Para gran parte de la población de Honduras, la Reserva de Biosfera del Río Plátano es motivo de orgullo nacional, ya que a la belleza escénica de la zona se suma su riqueza biológica y cultural, cuya conservación estaría asegurada para las futuras generaciones. Sin embargo, otra parte de la población – la más importante - no piensa lo mismo.
La reserva se ubica en la zona atlántica de Honduras, en territorio de los indígenas Miskito, que conviven con porcentajes menores de indígenas Pech y de poblaciones Garífunas. Al igual que las demás reservas de biosfera del mundo, las 830.000 hectáreas que la componen (7% del territorio del país), están divididas en la zona núcleo (intocable), la zona tampón (con uso restringido) y la zona de uso productivo. El área se caracteriza por una enorme riqueza en materia de diversidad de plantas y animales, así como por su importante diversidad cultural.
Como también ocurre en otras reservas similares, la población local nunca fue consultada acerca de la creación de la reserva y menos aún informada acerca de las restricciones que ello impondría a su uso. Para comprender la injusticia que esto implica, es necesario resaltar dos cosas:
- que el área estaba habitada por Miskitos mucho antes de la creación de la República de Honduras
- que mediante el uso sustentable de los recursos naturales, los Miskitos (y demás habitantes nativos de la zona), aseguraron que el bosque fuera conservado en excelente estado.
Es decir, que además de desconocerse sus derechos ancestrales a la tierra, se les "premia" por la conservación del bosque declarándolo como reserva de biosfera y poniéndoles restricciones al uso de sus recursos.
No se ponen sin embargo, las mismas restricciones a quienes han destruido los bosques de la región y que aún siguen extrayendo caoba y otras maderas valiosas del área declarada como reserva: los madereros.
Un poblador Miskito local – que prefirió mantenerse en el anonimato – señala la presencia de muchas empresas madereras en la zona, que obtienen permisos de corta de COHDEFOR (Corporación Hondureña de Desarrollo Forestal). Sin embargo, "la gente nativa no consigue permisos y cada tanto van presos por cortar algún árbol". Eso contrasta con el hecho de que "el Estado nunca detuvo a nadie vinculado a los madereros".
La razón por la que la persona entrevistada no quiso dar su nombre tiene su explicación en que "han habido asesinatos y amenazas constantes a líderes que hacen denuncias contra los madereros. Uno de los amenazados es el líder Miskito Don Aldo Allen".
Mientras los madereros siguen sus negocios con el apoyo explícito o implicito de las autoridades, a los pobladores locales se les prohíbe el acceso a determinadas zonas y se les imponen restricciones de caza, pesca y extracción de madera y plantas.
En esas condiciones, no es extraño que escaseen las fuentes de trabajo y aumente la pobreza. El Estado centra su acción en la protección de los bosques, pero a costa de la gente local. La situación es sintetizada por nuestro entrevistado cuando dice: "Somos ricos, pero administramos pobreza. La reserva no generó empleos, salvo para gente de afuera".
Sin embargo, el Estado obtiene dinero a través de la reserva, que es parte importante del Corredor Biológico Mesoamericano. Entre quienes aportan recursos financieros se destacan el World Wildlife Fund, Nature Conservancy, GTZ (Agencia Internacional Alemana para el Desarrollo), Departmento del Interior de EE.UU. y la Agencia de Cooperación Internacional del Japón.
Lamentablemente, esos recursos financieros no están sirviendo para mejorar la situación de la población local; por el contrario, la reserva ha resultado en el empeoramiento de sus condiciones de vida. "La gente le tiene miedo a la palabra 'reserva', porque el resultado es que le quitan todos sus derechos. Muchos ni siquiera saben que están dentro de una reserva".
Pese a las dificultades, los Miskitos y otras poblaciones locales están desarrollando acciones por el reconocimiento de sus derechos. Entre ellas se destaca el tema de la titulación de la tierra. La gente está exigiendo que se extiendan títulos de propiedad a las comunidades (no títulos individuales). Unido a esa reivindicación, exigen que la reserva y su manejo queden en manos de los indígenas. Que no es más que exigir justicia.
Artículo elaborado en base a: información obtenida en entrevista a indígena Miskito anónimo, julio 2003; Eco-Index: Río Plátano Biosphere Reserve Integrated Management Program http://www.eco-index.org/search/results.cfm?ProjectID=135