En febrero de este año, el Banco Mundial aprobó una nueva Estrategia del Sector de Recursos Hídricos (WRSS, por su sigla en inglés). La estrategia afirma que el Banco no debe dejarse impresionar por sus críticos y debe incrementar decididamente su financiación a grandes represas y otros megaproyectos hídricos.
Esta estrategia es un documento reaccionario, deshonesto y cínico. Si se aplica, reportará grandes beneficios para el grupo de presión vinculado a las grandes represas y para las compañías privadas de aguas, pero solo agudizará la pobreza, la escasez de agua y la situación precaria de los ríos del mundo.
En tanto es la mayor institución de desarrollo del mundo, el Banco Mundial ayuda a fijar la agenda de otros donantes y gobiernos. De esta forma, la estrategia podría producir un enorme daño, en la medida en que además de marcar prioridades para los préstamos del Banco Mundial también influiría en las acciones de otras instituciones.
Reaccionario: en la década pasada los administradores de aguas se distanciaron de los megaproyectos. Ha aumentado la conciencia de que los grandes proyectos hídricos para el suministro de agua y de electricidad, y para el control de las inundaciones, son caros, con frecuencia ineficaces y resultan social y ambientalmente perjudiciales. El nuevo criterio para satisfacer las necesidades de agua prioriza las tecnologías de pequeña escala, de bajo costo, como la recolección de agua de lluvia y la recarga de agua subterránea, el manejo de inundaciones a través de medidas tales como mejores sistemas de advertencia y restauración de humedales, y la reducción de la demanda de agua a través de una mejor administración y mejores tecnologías.
La WRSS muestra cómo el Banco Mundial busca volver atrás el reloj en el tema del manejo del agua, promoviendo estrategias antiguas basadas en megarepresas como la solución a los problemas de agua del siglo XXI --problemas que a menudo han sido causados por las propias represas--.
Deshonesto: Poco después de la presentación del informe de la Comisión Mundial de Represas (WCD, por su sigla en inglés) auspiciada por el Banco Mundial, la gerencia del Banco dijo a los Comisionados que la WRSS sería el principal instrumento a través del cual el Banco pondría en marcha las conclusiones y recomendaciones de la Comisión.
Sin embargo, la estrategia ignora las conclusiones de la Comisión sobre el bajo rendimiento económico de las represas, sus impactos negativos, y la existencia de alternativas mejores. Afirma que el Banco está de acuerdo con los "valores centrales" y las "prioridades estratégicas" de la WCD, pero no incorpora en sus políticas las pautas detalladas por la Comisión porque son demasiado estrictas. La WCD fue creada en gran medida porque las políticas del Banco no habían logrado evitar el otorgamiento de préstamos a represas destructivas e innecesarias. De poco sirve que el Banco diga que está de acuerdo con los principios generales de la WCD si no acepta las pautas que explican cómo poner en práctica esos principios.
La estrategia exhorta al Banco a apoyar la energía hidroeléctrica, "asegurando, por supuesto, que sea la opción más adecuada y que se apliquen buenas prácticas ambientales y sociales". Pero el Banco reiteradamente apoya represas que no son las mejores opciones y que no cumplen con las buenas prácticas. Sólo si el Banco se compromete a seguir las recomendaciones de la WCD puede haber esperanza de un cambio positivo en las actuales prácticas continuistas del Banco que persisten en la construcción de represas.
Cínico: En la estrategia, el Banco finge preocupación por los más de mil millones de personas que actualmente carecen de acceso a agua segura, y declara que la solución a esta tragedia humanitaria consiste en la promoción de subsidios que alienten la inversión privada en el suministro de agua.
Pero el 80% de la población mundial sin acceso digno a agua potable segura vive en zonas rurales. Las multinacionales del agua tienen poco interés en participar en un negocio tan poco rentable como suministrar agua a poblaciones rurales pobres y dispersas.
En forma similar, los grandes proyectos de aguas son de escasa relevancia para satisfacer las necesidades de agua de las zonas rurales, y en realidad a menudo implican privar a zonas rurales de sus recursos de agua en beneficio de las ciudades y las empresas agrícolas.
La estrategia del Banco en materia de aguas, por lo tanto, básicamente no está vinculada a la satisfacción de las necesidades de la gran mayoría de la humanidad que carece de acceso al agua.
El propio Banco Mundial muestra poco interés en las poblaciones rurales en sus operaciones de préstamo: menos del 1% de los préstamos otorgados por el banco entre 1993 y 2002 se adjudicaron a programas de saneamiento y suministro de agua para zonas rurales.
Existe un gran potencial para mejorar el medio ambiente y la vida de los sectores pobres mediante la instrumentación de una gestión dirigida a la demanda y de soluciones descentralizadas y dirigidas por la comunidad para las necesidades de agua y saneamiento. En particular, la recolección de agua de lluvia y las tecnologías de saneamiento sin o con poca agua ofrecen un potencial real, tanto para poblaciones rurales como urbanas. La instrumentación del modelo propuesto por la WRSS hará retroceder los esfuerzos por concretar este potencial y continuará empeorando las carencias ya graves del sector hídrico.
El Banco puede desempeñar un papel importante en mejorar el rendimiento y la seguridad, y en mitigar los impactos negativos de la infraestructura existente. Fuera de estas actividades, sería mejor que el Banco Mundial dejara de participar en el sector del agua en lugar de instrumentar las medidas propuestas en la deficiente WRSS.
Por Patrick McCully, International Rivers Network, enviado por Lori Pottinger, correo electrónico: lori@irn.org ; www.irn.org (artículo publicado en la edición de abril de 2003 de la publicación World Rivers Review de la IRN).