Una virtud de la Política sobre Bosques de 1991 era su simplicidad. Luego de la conmoción de las revelaciones de la década de 1980 acerca de las enormes superficies de bosques destruidas por proyectos financiados por el Banco Mundial –construcción de represas, carreteras, pozos petroleros, plantaciones y por colonización y madereo- la política de 1991 instruía al personal del Banco a mantenerse a distancia de los proyectos que pudieran perjudicar a los bosques tropicales húmedos primarios.
En contraste, la Política sobre Bosques de 2002 permite al Banco financiar proyectos en todos los tipos de bosques, excepto aquéllos que impliquen un desmonte “significativo” de bosques “críticos”. Las operaciones de madereo deben ser “certificadas” (o tener un “un plan de acción con fases y cronograma” para obtener la certificación). “Preferentemente”, las plantaciones no deberían establecerse en zonas desmontadas de bosques no críticos a menos que no haya otras alternativas “viables”. El significado exacto de esas palabras clave no se aclaró en el momento y el Banco admitió que podrían dar lugar a un elevado grado de juicio subjetivo. Para aclarar cómo el personal del Banco podría interpretar esos términos, el Banco prometió emitir un “Manual de Consulta sobre Conservación y Manejo del Bosque”, que daría una “buena guía práctica sobre esas y otras cuestiones”. A pesar de las reiteradas promesas a los gobiernos interesados, el “manual de consulta” nunca apareció. Así, el personal del Banco irá elaborando las normas a medida que transcurran los acontecimientos.
El Banco Mundial tiene ahora en marcha proyectos del orden de los 3.000 millones de dólares, que están afectando a los bosques. Pero no hay claridad acerca de si se controlarán esos proyectos y cómo se hará ese control para asegurar que no perjudiquen a los “bosques críticos”.
Por Forest Peoples Programme, correo-e: info@fppwrm.gn.apc.org , http://www.forestpeoples.org