Los monocultivos industriales de palma africana se han expandido durante los últimos años en Guatemala. Una de las regiones con mayor incremento es el municipio de Sayaxché, Petén, donde las empresas han definido las tierras como óptimas para la producción de palma africana.
En una reciente visita a Guatemala (1), el WRM entrevistó a Lorenzo Pérez Mendoza, coordinador de CONDEG (Consejo Nacional de Desplazados de Guatemala), asociación que está abocada al acompañamiento y asesoramiento de las comunidades de Sayaxché en defensa de sus derechos territoriales y laborales.
La población de Sayaxché está compuesta por desplazados de diversos puntos del país. A inicios de la década de 1960 llegaron familias en busca de tierra que el estado entregaba a campesinos e indígenas sin tierra mediante proyectos de colonización. A partir del conflicto armado interno (guerra civil que duró 36 años) se sumaron familias sobrevivientes de comunidades masacradas buscando nuevas tierras donde establecerse. A fines de la década del 1990, durante el proceso de paz, el gobierno regularizó las propiedades, adjudicando y garantizando a todas las familias campesinas e indígenas la tenencia de la tierra que ocupaban.
Lorenzo afirma que “las comunidades sufren actualmente un segundo desplazamiento, en su mayoría forzado, provocado por las empresas palmeras. Durante la última década Sayaxché enfrenta un proceso de acaparamiento de tierras por parte de estas empresas. Utilizando distintas estrategias, las empresas han ido comprando tierras a las familias campesinas e indígenas, a empresas ganaderas e incluso a comunidades enteras. Presiones y amenazas son frecuentes para lograr los objetivos: ‘si no nos vendés vos, vamos a negociar esta tierra con tu mujer’, una forma indirecta para decir que si no acepta entonces lo matan y negocian luego con su mujer. La mayoría de las tierras son mancomunadas; para vender una propiedad se exige la firma del hombre y la mujer. Esto lleva a que cuando el hombre se ve presionado por las empresas para vender, éste presiona a su vez a su esposa para que firme. A partir de aquí surgen serios problemas familiares.
Las familias que se resisten a vender van quedando rodeadas por las plantaciones de palma. Al comprar las tierras, las empresas cierran las servidumbre de paso, impidiendo a los vecinos acceder a sus propias tierras por caminos que tradicionalmente utilizaban para sacar sus cosechas, obligándolos a utilizar otros caminos más largos o que no están en las condiciones adecuadas y que implican varias horas de a pie para llegar a destino. Esto hace casi imposible entrar a los predios para cultivar y salir para vender las cosechas o comprar los insumos básicos. Además, los campesinos sufren otros métodos de presión con el fin de empujarlos a abandonar y vender sus tierras; se han reportado quemas y fumigaciones de sus parcelas y cultivos, robo de cosechas”.
El coordinador de CONDEG identifica que “la raíz del problema está en dos hechos: uno es la política de funcionamiento de las empresas que tienen todo el respaldo del estado, desde el gobernador pasando por el ministerio de trabajo y hasta el gobierno nacional. Esto nos preocupa mucho. Otro es que las instituciones del estado que legalizaron las tierras no brindaron ni un mínimo acompañamiento técnico de cómo manejar la tierra, y ningún incentivo para promover la producción de alimentos. La gente que se afincó en el lugar comenzó a adaptarse como pudo a la vida en el campo, pero al mismo tiempo comienzan a llegar las empresas con promesas de desarrollo y empleo.
Con el tiempo comprueban que estas promesas nunca se cumplen. De las familias que vendieron sus parcelas, algunas se fueron, otras terminaron arrendando alguna parcela de tierra donde cultivar alimentos para su subsistencia, y en otros casos pasaron a ser trabajadores dependientes de la empresa palmera, que se aprovecha de poblaciones pobres y con muchas dificultades económicas”.
Lorenzo destaca que el 8 de mayo se cumplió un año de la movilización de 13.000 campesinos y trabajadores del municipio de Sayaxché contra las empresas palmeras de esta región del país en reclamo por mejores condiciones laborales y salarios dignos. A la fecha, ni las empresas ni el gobierno han cumplido con la promesa realizada de dar respuesta a las peticiones presentadas.
“La madre tierra puede vivir sin humanos pero los humanos no pueden vivir sin la madre tierra”, reflexiona Lorenzo. “Las empresas palmeras están instaladas en tierras campesinas donde antes se cultivaba maíz, frijol y pepitoria entre otros cultivos y en lugares donde había pasturas para criar ganado. Es propiedad privada, nadie puede pasar porque hay guardias privados armados. Se pierde el acceso al agua, a la recolección de leña y se cierran las servidumbres de paso. Destruyeron lo que quedaba de bosques, no es como el café que se puede integrar al bosque, ellos sacan todo para beneficiar el monocultivo.
Tenemos un problema grave en Sayaxché con casos de deforestación, contaminación y violación de los derechos laborales y de acceso a la tierra (2). Ahora que está todo cubierto de palmas, la gente se da cuenta que la palma no se come, ni siquiera los animales la comen, solamente es útil para las empresas”.
(1) El WRM en coordinación con SAVIA -representante en Guatemala de la RECOMA (Red contra los monocultivos de árboles en América Latina)- y con la colaboración de la REDMANGLAR, visitó Guatemala, realizando varias actividades de difusión y registro de testimonios sobre los impactos de la expansión de los monocultivos de palma en las poblaciones locales.
(2) Para ampliar esta información acceder a los informes realizados por CONDEG: “Investigación y documentación de casos de violaciones de derechos de paso de las personas y/o comunidades del municipio de Sayaxche, departamento de Petén” disponible en http://www.wrm.org.uy/es/files/2013/05/CONDEG-derecho-de-paso.pdf y “Aproximación a las prácticas de violación a los derechos laborales en las fincas de palma africana, Sayaxche, Peten. ¿Neocolonialismo?” disponible en http://www.wrm.org.uy/es/files/2013/05/informe-CONDEG-empleo.pdf