La vertiente del Pacífico de Guatemala está compuesta por unas 17 cuencas hidrográficas. La mayoría de los ríos de esta región tienen un recorrido corto de unos 100 kilómetros de largo, desde su nacimiento en la parte alta de las montañas y en la cadena volcánica hasta su desembocadura. Uno de estos ríos es el Coyolate, que nace en las montañas del departamento de Chimaltenango, atravesando varios municipios y comunidades. En la parte media de la cuenca se encuentran extensas áreas de monocultivos y ganadería.
La caña de azúcar y la palma africana se han asentado desde hace décadas en la región, debido a la fertilidad de los suelos de origen volcánico y la disponibilidad de agua. Pero el sistema de producción de caña y palma, como muchos otros monocultivos, necesita de grandes cantidades de agua, las cuales utilizan desviando parcial o totalmente los ríos hasta sus cultivos. Esto lo hacen construyendo una serie de bordas y diques los cuales forman canales que transportan el agua, para luego distribuirla e irrigar las plantaciones. Esto genera una situación dramática para las comunidades locales; en época seca los ríos pueden quedar totalmente sin agua, afectando a los medianos y pequeños productores de ganado, a los agricultores locales y a las más de 15,000 personas que habitan la zona del río Coyolate y utilizan sus aguas.
En época lluviosa, los canales abiertos son la vía por la cual el agua entra e inunda a las comunidades generando situaciones de emergencia, evacuaciones y pérdidas. El desvío y el uso abusivo de las aguas del Coyolate modifica y altera la dinámica natural del río, afectando a las personas y a los ecosistemas de los cuales dependen. Esta situación va acompañada por otros impactos generados por el cultivo de caña de azúcar: las fumigaciones aéreas con productos químicos para la maduración de la caña afectan también a los cultivos de frijol, maíz, coco, chile, entre otros.
La necesidad de expansión del cultivo ha llevado a los ingenios y fincas azucareras a talar grandes cantidades de árboles, los cuales son utilizados como combustible en las calderas. Los bosques de ribera también resultan afectados por la deforestación y por el impacto de la erosión de los suelos; los cauces cada vez son más frágiles y no soportan las modificaciones abruptas y en general el mal uso de los suelos.
El Coyolate además transporta y abastece de agua a un sistema de manglares en su desembocadura; al quitarle el agua al río ésta no llega hacia los manglares, lo que representa una posible muerte sistemática del ecosistema manglar.
El caso del río Coyolate ilustra lo que sucede en casi todos los ríos de la costa sur guatemalteca, donde los denominadores comunes son la explotación irracional de los recursos del territorio y de las aguas y la contaminación generalizada en los procesos de producción de las agroindustrias.
Comunidades afectadas, como Santa Odilia, han denunciado esta situación por años, sin tener una solución real a sus problemas; están cansados de recibir ayudas humanitarias – la que agradecen- pero la solución a sus problemas es que las agroindustrias respeten el río, que no lo desvíen, que usen el agua necesaria sin dejar a quienes viven en la parte media y baja de la cuenca sin ella, viviendo en situaciones de calamidad.
El desvío de los ríos y la degradación ambiental que generan las empresas de palma y de banano, también ha sido denunciado por organizaciones como el Comité de Unidad Campesina –CUC- parte de la Vía Campesina, quienes han interpuesto denuncias y enviado memoriales a las autoridades correspondientes del gobierno de Guatemala, para que atiendan los casos de desvío de ríos en las zonas de Ocós y Coatepeque, municipios de San Marcos. Debido a esas demandas se creó una Comisión de Alto Nivel que ha participado en acciones de monitoreo en las plantaciones de las empresas Bananera Sociedad Anónima y Palma del Horizonte. El Comité de Unidad Campesina solicita a la Comisión de Alto Nivel que emita con urgencia el informe de las inspecciones y que sea un informe objetivo, imparcial y justo. Exige que se propongan las alternativas más idóneas para solucionar dicha problemática.
Recientemente, una delegación de la RECOMA (Red Latinoamericana contra los Monocultivos de Árboles) visitó la comunidad de Santa Odilia y recabó testimonios de los pobladores. Junto con la RECOMA, la comunidad elaboró una carta que será enviada a delegados del gobierno.
Los pobladores quieren que la comunidad internacional, especialmente quienes participan de las negociaciones de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, tomen conocimiento del impacto que tienen a nivel local las falsas soluciones que se promueven como combustibles limpios o “biocombustibles”, como es el caso de la palma aceitera. Quienes deseen adherir a la carta pueden hacerlo enviando un mensaje a recomala@gmail.com. El texto de la carta se encuentra disponible enhttp://wrm.org.uy/paises/Guatemala/Carta_desvio_rio_coyolate.html
El gobierno de Guatemala debe responder rápidamente ante esta situación que afecta a miles de ciudadanas y ciudadanos guatemaltecos, y que viola sus derechos humanos más elementales. Las comunidades locales piden firmemente que se salve el río, porque salvando al río se salva a miles de personas.
Por Carlos Salvatierra, correo electrónico: Salvatierraleal@gmail.com
Con el apoyo de Savia –Escuela de Pensamiento Ecologista- savia.guate@gmail.com y Comité de Unidad Campesina –CUC.cuc@intelnett.com