Uno de los principales mitos sobre las plantaciones de árboles es que ayudan a reducir la presión sobre los bosques mediante la provisión de fuentes alternativas de madera. Se ha demostrado la falsedad de esta afirmación en prácticamente todos los países del sur, pero el mito todavía subsiste en muchos círculos, principalmente entre los forestales profesionales. Otro mito arraigado es que las plantaciones son “bosques plantados” que tienen el mismo impacto positivo que los bosques. También se ha demostrado que eso es absolutamente falso, pero los forestales siguen insistiendo en llamarlas “bosques”.
Un artículo escrito recientemente por dos funcionarios del Banco Mundial, Juergen Blaser del Departamento de Medio Ambiente y Jim Douglas, asesor del Departamento Rural, contiene un recuadro centrado en el papel de las plantaciones, que esperamos que obligará a los forestales a pensar. Blaser y Douglas no son “personas de las ONG sin elementos científicos”, que es el argumento habitual que usan los forestales para rehuir la discusión sobre las plantaciones. Ambos son ingenieros forestales de alto rango a nivel del Banco Mundial, lo que implica que los forestales deberían leer cuidadosamente lo que afirman en su artículo. Y lo que dicen es realmente interesante:
“Las políticas de incentivo de las plantaciones en ocasiones se justifican con el argumento de que las plantaciones podrían tener efectos mitigadores del uso destructivo de los bosques naturales, mediante la provisión de una fuente alternativa de madera. Pero hasta este momento, las plantaciones no han tenido un impacto global perceptible sobre la reducción de la deforestación. A menos que la expansión de las plantaciones esté fuertemente vinculada a la eliminación de incentivos perversos y distorsiones de mercado sobre las operaciones en bosques naturales y a un control importante sobre las operaciones ilegales, es muy poco probable que las mismas vayan a tener un impacto positivo sobre los bosques naturales. De hecho, lo opuesto puede acontecer: el establecimiento de plantaciones en suelos que ya poseen bosques naturales puede exacerbar la deforestación en vez de reducirla. Las empresas agrícolas y plantadoras de cultivos forestales pueden procurar en forma activa el acceso a bosques intactos para capitalizarse con el valor de la madera en pie. Es posible que eso resulte más importante para ellos que el valor subyacente de la tierra, especialmente si una parte del sistema de incentivos para la promoción de inversiones en el cultivo de árboles es el acceso a materias primas forestales a precios y bajo reglamentaciones mucho más liberales que los aplicados a las operaciones de madereo en el patrimonio forestal permanente”.
En resumen, según estos dos forestales de alto rango del Banco Mundial, las plantaciones no son bosques y no sólo no reducen la presión sobre los bosques sino que “de hecho, lo opuesto puede acontecer.”
Artículo basado en información obtenida de: Juergen Blaser and Jim Douglas, "A Future for Forests? Issues and implications for the emerging forest policy and strategy of the World Bank", ITTO Newsletter, 15/12/00.