El turismo llegó para quedarse en Costa Rica, y a través de él tomó fuerza el saqueo y la depredación de los pródigos ecosistemas de ese país (ver Boletín Nº 84 del WRM). Así lo denuncia el costarricense Juan Figuerola, de la Federación Costarricense para la Conservación del Ambiente (FECON), en el comunicado de prensa “El diablo ambiental: amo y señor de Costa Rica” (http://www.wrm.org.uy/paises/CostaRica/Diablo_Ambiental.html).
Entre los ejemplos denunciados como reflejo de la crítica situación ambiental, Figuerola menciona que “Los recientes apagones que azotaron al país son el pretexto perfecto para justificar la construcción de más represas y proyectos geotérmicos en las áreas silvestres protegidas, léase: la destrucción de los Parques Nacionales y los sitios Ramsar que tanto renombre internacional le han dado a Costa Rica”.
Por otro lado, las restricciones no se sufren de igual manera por toda la población: “Nos dicen que apaguemos la luz y que gota a gota el agua se ahorra… Pero no les dicen a los empresarios turísticos y a los hoteles cinco estrellas de Guanacaste - la región más seca del país - que no rieguen los campos de golf en verano y que no le cambien el agua a las piscinas todas las semanas. ¿Cuánta agua consumen en temporada seca en Guanacaste solamente los proyectos de construcción de condominios, hoteles, residenciales de lujo? Ya las comunidades están denunciando que las constructoras están secando el emblemático río Tempisque”.
Los mejores lugares pasan a manos privadas ... y extranjeras, como las del canadiense Paul Lambert, “propietario de varios proyectos millonarios en Quepos y Manuel Antonio que incluyen la venta por internet del patrimonio natural del estado, construcciones monumentales en terrenos de altas pendientes, talas de árboles para despejar la vista panorámica, construcciones en medio de bosques”. También se da cuenta que “en el Refugio de Vida Silvestre Golfito, en el Cerro Adams, un individuo conocido como Carrión, embriagado por los delirios de un cuestionado proyecto de Marina, está construyendo miradores y talando árboles para despejar la vista, en terrenos de fuertes pendientes, amenazando con provocar un desastre que podría cobrar decenas de vidas humanas si se llegaran a producir deslizamientos de tierra debidos a la deforestación, que caerían sobre el pueblo de Golfito”.
Los bosques son uno de los ecosistemas con los que arrasa el megaturismo: “En Liberia, en el proyecto Polo Turístico Papagayo, declarado de interés nacional, se tala el bosque seco costero para establecer hoteles, piscinas y campos de golf”. “En Tamarindo, en la zona de amortiguamiento del Parque Baulas, la empresa Tamarindo Preserve pretende desarrollar un proyecto residencial ecológico en cientos de hectáreas.” “Ya hay edificaciones en áreas donde en enero del presente año era manglar, en el estero de San Francisco”. “En Nicoya, en playa Sámara, los últimos relictos de humedales que son hogar de aves migratorias y de una rica y diversa fauna silvestre, están siendo rellenados, drenados y talados para abrirle paso al desarrollo turístico y residencial”. “A lo largo de la Fila Costeña, entre Dominical y Palmar, los proyectos turísticos y residenciales son la principal causa de la deforestación que está terminando con la biodiversidad, los suelos forestales y los arrecifes de coral. En la zona se construyó una de las mejores carreteras del país, precisamente con el fin de atraer la inversión extranjera”.
En marzo de 1993, en ocasión de la Feria de Turismo de Berlín, el Ministro de Turismo de ese entonces había sido “galardonado” con el Premio Diablo Ambiental. A tantos años de esa advertencia, el supuesto “desarrollo” sigue cobrando pérdidas a las que es imposible ponerle precio.
Artículo basado en: “El diablo ambiental: amo y señor de Costa Rica”, Federación Costarricense para la Conservación del Ambiente, FECON, enviado por Juan Figuerola: quijongo@gmail.com