Los Malapantaram son una comunidad nómade de un total de 2000 personas que vive en los bosques altos de las montañas Ghat, al sur de India. Los primeros escritores los describieron como “pueblo salvaje de la jungla” o como “especie de nómades montañeses”, tendiendo a considerarlos como aislados socialmente y como sobrevivientes de alguna cultura prístina de los bosques. Pero desde los tiempos más remotos, los Malapantaram tienen una historia de contacto e intercambio con las comunidades de castas vecinas, provenientes de las llanuras, y han sido parte de una economía mercantil más amplia. Todavía son primordialmente recolectores de importantes productos de los bosques como la madera de sándalo, el jengibre, el caradamomo, la resina dammar, la miel y varias plantas medicinales. Los Malapantaram combinan por tanto la recolección de alimentos para la subsistencia (especialmente batatas), la caza de pequeñas presas (monos, ardillas, calaos, ciervos ratones) y la recolección de lo que se llama localmente “productos menores del bosque”. Durante la temporada principal de la miel, marzo a mayo, su recolección se convierte en la actividad económica principal de los Malapantaram.
La mayoría de los Malapantaram son pueblos nómades de los bosques que pasan la mayor parte de su vida en campamentos en el bosque, donde habitan entre una y cuatro familias. Estos campamentos consisten de entre dos y cuatro refugios de hojas, hechos con frondas de palma u hojas de plátanos silvestres. Son temporarios; sus moradores solamente se quedan en un sitio en particular durante una semana aproximadamente, antes de seguir camino hacia otro lugar.
Los Malapantaram se ven a sí mismos, y son descritos por los demás, como “gente del bosque”, ya que se identifican fuertemente con el bosque. Para ellos, el bosque no es solo una fuente de sustento, sino un medio ambiente en el que pueden mantener cierto nivel de autonomía cultural e independencia social. Por tanto, tienden a vivir y moverse constantemente sobre los márgenes del bosque, de forma de poder realizar fácilmente transacciones comerciales –que usualmente implican una suerte de trueque contractual- y al mismo tiempo evitar el control, el acoso y el menosprecio –incluso la violencia- que generalmente sufren de parte de los funcionarios del gobierno, los comerciantes y las comunidades campesinas locales. El bosque para los Malapantaram no es sólo un hogar: es un lugar al que siempre pueden retirarse para evitar la imposición de los forasteros.
Con el establecimiento del dominio colonial y del estado de Travancore, las montañas boscosas del Ghats se convirtieron en reservas de bosque bajo jurisdicción del Departamento forestal. En 1911 se redactaron reglas para el “Tratamiento y manejo de los montañeses”, que estipulaban que los pueblos tribales como los Malapantaram estarían bajo el control del Departamento forestal y se ubicarían en asentamientos permanentes. Los Malapantaram eran considerados esencialmente como “pupilos bajo tutela” del Departamento forestal, y se les negó todo derecho a la tierra, considerando a los bosques básicamente propiedad del estado. Después de la independencia, los Malapantaram quedaron bajo jurisdicción del Departamento de Bienestar de Harijan y desde entonces se han hecho esfuerzos para promover el bienestar de la comunidad a través de la creación de escuelas y centros de atención médica, y de esfuerzos por “arraigarlos” e inducirlos a adoptar la agricultura. Como en todo el mundo, el estilo de vida “nómade” basado en la recolección de alimentos fue derogado por los gobernantes y los esfuerzos por “mejorar” a los Malapantaram se centraron en el establecimiento de “asentamientos” (descriptos como “plan de colonización”) y su objetivo principal ha sido transformar la economía Malapantaram en una economía de agricultura permanente. El plan resultó un fracaso total. La tierra asignada a los Malapantaram fue invadida en gran parte por los comerciantes locales de una aldea cercana. Al parecer, los Malapantaram fueron extremadamente reacios a dedicarse a la agricultura, y a cortar de esa forma los lazos que los unen con el bosque: el medio ambiente con el que están tan fuertemente identificados y que saben es su único refugio realmente seguro.
Por: Brian Morris, Goldsmith College, correo electrónico: brianmo@onetel.net.uk