De acuerdo a las cifras oficiales más recientes (del instituto Forest Survey, de la India, Informe sobre el estado de los bosques 2003), la India continúa perdiendo su cubierta forestal. Los estimados del año 2003 dan cuenta de una disminución neta de cerca de tres millones de hectáreas de “bosques densos”, lo cual implica una seria y continuada deforestación de bosques con una densidad de cobertura del 40 por ciento y más. Como las imágenes satelitales que sirven de fuente para estos datos siguen siendo tratadas como información “clasificada” en el país, y las verificaciones in situ (si las hay) son llevadas a cabo de manera igualmente clandestina, no podemos saber exactamente qué superficie de bosques naturales desaparece cada año, ni dónde. Del Informe sobre el estado de los bosques se desprende que la degradación de los mismos no está limitada a una provincia o región en particular, sino que está sucediendo en todas partes de manera casi uniforme. Por ejemplo, mientras en la provincia de Uttar Pradesh, situada al Norte, se registra una pérdida de 2.969 kilómetros cuadrados de bosque denso, en la provincia de Asam, al Noreste, y en la de Andhra Pradesh, al Sur, las pérdidas ascienden a 2.788 y 1.788 kilómetros cuadrados respectivamente.
Las grandes inversiones extranjeras y las estrategias tecnológicas de las últimas décadas han tenido relativamente poco éxito en detener la deforestación. Luego de gastar varios miles de millones de dólares en proyectos forestales en Asia entre 1979 y 2004, las inversiones del Banco Mundial tuvieron un resultado insignificante en los sectores forestales de los países prestatarios. Incluso en los parques del “Proyecto Tigre” de la India, que cuentan con un gran apoyo financiero y una fuerte protección, las tierras boscosas clasificadas como degradadas aumentaron cerca de un 200 %.
Los organismos gubernamentales a cargo de la información ambiental en la India raramente utilizan el término “deforestación”, una palabra tabú. Usualmente recurren a “degradación”, un término mucho más suave que esconde extensiones interminables de bosques perdidos, destrozados, pillados, saqueados, minados, ocupados con construcciones, sumergidos. Las causas de la deforestación quedan escondidas detrás de términos vagos, como “intervenciones antropogénicas” y “factores bióticos”, y el “madereo ilegal” es algo de lo que no se ha llevado nunca un registro coherente y centralizado, como si no existiera.
Sin embargo, el madereo (legal e ilegal) existe, y es el factor más tangible y definitivo detrás de la deforestación en la India. Esto ha sido así desde tiempos coloniales, cuando los británicos llegaron y usurparon los bosques de la gente para talarlos y construir vías férreas y astilleros, y para ganar dinero. La legislación forestal, tal como las Leyes sobre Bosques de la India (1865, 1927), legitimaron más tarde lo que era un saqueo puro y simple. Por otra parte, la introducción del llamado manejo científico de los bosques en las extensiones boscosas administradas por los británicos, determinó la pérdida definitiva de la mayor parte de los bosques del país. Luego de la independencia, contrariamente a la creencia popular, el pillaje de los bosques no solamente continuó sino que lo hizo con mayor agresividad que antes, como consecuencia de la expansión de los mercados urbanos. La India independiente no tardó en asegurar la continuidad de las estructuras coloniales en el campo forestal. La Resolución sobre la política forestal, de 1952, se encargó de afirmar los conceptos fundamentales subyacentes en la política colonial que bastaba con reorientar. Así, en la nueva política, el “bien público” fue reemplazado por el “interés nacional”. La reorientación debía satisfacer las demandas de materia prima de la industria. La extracción de madera de construcción saltó de 4,46 millones de metros cúbicos en 1956-57 a 9,28 millones de metros cúbicos en 1966-67. La de madera para leña, que ya era considerable, llegó a 10,19 millones de metros cúbicos en 1956-1957. Las fábricas de papel tuvieron un gran crecimiento en el período 1966-77. El consumo de papel de imprenta y papel de carta aumentó de 100.000 toneladas en 1948 a 405.000 en 1970, y el de cartón pasó de 46.000 a 158.000 toneladas.
Los centros urbanos en expansión también requerían grandes cantidades de madera de construcción y para leña. El Departamento forestal respondió a la demanda creciente de variadas formas: adquirió más tierras a través de la fusión de estados principescos y la reserva de nuevas áreas, por lo cual la superficie bajo su control aumentó de 71,80 millones de hectáreas en 1950-51 a 74,60 millones en 1979-80, a pesar de haber perdido 4,3 millones de hectáreas destinadas a otros usos; aceleró la extracción de productos forestales, multiplicando por 5 el ingreso del Departamento forestal entre 1951-52 y 1970-71; creó mercados para especies menos conocidas que anteriormente se dejaban de lado. De esta forma, los ingresos generados por los bosques se multiplicaron. Sin embargo, la producción de madera de construcción y para leña se estabilizó luego de 1966-67. La tala de árboles desde la Segunda Guerra Mundial había afectado la capacidad de renovación del stock, y hay límites naturales más allá de los cuales no se puede aumentar la extracción. La estabilización significaba que los bosques no podrían satisfacer un nuevo crecimiento de la demanda. Esto fue “oficialmente” admitido cuando la nueva política forestal de 1988 prohibió la explotación de los bosques naturales aún existentes.
La explotación clandestina organizada se ha vuelto moneda corriente en muchas zonas de bosque, incluso áreas protegidas. La legislación forestal del país no ha podido afectar en lo más mínimo las actividades efectuadas por la mafia en complicidad con grupos políticos y funcionarios forestales. Por el contrario, este nexo, que representa la mayor amenaza para los bosques de la India, se hace más fuerte cada día. Durante los últimos 5 ó 6 años, se han descubierto grandes fraudes en varias partes del país. La reserva de tigres de Buxa, situada en el extremo noreste de Bengala Occidental y considerada una región crítica desde el punto de vista de la biodiversidad, perdió alrededor de 10 kilómetros cuadrados de cubierta forestal en 1998-1999 como consecuencia de un fraude. Las autoridades de las zonas protegidas emitían permisos de tránsito falsos para árboles derribados ilegalmente. La madera proveniente de la reserva de tigres figuraba como proveniente de bosques privados. En otra zona protegida importante, la reserva de fauna de Jaldapara, contigua a la reserva de tigres de Buxa, se descubrió que altos funcionarios forestales y oficiales de policía estaban directamente involucrados en el comercio ilegal de madera. En Madhya Pradesh, la vinculación del ministro forestal y otros altos funcionarios forestales con el comercio ilegal de madera a gran escala salió a la luz en 1999, cuando se descubrió que, con el pretexto de controlar las plagas, se estaban talando ilegalmente los bosques vírgenes de Sal. Muchas áreas protegidas de importancia, como el Parque Nacional Rajaji en Uttar Pradesh, el Parque Nacional de Nagarhole en Karnataka, las reservas de tigres de Palamou o Betla en Bihar, y tantas otras zonas de bosque del país, han denunciado incidentes similares. En el Parque Nacional de Rajaji ha quedado registrado que la mafia forestal local asesinó a ocho guardias forestales entre 1996 y 1999. Lo que no figura en los registros oficiales, pero es de público conocimiento en la región, es que dichos asesinatos fueron el resultado de disputas sobre el reparto de las ganancias entre la mafia y los guardias.
La disminución de la productividad de los bosques y la interrupción de las actividades forestales fueron destruyendo gradualmente los medios de subsistencia de millones de familias carenciadas que habitan en los bosques. En muchos casos, el hambre y la pobreza las obligan a ayudar a quienes están destruyendo los bosques para obtener beneficios comerciales. Ese es el origen del mito de que los habitantes del bosque son los responsables de la deforestación, y de las soluciones que adopta el gobierno para limitar el acceso de la gente al bosque, como la creación de leyes más severas y restrictivas. El argumento más utilizado por el estado, los ambientalistas y los medios de comunicación más importantes es que el aumento de la población humana, del ganado y de la llamada “presión biótica” son básicamente responsables de la destrucción de los bosques y la biodiversidad del país. Lo que se olvida es que los habitantes del bosque han compartido un lazo cultural y espiritual muy fuerte con el bosque, que nunca les permitiría explotarlo y degradarlo voluntariamente. El uso comercial y no sustentable de los bosques es algo que las elites urbanas y el estado les imponen, por un lado, al negarles acceso mínimo, limitado a la subsistencia, a su fuente de aprovisionamiento tradicional, y por otro lado, al continuar con la explotación comercial intensiva.
Por Soumitra Ghosh, National Forum of Forest People and Forest Workers (NFFPFW), correo electrónico: soumitrag@gmail.com