aprendido a manipular y a aprovechar semillas, suelos y condiciones ambientales, es una prueba más de que su conocimiento milenario es muy rico y útil en el ámbito de uso del bosque de manera sostenible.
La visión indígena de uso temporal del terreno permite que durante mucho tiempo después de instalada la chagra, aun en el bosque maduro, se encuentren algunas especies frutales u otra especie que demuestre el manejo escalonado que tienen los habitantes de su entorno. La diversidad está condicionada a las especies con más significado y ventajas, pero aun así son numerosas las variedades de frutales que se pueden encontrar en los rastrojos de una familia indígena. Esto los convierte en agricultores con un amplio conocimiento y una muy considerable experiencia agrícola.
Las diferentes especies son sembradas año tras año con el fin de conseguir un abanico de plantas en diferentes estados de crecimiento; además intervienen sobre los procesos de regeneración, lo que los hace unos agricultores enriquecedores del bosque.
La presencia de frutales en el bosque en regeneración no es al azar, el reemplazo de su equivalente silvestre es una característica típica dada por la necesidad de una reciprocidad con la naturaleza de la que se espera un buen rendimiento.
"Cuando uno va a hacer chagra, pide permiso, es como un convenio. En el monte hay uva de monte, calmo de monte, guamo, chontaduro de monte que es el coco espinoso, estos frutales son de los animales. Uno dice, yo voy a tumbar y luego reemplazo todo lo que tumbe por frutales domesticados; si tumbé laurel silvestre siembro laurel, si tumbé palmas siembro canangucho o chontaduro. Entonces, cuando estos frutales crezcan en los rastrojos, se comparte con los animales" (Testimonio Hernán Moreno).
La elección de las semillas, la técnica de siembra y la distribución de los árboles en el campo de cultivo son el aporte del agricultor indígena para que estas especies se conviertan en un recurso útil a la familia y sean el medio por el cual se enriquece un bosque después de que ha sido fabricado de nuevo.
"Dentro de la cosmovisión indígena se ve de manera integral la relación hombre naturaleza; el territorio es nuestra madre, somos hijos de ella y por lo tanto la cuidamos con la palabra, herencia de nuestros antepasados y alimento para el conocimiento, crecimiento y desarrollo de la vida en armonía con la naturaleza. La recuperación del saber tradicional de los mayores en cuanto a la utilización de los recursos naturales y llevarlos a diferentes diseños, es lo que los mayores dicen: hacer amanecer la palabra" (Testimonio Hernando Castro).
Extractado y adaptado de: “Conocimiento y manejo del bosque a través de las chagras y los rastrojos. Visión desde los Uitotos, Medio río Caquetá (Amazonia colombiana)”, Hernando Castro Suárez, indígena Uitoto habitante de la comunidad “El Guacamayo” de Aracuara, y Sandra Giovanna Galán Rodríguez, estudiante de Ecología, Pontificia Universidad Javeriana, publicado en Revista Semillas, agosto de 2003, correo electrónico: Semil@attglobal.net , http://www.semillas.org.co/articulos.htm?x=24046&cmd%5B172%5D=c-1-20