En Filipinas, la minería, junto con el madereo, han sido factores determinantes de la pérdida de la cubierta forestal del país: de 17 millones de hectáreas en 1934 a solo 3 millones en 2003, es decir, una reducción del 82 por ciento. Si bien aproximadamente el 60 por ciento del territorio del país estaba cubierto por bosques setenta años atrás, ahora no llega al 10 por ciento. Y dado que más de la mitad de los proyectos mineros en curso o planeados están ubicados en áreas ecológicamente muy vulnerables, y que más de un tercio de las concesiones de exploración y minería aprobadas se localizan en bosques intactos, gran parte de lo poco que queda podría perderse por industrias extractivas como la minería.
Además de contribuir al cambio climático global, la minería tiene un impacto devastador sobre las comunidades locales. Bosques destruidos, laderas degradadas y ríos y mares contaminados, han forzado a las poblaciones residentes a dejar sus tierras, privadas de acceso a los alimentos, al agua y a los medios de vida, y expuestas a productos químicos nocivos. En el correr de los años, una serie de desastres mineros grandes y pequeños han inundado ríos, sistemas de riego y tierras agrícolas con residuos tóxicos de la minería, matando peces, vida acuática y cultivos y amenazando la salud pública. Más de 800 minas ensucian el paisaje – contaminadas y abandonadas. Aparte de la destrucción ecológica, la militarización que acompaña los proyectos mineros ha generado violencia y violaciones de los derechos humanos.
En la medida que las operaciones mineras están ubicadas en zonas de montaña, sus impactos han golpeado desproporcionadamente a un sector que ha sido más marginado que otros: los pueblos indígenas. La mitad de las zonas reclamadas por las empresas mineras para sus operaciones son áreas consideradas tierras ancestrales por los pueblos indígenas. Se han documentado ya varios casos de pueblos indígenas desplazados de sus tierras y privados de sus fuentes de sustento. Según la ley, ningún proyecto minero puede comenzar sin su consentimiento; en la práctica, las empresas mineras utilizan sus recursos y conexiones para eludir este requisito, comprar apoyo y dividir a las comunidades indígenas.
Y aun así, esas empresas mineras, agentes mismos de la deforestación, son premiadas por los proyectos MDL (Mecanismo de Desarrollo Limpio) – un sistema que permite a los países desarrollados comprar “créditos” por proyectos que supuestamente reducen las emisiones de gases de efecto invernadero en los países en desarrollo, en lugar de cortar sus propias emisiones internas. Cada crédito MDL representa un pago realizado por una empresa en un país rico para que un país pobre no utilice el recurso limitado y así el primero puede usar este recurso para sí.
En Filipinas, el proyecto MDL más importante hasta la fecha – el Proyecto de generación de energía y recuperación de metano del vertedero de Montalban – ilustra el entramado de intereses corporativos vinculados con las actividades extractivas, contaminantes e intensivas en carbono, que serán recompensadas por el MDL. Siendo responsable de aproximadamente la mitad de todos los créditos MDL del país, el proyecto afirma que “reducirá” las emisiones en aproximadamente 5,9 millones de toneladas de dióxido de carbono en 10 años, al capturar y convertir en electricidad el metano proveniente de la basura.
El proyecto es ejecutado por una subsidiaria de Nickel Asia Corporation, la empresa minera de níquel más importante de Filipinas. Nickel Asia fue fundada y es propiedad de los magnates mineros Salvador y Manuel Zamora, de la rica e influyente familia Zamora. Según la revista Forbes, Manuel y Salvador se ubican respectivamente en los puestos número 20 y número 32 de la lista de personas más ricas de Filipinas. Manuel fue presidente y ahora es director de la Cámara Minera de Filipinas, el lobby de la industria minera del país.
Nickel Asia tiene cuatro subsidiarias con intereses operativos o accionarios en varias operaciones mineras a lo largo del país. El vicepresidente de una de estas subsidiarias es Philip T. Ang, el número 33 en la lista de personas más ricas del país. Nickel Asia tiene también intereses menores en Coral Bay Nickel Corporation, cuya mayor parte pertenece a un consorcio japonés dirigido por Sumitomo Metal Mining Corporation, primer productor de níquel y segundo productor de cobre de Japón. Juntas, estas subsidiarias dominan la industria minera de níquel local, con un ingreso neto combinado de casi 15 mil millones de pesos en 2007 – más de mil millones de pesos más que el presupuesto del gobierno para su propia agencia reguladora del medio ambiente, el Departamento de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Además de presidir Nickel Asia, Manuel Zamora también fue miembro de la junta directiva de Philex Mining Corporation, la empresa minera de oro y cobre más grande del país. Philex tiene minas en Negros Occidental y Zamboanga, así como operaciones en curso en Benguet y Surigao del Norte. En Zamboanga tiene un proyecto minero de carbón con reservas de alrededor de dos millones de toneladas. También realiza exploraciones de gas y petróleo. La mitad de las acciones de Nickel Asia pertenece a Luis Virata, número 15 en la lista de los más ricos del país. Él también ocupa un lugar en la junta directiva de otra firma, Benguet Corporation, la empresa minera más antigua de Filipinas.
Las operaciones mineras de Zamora son acusadas por los ambientalistas, las comunidades indígenas y los residentes locales, de socavar las leyes que protegen los bosques, desplazar a los pueblos indígenas, envenenar las fuentes de agua y privar a la gente de sus medios de subsistencia. En una mina hubo incluso violencia directa contra los residentes que se oponían a sus operaciones.
Con el MDL, los Zamora y sus socios de emprendimientos MDL pueden llegar a ganar de 0,3 mil millones a 1,7 mil millones de pesos filipinos al año en ingresos estimados de su proyecto Montalban – tanto como el 10 por ciento de todos sus ingresos de la minería de 2007 y más que los ingresos individuales de sus operaciones mineras de Cagdianao o Río Tuba. Esto prueba que el impacto del MDL sobre los balances financieros consolidados de sus promotores podría no ser insignificante.
El Mecanismo de Desarrollo Limpio no sólo está subsidiando actividades que promueven el cambio climático sino que también está incrementando las ganancias de algunas de las partes con mayor responsabilidad en la deforestación y la degradación ambiental. De hecho, en lugar de promover un desarrollo limpio sirve para fabricar dinero sucio.
Extraído y adaptado de: “The CDM in the Philippines: Rewarding Polluters”, Herbert Docena, Focus on the Global South,http://focusweb.org/philippines/content/view/334/7/; “Costly Dirty Money-Making schemes”, Herbert Docena, Focus on the Global South, junio de 2010,http://www.thecornerhouse.org.uk/sites/thecornerhouse.org.uk/
files/CDM%20Philippines.pdf