La Convención sobre Humedales Ramsar se firmó en la ciudad de Ramsar, Irán, en 1971, y entró en vigor en 1975. Ramsar es el único convenio medioambiental que se ocupa de un ecosistema específico: los humedales. Los humedales, como reconoce la Convención Ramsar, cumplen funciones ecológicas fundamentales, como reguladores de los regímenes hidrológicos y como hábitat de una muy rica biodiversidad, y constituyen un recurso de gran importancia económica, cultural, científica y recreativa que debe ser preservado.
Los manglares, bosques costeros situados en las áreas tropicales y ecuatoriales del mundo, son parte de estos humedales. Y actualmente están gravemente amenazados. Según la FAO, más del 50% de los manglares ha desaparecido ya. Hoy, la principal causa de desaparición de los manglares es la expansión de la industria camaronera, que cultiva camarón o langostino tropical en las áreas costeras de los países pobres para exportarlo a países ricos como España, EE.UU. o Japón. De hecho, gran parte de los langostinos que encontramos hoy en los mercados proceden de la destrucción de los ecosistemas costeros en países del Sur y del desplazamiento obligado de las poblaciones locales.
La Resolución VII.21, tomada en la Séptima Conferencia de las Partes de la Convención Ramsar sobre Humedales (Costa Rica, 1999), reconoce el valor económico, social y ambiental de humedales como los manglares para la pesca, la biodiversidad, la protección de las costas, las actividades recreativas, la educación, y la calidad del agua. Reconocía que el sustento de un número considerable de poblaciones depende de la productividad y el valor de los humedales situados en zonas de intermareales, y también mostraba la preocupación por el avanzado proceso de degradación en que se encontraban una gran proporción de humedales costeros, principalmente a causa de la acuicultura no sostenible y la contaminación.
Por todo lo anterior, la Convención instaba a las Partes Contratantes --es decir, a los estados-- a suspender la promoción y creación de nuevas infraestructuras para actividades de acuicultura insostenibles y dañinas para los humedales costeros, incluyendo la expansión de las ya existentes, hasta tanto no se identifiquen, mediante evaluaciones del impacto ambiental y social de tales actividades, junto con los estudios apropiados, las medidas tendientes a establecer un sistema sostenible de acuicultura que esté en armonía con el medio ambiente y con las comunidades locales.
Esta resolución, por desgracia, no se está cumpliendo. Por ello, Greenpeace y Red Manglar (una red que reúne ONGs de Ecuador, Honduras, El Salvador, Guatemala, México, Brasil y Colombia que trabajan en la defensa de los manglares) llevarán a la Octava Conferencia de las Partes de la Convención de Ramsar, que se celebra en Noviembre en Valencia, una demanda muy concreta con respecto a los manglares: una moratoria en la expansión de la industria camaronera.
Sin esta paralización, no podremos salvaguardar estos ecosistemas, e impediremos que las poblaciones locales que dependen de ellos tengan una oportunidad distinta a la pobreza o la emigración. La Octava Conferencia de las Partes de la Convención de Ramsar es quizá, una de las últimas oportunidades de frenar la destrucción de los únicos bosques que pueden vivir con sus raíces sumergidas en la mar.
Por : Eva Hernández, artículo enviado por CODDEFFAGOLF, correo electrónico: cgolf@sdnhon.org.hn