Durante largo tiempo, la industria hidroeléctrica ha dependido de subsidios para poder construir grandes represas. Los defensores de la hidroelectricidad promueven ahora a las represas como “favorables al clima”, en un intento desesperado de ganar financiamiento de carbono para las represas.
La Asociación Internacional de la Energía Hidroeléctrica (International Hydropower Association -IHA), junto con la Asociación Mundial de la Energía Eólica (World Wind Energy Association) y la Sociedad Internacional de Energía Solar (International Solar Energy Society), conformaron la Alianza Internacional de Energía Renovable (International Renewable Energy Alliance -IREA). La IREA realizó un evento paralelo durante la reunión internacional sobre cambio climático realizada en Buenos Aires en diciembre de 2004.
El evento fue presidido por Peter Rae, “convocante” de la IREA y miembro del directorio de la IHA. Durante 90 minutos la audiencia escuchó cortésmente mientras los representantes de las industrias de la energía eólica, solar e hidroeléctrica hacían su mejor esfuerzo para persuadirnos de que las ganancias eran un interés marginal y que sus compañías en realidad solo querían salvar el planeta. Robert Dixon, del Departamento de Energía de los EE.UU., no dijo nada que pudiera cuestionar esa visión. Henk Sa, de EcoSecurities, hizo una presentación sobre las complejidades financieras del carbono vinculado a los mecanismos flexibles del Convenio sobre Cambio Climático. Cuanto menos rentable es un proyecto tanto mejor es en términos de financiamiento a través del Mecanismo de Desarrollo Limpio, según Sa. “Para la energía hidroeléctrica, el Mecanismo de Desarrollo Limpio es un factor para hacer el proyecto rentable”, dijo.
La IHA sostiene que la energía hidroeléctrica produce muy pocas emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con las opciones de generación con combustibles fósiles. Sin embargo, las afirmaciones de la IHA ignoran un creciente cuerpo de evidencia que muestra que las represas y reservorios en los trópicos son fuentes significativas de metano. Patrick McCully de la Red Internacional de Ríos (International Rivers Network) ha analizado las afirmaciones de la IHA y concluye que son “diversamente irrelevantes, incompletas o simplemente equivocadas”. Más de 260 organizaciones han firmado la declaración de la IRN para que se excluya a la energía hidroeléctrica a gran escala de las iniciativas de energía renovable.
Después de las presentaciones de la IREA se dio la oportunidad de hacer preguntas. Patrick McCully comenzó una elocuente descripción de los problemas causados por las grandes represas hidroeléctricas. El convocante de la IREA, Peter Rae, lo interrumpió. “¿Hará una pregunta o solo está haciendo una declaración?”, preguntó.
Entre las preguntas que McCully hizo al panel estuvo la de si las compañías de energía hidroeléctrica miembros de la IREA estarían dispuestas a acordar en el futuro no participar en la construcción de represas que implicaran desalojos forzados. Nadie del panel contestó la pregunta.
Pensé en volver a hacer la pregunta. Peter Rae me interrumpió y me dijo que no debería molestarme en hacer preguntas que ya se hicieron. Ignorando a Rae pregunté “¿acordarán las compañías de energía hidroeléctrica de la IREA no participar en la construcción de represas que impliquen desalojos forzados?”
Rae replicó, sin ni un atisbo de respuesta a la pregunta. Señalé que lo único que quería era una simple respuesta de sí o no. “Me rehúso a ser dictado por usted”, dijo bruscamente Rae. Detrás de mi, un integrante de la audiencia dijo, “eso suena como un no para mi:”
En lugar de contestar la pregunta de McCully sobre los desalojos forzados, Rae habló sobre las directrices de sustentabilidad de la IHA, adoptadas formalmente por la asociación en noviembre de 2003. “La Comisión Mundial sobre Represas fue un buen comienzo, y la IHA ha ido más allá de sus recomendaciones,” explicó Rae.
Cuando se completó el proceso de la Comisión Mundial sobre Represas en noviembre de 2000, el documento resultante tenía más de 400 páginas. El informe estaba respaldado por dos años de estudios de caso, discusiones y reuniones. Concluye estableciendo siete prioridades estratégicas y un conjunto de directrices de buenas prácticas.
No es sorprendente que a algunas personas de la industria de la construcción de represas no les hayan gustado los resultados. “No nos gustan para nada las directrices de la Comisión Mundial;” me dijo en junio de 2002 Konrad Attengruber de VA TECH HYDRO, un compañía austríaca de equipamiento electromecánico que integra la IHA.
Las recomendaciones de la Comisión Mundial sobre Represas incluyen el principio del libre consentimiento, previo e informado de los pueblos indígenas. Éste les da a los pueblos indígenas el derecho a negarse a permitir las represas propuestas que puedan afectar sus tierras. También les da el poder de negociar las condiciones en que se puede implementar un proyecto. La palabra “indígena” aparece solo una vez en las directrices de sustentabilidad de la IHA, en una sección que trata la gestión de las represas existentes. El consentimiento libre, previo e informado no se menciona para nada.
Las directrices de sustentabilidad de la IHA sí mencionan el desalojo forzado, aunque no en esas palabras: “cuando sea necesario el desplazamiento de la población, se deberán desarrollar e implementar planes amplios de reasentamiento y rehabilitación en consulta con la población afectada”.
La construcción de grandes represas ha conducido al desalojo de millones de personas en todo el mundo. Nadie sabe la cifra exacta. La industria de la energía hidroeléctrica da todas las señales de que se propone seguir desalojando a la gente de sus hogares. La razón por la cual Peter Rae y otros miembros de la IREA del panel en Buenos Aires estaban reacios a discutir el desalojo forzado es simple. Las directrices de sustentabilidad de la IHA no excluyen el desalojo forzado.
Por: Chris Lang, correo electrónico: http://chrislang.org