La organización comunitaria Pangalasag es miembro de la alianza regional Kalumbay y de una organización de indígenas Higaonon de la municipalidad de Opol, Misamis Oriental. “Pangalasag” significa escudo indígena, y la organización fue creada para impulsar el resurgimiento de las leyes tradicionales de los Higanonon, principalmente en lo referente al consentimiento y a la toma de decisiones, además de responder al sentido literal del término de defensa contra el agresor.
Los Higaonon realmente han tenido que defenderse de la expropiación de sus tierras ancestrales, que ha durado décadas y que ha erosionado sus culturas y sus leyes tradicionales. Algunos de sus líderes decidieron resistir y crearon la organización Pangasalag.
Ahora la lucha es contra la expansión de las plantaciones de palma aceitera de la compañía A. Brown que, durante los dos últimos años, ha invadido el dominio ancestral de los Higaonon ocupando tierras tradicionales de las aldeas (barangays) de Tingalan y Bagocboc.
No sólo los indígenas que residen en esas zonas han experimentado los efectos adversos para la salud y el medio ambiente de los numerosos productos químicos que se usan en la producción de palma aceitera. Desde el comienzo de las actividades de la plantación, también los Higaonons y otros aldeanos han sufrido graves violaciones de sus derechos humanos, como expulsiones forzosas, arrestos ilegales, ráfagas de ametralladora desde aviones y persecuciones. Esto fue denunciado por una misión internacional de inspección realizada en mayo de este año, dirigida por PAN AP (Red de Acción contra los pesticidas – Asia y el Pacífico), KMP (Movimiento campesino de Filipinas), APC (Coalición campesina asiática) y la organización regional Lumad Kalumbay (ver Boletín 180 del WRM).
Gilbert Paborada, de 47 años, era el presidente de Pangalasag. El 3 de octubre, cerca de las 3 de la tarde, estaba por descender de una motorela (triciclo público) cuando dos hombres que pasaban en motocicleta le dispararon, según los datos iniciales recogidos por los Misioneros Rurales de Filipinas (RMP) de la Región de Mindanao Norte.
Los testigos dijeron que uno de los hombres se acercó a Paborada y volvió a dispararle en la cabeza. Paborada recibió cinco disparos: dos en el pecho, uno en la región abdominal, otro en la mano y el último en la cabeza, y murió en el acto. Los dos pistoleros, que montaban una motocicleta blanca de tipo motocross, se alejaron a toda velocidad.
Desde marzo de 2011, Paborada se había mudado de Bagocboc a Punto, ciudad de Cagayan de Oro, porque recibía amenazas de muerte. Pero él seguía frecuentando su aldea para dirigir las campañas comunitarias de Pangalasag. El día del asesinato recién volvía de Bagocboc.
Según dicen, Gilbert Paborada es el cuarto miembro de la organización indígena Kalumbay que es víctima de una ejecución extrajudicial en Mindanao Norte durante la administración del presidente Benigno Aquino III.
Además de las plantaciones de palma aceitera, también las actividades mineras cobran víctimas.
En la zona en la que se encuentran las ciudades de Kiblawan (Davao del Sur), Tampakan (South Cotabato) y Columbio (Sultan Kudarat), la empresa Sagittarius Mines Inc (SMI) está realizando actividades de exploración.
En 2002, SMI obtuvo un Contrato de Asistencia Técnica y Financiera de la transnacional minera australiana Western Mining Corporation. En asociación con la compañía anglo-suiza Xstrata, SMI está desarrollando el gran proyecto Tampakan de extracción de cobre y oro, que abarca zonas de Columbio, Sultan Kudarat, Kiblawan, Davao del Sur y Tampakan, y que invade el dominio ancestral de los pueblos indígenas.
Dieciocho familias o clanes Blaan se oponen con energía a la minería debido a los impactos que tiene sobre sus vidas. Una misión de solidaridad descubrió que los Blaan de Bong Mal tenían prohibido ir al bosque y al río para obtener comida, hierbas medicinales o agua.
A pesar del bloqueo de alimentos, de las intimidaciones, del acoso y la difamación, los habitantes de esas zonas siguen oponiéndose a las minas. Debido a las numerosas violaciones de los derechos humanos ocurridas en Bong Mal, el clan Blaan encargó a uno de sus miembros, Daguil Capion, la protección de sus dominios ancestrales, y éste declaró una “pangayaw” (guerra tradicional) contra Xstrata-SMI.
En su comunidad, Daguil es un héroe guerrero. Sin embargo, él y otros Blaan que participan en la “pangayaw” son considerados fugitivos y acusados de crímenes por los militares.
El 18 de octubre de 2012, los militares irrumpieron en la casa de Daguil y mataron a su esposa Juvy Capion y a dos de sus tres hijos, así como a su hijo en gestación. Durante una entrevista que le realizó por teléfono móvil la radio católica DxCP de la ciudad de General Santos, Capion negó haber estado en la casa cuando los soldados la acribillaron a balazos mientras su esposa e hijos dormían.
Juvy Capion era conocida no sólo porque su esposo Daguil Capion tenía un papel importante en la causa pangayaw sino porque ella misma era una combatiente en su tierra natal. Juvy era una de las mujeres Blaan de Bong Mal que se oponían a las actividades de Xstrata-SMI, y estaba en primera línea en las manifestaciones, barricadas y diálogos. También era líder de Kalgad, una organización de pueblos indígenas Blaan que resisten las actividades mineras en sus dominios ancestrales. Había dicho que habían protestado contra Xstrata-SMI pero que el gobierno no había tomado ninguna medida para resolver el problema.
Juvy había denunciado que, desde la entrada de la compañía minera a su territorio, se veían impedidos de conseguir alimentos para la familia y la comunidad, que estaban limitados a sus granjas en la montaña y ya no podían hacer cultivos libremente ni practicar el “aksafu” (intercambio de alimentos o de cualquier fruto de su trabajo con otras familias Blaan).
“A menos que SMI detenga sus operaciones y se vaya, no habrá paz en nuestra comunidad”, había dicho en un grupo de discusión que tuvo lugar cuatro días antes de la masacre que cobró su vida y la de sus hijos John y Pop. Había acusado a la compañía de intimidar a la gente con los militares, para que aceptaran el proyecto minero, y había añadido que en casi todos los lugares de Bong Mal había un destacamento militar, incluso uno justo al lado de la escuela, de modo que los niños tenían miedo de ir a clases.
Lo peor es que la minería ha deteriorado las relaciones entre los miembros de la comunidad. Como Juvy bien lo explicó, ofreciendo cosas materiales, como vehículos 4x4, a falsos líderes tribales nombrados por el gobierno local, SMI había logrado convencerlos de que autorizaran el proyecto. La compañía también contrató a miembros de la comunidad para que integraran el Comité de Reasentamiento, que está siendo usado para convencer a la gente que acepte el proyecto y para discutir con ellos el plan de reasentamiento y otros “beneficios”. “SMI provoca la desunión en las familias”, había insistido Juvy. Ahora, la comunidad está dividida: hay familias en pro y familias en contra de la minería.
Juvy había alentado a los Blaan a recuperar la unidad, a ser uno solo y ayudarse unos a otros, como sucedía antes, cuando Xstrata-SMI aún no había invadido sus territorios ancestrales. También había agregado que su lucha debía inspirar a la siguiente generación a preservar y proteger sus dominios en el futuro. “Maganda na mapalakas ang pagtuturo sa kasaysayan ng tribo namin laban sa Xstrata-SMI (Debemos enseñar a la joven generación la historia de nuestra lucha contra Xstrata-SMI)”, fueron sus palabras.
Artículo basado en: (1) Campaign Alert - Justice For Gilbert Paborada, Aldaw Indigenous Network, correo electrónico: aldaw.indigenousnetwork@gmail.com, http://www.facebook.com/Aldaw.network.palawan.indigenous.advocacy?v=wall; (2) “Juvy Capion, Blaan woman fighter”, Philippine Task Force for Indigenous People’s Rights, enviado por The ALDAW Team; (3) “Philippines: Another Indigenous Tribal Leader Slain In Misamis Oriental”, Indigenous Peoples Issues and Resources, http://indigenouspeoplesissues.com/index.php?option=com_content&view=article&id=16402