La acuicultura ha sido practicada en países asiáticos tales como, Indonesia, China, India y Tailandia desde hace siglos. Tradicionalmente, los camarones se criaban en campos de arroz o en estanques en combinación con peces, sin alterar significativamente los bosques de manglares, que durante siglos han sido utilizados en forma comunitaria por los pobladores locales, y que les proveen de numerosos recursos como la pesca comercial, camarones, animales de presa, madera, miel, combustible y medicinas. Las mujeres han desempeñado un papel esencial en el aprovechamiento de los recursos de los manglares. En la isla de Papúa, el conocimiento indígena regula el papel de la mujer en el bosque de manglar.
El aumento reciente de la demanda del mercado ha presionado para que la cría de camarón adopte modalidades intensivas o semi-intensivas, que tienen mucho menos respeto por los ecosistemas y los pueblos locales. Las corporaciones multinacionales, en conjunto con el apoyo del Banco Mundial y el Banco Asiático de Desarrollo, han hecho expandirse la acuicultura intensiva de camarón en Asia, adueñándose completamente del acceso a los recursos costeros y bloqueando el acceso a los mismos a usuarios tradicionales. Esto ha significado la pérdida de alimentos, salud, ingresos y bienestar social y cultural para los pobladores locales.
El cultivo de los camarones es el proceso más riesgoso de la industria del camarón, especialmente después de los ataques de virus que comenzaron en 1993 y que continúan hasta hoy. A pesar de eso, los pequeños criadores fueron alentados por los gobiernos e influenciados por la industria para seguir invirtiendo en esta actividad. La mayoría se endeudaron y no lograron mantener su actividad. El propietario de camarones actual es mayoritariamente el empresario local que compró los estanque a distintos criadores endeudados.
Esta forma moderna de cría de camarón a gran escala ha generado problemas socioeconómicos a los pobladores locales, incluyendo conflictos de tierras, explotación de los pobres por las grandes corporaciones y cambios en las estructuras sociales de las comunidades locales.
Si bien la realidad es que las comunidades locales han utilizado y cuidado la tierra durante larguísimo tiempo, no poseen títulos de propiedad que documenten formalmente esto. Por lo tanto, la mayor parte de la resistencia contra la industria del camarón ha estado relacionada con la apropiación de la tierra realizada por el gobierno y las corporaciones.
Las familias de cultivadores que pierden la tierra parten hacia las ciudades en busca de trabajos poco calificados. Las mujeres y los niños son el grupo más frágil ante los cambios en las estructuras sociales y en algunos casos pueden acabar dedicándose a la prostitución. Las oportunidades de empleo que ofrecen las fábricas procesadoras de camarón a los pobladores locales con frecuencia se limitan a trabajos no calificados y mal remunerados, como el de vigilante o recolector. Hay muy pocos puestos de trabajo a los que puedan acceder las mujeres locales, que pueden conseguir empleo como personal de servicio y en otras tareas de medio tiempo y baja calificación.
La tendencia actual en Indonesia es orientar a los cultivadores tradicionales para que se agrupen como cultivadores satélites en el Programa de Fincas de Núcleo y Pequeños Propietarios (Nucleus Estate Smallholders Scheme - NESS ). El programa NESS tiene en general apoyo estatal y cuenta con alta tecnología. El sistema NESS también está muy predispuesto contra las mujeres. En el cultivo de camarón en gran escala sólo los hombre adultos y educados pueden tener esperanzas de conseguir trabajo. En caso de muerte o incapacidad para trabajar del hombre pequeño propietario, su mujer debe abandonar la finca, dejando atrás todos los activos que han estado pagando a crédito.
El cambio de la cría tradicional de camarón a la modalidad industrial que está ganando terreno rápidamente podría en el corto plazo resultar beneficiosa para los gobiernos y los grandes inversores debido a la generación de divisas, pero los costos ambientales y sociales asociados a esta industria exceden ampliamente los beneficios. Las comunidades locales son particularmente marginadas y explotadas y las estructuras sociales se ven amenazadas por tensiones y conflictos cada vez mayores.
Extraído y adaptado de: “Large Scale Shrimp Farming and Impacts on women”, por P. Raja Siregar, Campañista de WALHI (Amigos de la Tierra - Indonesia) y Coordinador de la Coalition of Anti-Debt Movement. Enviado por el autor. Correo electrónico: radja@walhi.or.id . El documento completo (en inglés) se puede obtener en: http://www.wrm.org.uy/deforestation/shrimp/women.rtf