El concepto de Bosques de Alto Valor de Conservación (BAVC) se creó como principio clave de la norma revisada del Consejo de Manejo Forestal (FSC) de 1999. Sin embargo, las indicaciones relativas al modo de identificar tales bosques eran escasas y no estaban bien consolidadas. En 2002 la organización conservacionista WWF y la empresa de comercio minorista IKEA decidieron, como parte de un programa cooperativo de tres años de duración, financiar un pequeño proyecto para elaborar una guía sobre la forma de definir, identificar y manejar los BAVC. Para este fin contrataron a ProForest, una ‘empresa independiente que trabaja con el manejo de recursos naturales y se especializa en enfoques prácticos de la sustentabilidad’. A lo largo de 2002, ProForest reunió un pequeño grupo de personas con formaciones muy diferentes en lo social y lo ambiental para redactar un ‘manual’, que circuló como borrador a fines de ese año. Durante los siguientes meses ProForest celebró consultas sobre este manual y lo aplicó en forma experimental en Rumania, Bulgaria, China, Mongolia e Indonesia. El resultado fue el Manual sobre bosques de alto valor de conservación (The High Conservation Value Forest Toolkit), publicado en diciembre de 2003, que comprende una sencilla guía destinada a responsables de la administración forestal y de planificación territorial, para ayudarlos a aplicar el concepto en el manejo de los bosques.
Tal como la diseñaron los integrantes del equipo original reunidos para redactarla, esta guía habría de usarse en el marco más amplio de los principios y criterios establecidos en la norma del Consejo de Manejo Forestal (FSC). Dichas normas exigen que los responsables del manejo forestal cumplan con la legislación nacional y la legislación internacional ratificada pertinente, que sus derechos de tenencia estén claramente establecidos o que actúen con el consentimiento de quienes tienen estos derechos, sean legales o consuetudinarios, y que respeten los derechos de los pueblos indígenas, mantengan buenas relaciones con los trabajadores y las comunidades locales, manejen los bosques para obtener múltiples beneficios, conserven la diversidad biológica y mantengan la integridad del bosque, según un plan de manejo que pueda demostrarse sea efectivamente aplicado, así como supervisado y evaluado. Así, el manual fue concebido para su aplicación a nivel local (dentro de las ‘unidades de manejo forestal’) por comunidades y silvicultores que procuraran la certificación del FSC para sus productos forestales. Esto significaba también que el manual no tenía que repetir las exigencias de manejo ya establecidas en las otras normas del FSC (legalidad, respeto a los derechos indígenas, participación efectiva de la comunidad, manejo ambiental sensato, buenas relaciones laborales, etcétera): se partió del supuesto de que todas ellas ya habían sido tenidas en cuenta por los operadores al cumplir con las otras partes de la norma FSC. De ese modo, el concepto de BAVC se percibió como un ‘añadido’, una capa protectora adicional pensada para proteger zonas de valor especialmente importante. Significaba también que la aplicación del concepto de BAVC estaría sujeta a la verificación independiente de terceros, dado que esto se exigía para todos los aspectos de la norma FSC.
Sin embargo, ya a fines de 2003 estaba claro que las empresas y las ONG estaban utilizando el concepto de BAVC, y también el Manual, fuera del marco del Consejo de Manejo Forestal. Comenzó a utilizarse en un marco más amplio de planificación territorial, tanto como guía para la explotación de recursos como para iniciativas de conservación. Las empresas, frustradas por la escasez de madera certificada en el mercado, buscaban aplicar el método BAVC para orientar sus políticas de compras. Pensaron que si no podían comprar madera certificada, por lo menos podrían servirse del método BAVC para garantizar que la madera no procedía de los bosques más valiosos del punto de vista social y ambiental.
Por supuesto que los riesgos de este enfoque son obvios. En primer lugar, podría mantener o incluso intensificar la presión sobre zonas boscosas declaradas ‘no AVC’. En segundo lugar, significa que los otros requisitos del sistema FSC podrían perderse de vista. Hoy este concepto de BAVC se está aplicando en escala muy amplia, para delimitar paisajes o países enteros, no apenas en la esfera de la unidad de manejo forestal. Trabajar a una escala tan grande hace casi imposible la debida consulta con las comunidades locales, lo que lleva automáticamente al abuso del concepto de BAVC que, después de todo, existe para proteger zonas de bosques ‘fundamentales para cubrir las necesidades básicas de las comunidades locales’ y ‘críticos para las identidades culturales de las comunidades locales’. Como el Manual deja en claro, tales zonas pueden determinarse solamente a través de la consulta con los pueblos afectados: nadie más sabe cuáles son las zonas que la gente considera importantes para su cultura y sustento. Sin la participación de la comunidad en la delimitación de las zonas, resultará inevitable que quienes vienen de afuera pasen por alto o ignoren los lugares que los habitantes locales consideran vitales. En tercer lugar, implica que ya no es necesario cumplir con otros requisitos fundamentales del buen manejo forestal. Las empresas que compran madera procedente de zonas delimitadas por el método BAVC podrían estar comprando, sin saberlo, a operadores ilegales como aquellos que violan los derechos indígenas, perjudican las comunidades locales, explotan a sus trabajadores o destruyen el ambiente local, pues el enfoque de BAVC no considera tales asuntos al centrarse solamente en determinar cuáles bosques tienen ‘alto valor de conservación’. Y finalmente, al aplicarse el enfoque de BAVC por fuera del marco del FSC, ya no existe el requisito de verificación independiente de terceros. En otras palabras, el concepto de BAVC se liberó del marco del FSC y esto ha abierto una caja de Pandora de riesgos.
La recientemente formada Red de Recursos de Alto Valor de Conservación (High Conservation Value Resource Network) se estableció, al menos en parte, para tratar algunos de estos problemas. Su misión es ‘mantener y mejorar valores claves sociales y medioambientales de los bosques y otros ecosistemas como parte de una gestión del territorio responsable, y proponer estrategias de manejo adaptables localmente por medio del desarrollo y uso del concepto de AVC’. La supervisión y la dirección de la Red están a cargo de un Grupo Directivo, en tanto una Secretaría situada en el Reino Unido se encarga de la gestión cotidiana.
El Grupo Directivo se compone de personas de las siguientes organizaciones:
- Banco Mundial (BM)
- Centro de Investigaciones Antropológicas, Universidad Nacional Experimental de Guayana, Venezuela (CIAG-UNEG)
- Consejo de Manejo Forestal (FSC International)
- Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sustentable (WBCSD)
- Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF International)
- ForestEthics
- Greenpeace Internacional
- MONDI [empresa sudafricana de la pulpa y el papel]
- Organización Internacional de la Madera Tropical (ITTO)
- Programa por los Pueblos de los Bosques (FPP)
- Tetra Pak
- The Nature Conservancy (TNC)
- Unión Mundial para la Naturaleza (UICN)
La Secretaría está a cargo de ProForest, una empresa radicada en Oxford, Reino Unido, en tanto la Red es financiada a través de acuerdos entre el WWF e Ikea, Tetra Pak y el Banco Mundial.
La Red se ha establecido para alentar el diálogo entre las partes afectadas, está abierta a todos y solamente exige a los ‘participantes’ respaldar unos breves ‘Estatutos’ donde se establecen sus principios rectores, misión y estructura. Además de fomentar el intercambio de información y la discusión para promover la aplicación responsable del enfoque AVC, la Red procura también alentar la evaluación abierta de dicha aplicación mediante una supervisión participativa e inclusiva, el uso del principio de precaución, la revisión ‘por pares’ e informes públicos. Los Estatutos incluyen también planes explícitos de desarrollo de un marco para garantizar la legalidad, la protección de los derechos consuetudinarios y legales de las comunidades locales y los pueblos indígenas y el respeto a su derecho a controlar lo que pasa en sus zonas, la protección de las zonas cuya conversión no está justificada y la provisión de otras salvaguardias ambientales. Ya se han creado grupos de discusión en internet, abiertos a todos, para intercambiar puntos de vista e información sobre estos asuntos.
Fuente: Programa para los Pueblos de los Bosques, info@forestpeoples.org, www.forestpeoples.org y http://hcvnetwork.org/resource-network/the-network-s-charter