Los estadounidenses somos legendarios por nuestra capacidad de consumo. A pesar de que en población mundial estamos en tercer lugar, muy atrás de China e India, consumimos más que cualquier otra nación. No es diferente cuando hablamos de papel: dejamos atrás al resto del mundo con nuestro consumo promedio de 300 kg por persona por año. Para dar una idea del contexto, según Naciones Unidas el mínimo necesario para cubrir las necesidades básicas de alfabetismo y comunicación es de entre 30 y 40 kilos de papel por año.
Lo que la mayoría de la gente no sabe es que, mientras que importamos algo de papel de otros países, especialmente de Brasil, Canadá e Indonesia, el sur de Estados Unidos es por lejos la principal región productora de papel del mundo, con una producción que supera el 15% del papel del mundo. Junto con esta escala masiva de producción de papel vienen todas las prácticas silviculturales asociadas, desde la tala rasa en gran escala, que abarca miles de hectáreas, hasta la tala de bosques en peligro, pasando por la conversión de nuestros bosques nativos en estériles plantaciones de pinos.
Hay unas 13 millones de hectáreas de plantaciones de pinos en Estados Unidos. En los últimos años la mayoría de ellas se establecieron a expensas de los bosques nativos. Además de convertir nuestros bosques de increíble diversidad en un cultivo, empeoramos la situación con el uso masivo de fertilizantes y herbicidas sintéticos en las plantaciones. A partir de 1999 Estados Unidos usó más productos químicos para manejar las plantaciones que el total del resto del mundo. Estos productos envenenan nuestros ríos, fuentes de agua potable, ganado y gente.
Como los lectores del boletín del WRM saben, Dogwood Alliance, una coalición de más de 70 organizaciones, trabaja para detener las prácticas destructivas de la industria del papel. Actualmente nos enfocamos en la región conocida como Southern Swampland (tierras pantanosas del sur), en la planicie costera atlántica que se extiende de Virginia a Georgia, donde los impactos de la industria maderera han sido especialmente severos.
La planicie costera atlántica de EEUU es una de las regiones más diversas de Norteamérica. Con sus sabanas de pinos de hoja larga, bosques ribereños de pantano y ecosistemas singulares como Carolina Bays, esta región es hogar de muchos animales y plantas que no se encuentran en ningún otro lugar del planeta.
Un ejemplo singular del bosque son nuestras sabanas de pinos de hoja larga, que necesitan entre 100 y 150 años para alcanzar su máximo tamaño, lo que los convierte en una mala especie para la celulosa y el papel. Estos bosques resistentes a los incendios son hogar de más de 30 especies amenazadas que de ellos dependen para su supervivencia.
Una especie vegetal única de esta región es la Venus atrapamoscas, una planta carnívora que atrapa y se alimenta de moscas y arácnidos. Se la encuentra solamente en una pequeña región de pantanos en el sudeste de Carolina del Norte y el noreste de Carolina del Sur.
Esta región de tan increíble diversidad se encuentra bajo la grave amenaza de la industria de la celulosa y el papel, sobre todo de empresas como International Paper, que tiene allí tres fábricas de embalaje de papel. Nuestros bosques de la región Southern Swampland están siendo talados, convertidos en astillas y luego en celulosa para fabricar embalajes de papel para productos como la comida rápida. Es una gran tragedia.
Las zanjas y el drenaje son la principal causa de la pérdida de los bosques de humedales de agua fresca en el sur de EEUU. Esta región ha sido golpeada con particular dureza. Los humedales son fundamentales para controlar las inundaciones, evitar las mareas de tormenta, filtrar el agua potable y también como hábitat de innumerables especies silvestres. No obstante, a lo largo de las décadas se han abierto grandes canales para drenar el agua de los pantanos de forma de secar el suelo y permitir la plantación de pinos de crecimiento rápido (Pinus taeda) que se cosechan aproximadamente cada 12 años.
En los últimos meses nuestra región se ha enfrentado a una severa sequía, lo que abrió al madereo otras partes del pantano que hasta entonces no habían sido tocadas. Aquí nos estamos enfrentando a una crisis ecológica; menos de 10% de estos bosques están protegidos, lo que pone en duda el futuro de la vida silvestre, los pantanos y las personas que de ellos dependen.
En los próximos años, Dogwood Alliance y nuestros aliados seguiremos trabajando para proteger este lugar de importancia tan crítica y frenar la invasión de las plantaciones de pinos. Haremos campañas para impedir que algunas de las mayores empresas del mundo, de McDonalds a Taco Bell pasando por Unilever, entre otras, sigan comprando embalajes de papel procedentes de este lugar especial y para que empiecen a usar menos embalaje y, de ser necesario, se pasen al papel reciclado. Nuestra esperanza es que al hablar con estas grandes empresas no solamente protegeremos los bosques de nuestra región sino que también obligaremos a las empresas a cuidar la forma en que hacen sus negocios para proteger los bosques importantes y las comunidades que dependen de los bosques en el mundo entero.
Por Scot Quaranda, Dogwood Alliance, scot@dogwoodalliance.org