Los estudios dedicados a la seguridad y la salud de los trabajadores de las plantaciones forestales son escasos en todo el mundo y generalmente este sector queda inmerso en el más amplio de la industria forestal, que abarca también las actividades de tala y explotación maderera en el bosque.
No obstante, un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre la situación en la industria forestal, dentro de la serie “Enciclopedia de Salud y Seguridad en el Trabajo”, aporta una serie de datos importantes que vale la pena recopilar aquí, intentando rescatar aquéllos relativos al sector que nos ocupa.
El informe señala que la plantación de árboles a escala industrial, es fatigosa y peligrosa. Como se realiza al aire libre, los trabajadores se ven expuestos a condiciones climáticas extremas: frío, calor, nieve, lluvia y radiación ultravioleta (UV). Se suele trabajar con mal tiempo y, en las operaciones mecanizadas, cada vez es más habitual continuar trabajando por la noche. Los lugares de trabajo suelen estar alejados y mal comunicados, lo que dificulta las labores de rescate y evacuación de los trabajadores si se presenta una emergencia. En muchos países todavía es normal que vivan durante largos períodos en campamentos aislados de sus familias y amigos.
Las dificultades se ven agravadas por la naturaleza del trabajo: se utilizan herramientas peligrosas y suele comportar un esfuerzo físico importante. El clima, el ruido y la vibración son riesgos físicos comunes en el trabajo forestal. La exposición a riesgos físicos varía en gran medida en función del tipo de trabajo y de equipo utilizado. Otros factores, como la organización del trabajo, las pautas de empleo y la formación, también desempeñan un papel importante para aumentar o reducir los peligros asociados al trabajo forestal.
El trabajo forestal manual conlleva por lo común una gran carga de trabajo físico, lo que implica a su vez un alto consumo energético para el trabajador, que depende de la faena y del ritmo al que se realiza. El trabajador forestal necesita ingerir alimentos en mucha mayor cantidad que el trabajador “normal” de oficina para afrontar las exigencias del trabajo.
Distintos estudios arrojaron que los trabajadores están expuestos a un alto índice de enfermedades, además de lesiones y accidentes.
Aunque escasas y realizadas con un pequeño número de trabajadores, las pocas investigaciones de indicadores fisiológicos de esfuerzo físico (frecuencia cardiaca, parámetros de hematología sanguínea, elevada actividad de enzimas séricas) concluyeron todas ellas que la plantación de árboles es una ocupación muy fatigosa tanto en términos de esfuerzo cardiovascular como musculosquelético.
Carga musculosquelética y fisiológica
Aunque no existe literatura epidemiológica específica que vincule el trabajo en las plantaciones forestales con problemas musculosqueléticos, los movimientos enérgicos asociados al transporte de cargas, así como la variedad de posturas y de trabajo muscular que comporta el ciclo de plantación, constituyen sin duda factores de riesgo que se ven incrementados por la naturaleza repetitiva del trabajo.
Las lesiones por esfuerzo repetitivo siguen siendo un problema importante. Los estudios realizados demuestran que entre el 50% y el 80 % de los operarios de las máquinas tienen molestias en cuello u hombros. Suele ser difícil realizar comparaciones de cifras porque las lesiones se desarrollan de forma gradual durante un largo período de tiempo.
Las flexiones y extensiones extremas de las muñecas —p. ej., para coger los plantines de las bandejas— y la transmisión a manos y brazos del impacto que se produce cuando la herramienta de plantación golpea una roca oculta, son algunos de los peligros biomecánicos a los que se ven expuestos los miembros superiores.
El apilamiento manual de troncos comporta el repetido levantamiento de pesos. Si la técnica de trabajo no es perfecta y el ritmo es demasiado alto, el riesgo de sufrir lesiones musculosqueléticas será muy alto. Transportar cargas pesadas durante largos períodos de tiempo, como en la corta y transporte de madera para celulosa, tiene efectos similares. El peso total acarreado, la frecuencia de levantamiento y la naturaleza física y repetitiva del trabajo --sobre todo el intenso esfuerzo muscular necesario para hundir la herramienta en la tierra-- son factores que contribuyen a la tensión muscular ejercida sobre los miembros superiores.
Por otro lado, el manejo de máquinas portátiles, como las motosierras, puede requerir un gasto energético aún mayor que el trabajo manual, debido a su considerable peso. De hecho, las motosierras utilizadas suelen ser demasiado grandes para la faena. Las faenas manuales-motorizadas altamente especializadas crean un riesgo muy alto de lesiones musculosqueléticas ya que los ciclos de trabajo son cortos y los movimientos específicos se repiten muchas veces.
Trabajar en posiciones corporales difíciles puede crear problemas, como p. ej., molestias lumbares. Un ejemplo sería el uso de un hacha para desramar árboles tirados en el suelo, lo que supone trabajar encorvado durante largos períodos de tiempo, que se traduce en una gran tensión en la región lumbar y trabajo estático para los músculos de la espalda.
La manipulación de bandejas de plantines (de 3,0 a 4,1 kg cada una cuando están llenas) al descargar los camiones de reparto es también un riesgo potencial. El transporte de cargas con arneses también puede provocar molestias lumbares, sobre todo si el peso no está bien distribuido sobre los hombros y alrededor de la cintura.
Conviene no olvidar la carga muscular sobre los miembros inferiores: caminar varios kilómetros diarios transportando una carga sobre terreno irregular, a veces cuesta arriba, puede convertirse rápidamente en un trabajo agotador. Además, esta faena implica frecuentes flexiones de las rodillas y la constante utilización de los pies. La mayoría de los plantadores se sirven de los pies para despejar los detritos con un movimiento lateral antes de realizar un hoyo, así como para aplicar peso sobre el estribo de la herramienta a fin de hundirla en el suelo y para compactar la tierra alrededor del plantín una vez insertado.
En el caso del trabajo forestal manual-motorizado, el trabajador también está sujeto a otros riesgos específicos debidos a las máquinas con las que trabaja. El ruido supone un problema cuando se trabaja con una motosierra o aparato similar. El nivel de ruido de la mayoría de las motosierras utilizadas en el trabajo forestal normal supera los 100 dBA. El operario está expuesto a este nivel de ruido de 2 a 5 horas diarias, lo que puede provocar pérdidas auditivas.
El trabajo reiterado al aire libre, con climas rigurosos --de frío y calor--, muchas veces sin una debida protección contra el sol (gafas de sol, sombreros, cremas con factor de protección) y contra los insectos, es motivo de deshidratación, insolación y estrés por calor. Trabajar en un clima caliente pone presión al trabajador forestal que realiza trabajos pesados. Entre otras cosas, la frecuencia cardíaca aumenta para mantener la temperatura corporal baja. Sudar conlleva la pérdida de fluidos corporales. El trabajo pesado a altas temperaturas supone que un trabajador puede necesitar beber 1 litro de agua por hora para mantener el equilibrio de los fluidos corporales.
En un clima frío, los músculos no funcionan bien. Aumenta el riesgo de sufrir lesiones musculosqueléticas y accidentes. Además, el gasto energético aumenta notablemente, ya que sólo mantenerse caliente cuesta mucha energía.
Una de las enfermedades propias de este sector es el “agotamiento del plantador”, un síndrome derivado de una deficiencia hematológica y caracterizado por la presencia de somnolencia, debilidad y mareos, parecido a la “anemia deportiva” que desarrollan los atletas en sus entrenamientos.
Existe una alta incidencia de pérdida prematura de la capacidad laboral, con la consiguiente jubilación anticipada entre los trabajadores forestales. Los operarios de motosierras y los trabajadores que realizan la descarga manual de los troncos suelen adolecer de lesiones de espalda y pérdida auditiva. Un mal tradicional de los operarios de motosierras es el síndrome del “dedo blanco”, un trastorno doloroso provocado por la vibración, capaz de incapacitarles laboralmente: los dedos se ponen blancos y se entumecen, haciendo imposibles las tareas más delicadas, y se puede sentir hormigueo y dolores en ambos brazos, especialmente durante la noche.
Por otro lado, las largas jornadas laborales, los viajes y el estricto control de calidad al que es sometido el trabajador junto con la exigencia que plantea el trabajo a destajo (que es una práctica extendida entre los subcontratistas de plantaciones forestales), pueden alterar el equilibrio fisiológico y psicológico del trabajador y provocar fatiga crónica y estrés.
Accidentes y lesiones
El entorno de trabajo en las plantaciones de árboles es propicio para sufrir caídas y tropezones. En el trabajo forestal pueden resultar heridas casi todas las partes del cuerpo, pero las lesiones suelen concentrarse en piernas, pies, espalda y manos, aproximadamente por ese orden. Los cortes y las heridas abiertas son el tipo de lesión más común en el trabajo con motosierras, mientras que en las otras tareas predominan las contusiones, aunque también se producen fracturas y dislocaciones así como lesiones asociadas a movimientos enérgicos y heridas provocadas por desechos de la corta o detritos.
Clasificación de los accidentes más frecuentes de los plantadores según la parte corporal afectada (porcentaje de 122 informes relativos a 48 individuos en Quebec).
Clasificación | Parte del cuerpo | % total | Causas relacionadas |
1 | Rodillas | 14 | Caídas, contacto con herramienta, compactación del suelo |
2 | Piel | 12 | Contacto con el equipo, mordeduras y picaduras de insectos, quemaduras solares, agrietamiento |
3 | Ojos | 11 | Insectos, repelentes de insectos, ramas |
4 | Espalda | 10 | Encorvarse frecuentemente, transportar cargas |
4 | Pies | 10 | Compactación del suelo, ampollas |
5 | Manos | 8 | Agrietamiento, arañazos por contacto con el suelo |
6 | Piernas | 7 | Caídas, contacto con herramienta |
7 | Muñecas | 6 | Rocas ocultas |
8 | Tobillos | 4 | Tropezones y caídas, obstáculos ocultos, contacto con herramienta |
9 | otros | 18 |
Un estudio, realizado en plantaciones de Nigeria, sobre la seguridad en las sacas de madera para pasta, demostró que, como promedio, cada trabajador sufría 2 accidentes al año. Y en un determinado año, entre 1 de cada 4 y 1 de cada 10 trabajadores sufrieron un accidente grave.
Dos situaciones en las que se multiplica el ya alto riesgo de sufrir accidentes graves en la etapa de la corta en las plantaciones son los árboles “suspendidos” y los árboles derribados por el viento. La fuerza del viento somete a tensión los pies maderables, con lo que se precisan técnicas de corte adaptadas a esa función. Los árboles suspendidos son los que, una vez cortados por el pie, no han caído al suelo porque la copa se ha enredado con otros árboles. Son muy peligrosos, hasta el punto de que en algunos países se dice de ellos que “van dejando viudas” debido al gran número de fallecimientos que causan. Para bajar estos árboles con seguridad es preciso ayudarse de utillajes como cabrestantes y ganchos giratorios, pero hay casos en que se realiza una práctica muy peligrosa conocida en algunos países como “arrastre” que consiste en el apeo (el proceso de derribar un árbol en pie) de otros árboles sobre uno suspendido con la idea de tirarlo.
En muchos países, los trabajadores manuales trabajan junto con o cerca de los operarios de motosierras o máquinas. El operario se sienta en una cabina o utiliza protectores auditivos y buenos equipos protectores. Pero, en la mayoría de los casos, los trabajadores manuales no llevan protección. No se mantienen las distancias de seguridad con las máquinas, lo que provoca un riesgo muy alto de accidente y de deterioro auditivo para los trabajadores no protegidos.
La otra cara de la moneda de la mecanización es la aparición en los operarios de las máquinas de lesiones de cuello y hombros, que pueden ser tan incapacitantes como los accidentes graves.
Los riesgos de accidente están en función no sólo de la tecnología que se utilice y del grado de exposición que comporte el trabajo, sino también de otros factores. En casi todos los casos de los que se disponen datos existe una diferencia muy significativa entre los segmentos de trabajadores. Los profesionales del trabajo forestal a tiempo completo empleados directamente por una empresa forestal se ven mucho menos afectados que los autónomos o los empleados por contratistas.
El transporte por carretera contabiliza asimismo un gran número de accidentes graves, sobre todo en los países tropicales.
Riesgos químicos
La tendencia a la mecanización del trabajo forestal va en aumento. Durante las actividades de mantenimiento y reparación, las manos de los operarios de las máquinas están expuestas a lubricantes, aceites hidráulicos y gasóleos, que pueden causar dermatitis irritantes.
Las máquinas portátiles utilizadas en la industria forestal son impulsadas por motores de dos tiempos en los que se mezcla aceite lubricante con gasolina. Por lo común, alrededor de un 30 % de la gasolina consumida por el motor de una motosierra se emite sin quemar. Los principales componentes de las emisiones de escape son hidrocarburos --compuestos de plomo orgánicos, alcoholes y éteres--, que son componentes típicos de la gasolina. Algunos de los gases de escape se forman durante la combustión y el principal producto tóxico de entre ellos es el monóxido de carbono. Los combustibles, además, comportan un riesgo de incendio.
Otros productos químicos a los que están expuestos trabajadores y trabajadoras forestales son los plaguicidas, insecticidas y herbicidas. En las plantaciones se aplican para controlar hongos, insectos y roedores; herbicidas de fenóxidos, glifosatos o triazinas; insecticidas de compuestos organofosforados, compuestos organoclorados o piredroides sintéticos. En los viveros se utilizan ditiocarbamatos regularmente para proteger los plantines de coníferas contra los hongos de los pinos.
Para la aplicación de plaguicidas se utilizan métodos como el rociado aéreo, la aplicación desde equipos a tractor, rociado con alforjas, rociado ULV (sistema ultra bajo volumen, también conocido como nebulización) y pulverizadores conectados a sierras trochadoras. El riesgo de exposición es parecido al de otras aplicaciones de plaguicidas. Los síntomas provocados por una exposición excesiva a los plaguicidas varían mucho en función del compuesto aplicado, pero muy a menudo la exposición laboral a los plaguicidas provoca trastornos cutáneos. Los equipos protectores personales suelen ser muy calurosos y provocar sudor excesivo.
Riesgos biológicos
Las personas que trabajan al aire libre, como en el caso de las plantaciones, están expuestas a peligros para la salud procedentes de animales, plantas, bacterias, virus, etcétera, en mayor medida que el resto de la población. Son muy comunes las reacciones alérgicas a las plantas y a los productos madereros, especialmente al polen. Es posible que se produzcan lesiones en las operaciones de transformación (p. ej., por espinas, púas, corteza) y a causa de infecciones secundarias, que no siempre pueden evitarse y pueden provocar complicaciones adicionales.
También se cuentan las mordeduras de serpientes venenosas y la posibilidad de que se produzca una reacción alérgica general al antídoto que ponga en peligro la vida del afectado.
Factores sociales y psicológicos
La situación en términos de salud y seguridad en el trabajo forestal depende de diversos factores como las condiciones de la plantación y del terreno, la infraestructura, el clima, la tecnología, los métodos de trabajo, la organización del trabajo, la situación económica, los acuerdos contractuales, el alojamiento del trabajador y su enseñanza y formación. Pero también inciden los factores sociales y sicológicos, que en un contexto forestal comprenden la satisfacción y la seguridad laboral, la carga de trabajo mental, susceptibilidad y respuesta al estrés, la capacidad para enfrentarse a los riesgos percibidos, la presión, horas extras y fatiga, la necesidad de resistir condiciones ambientales adversas, el aislamiento social en campamentos de trabajo con separación de las familias, la organización del trabajo y el trabajo en equipo.
Tradicionalmente, los trabajadores forestales han procedido de áreas rurales y la independencia del trabajo al aire libre ha sido un elemento de identificación. Pero las modernas operaciones forestales ya no satisfacen tales expectativas. Quienes no logran adaptarse a la mecanización, a la tercerización y a los rápidos cambios tecnológicos y estructurales que se han venido produciendo en el trabajo forestal desde los inicios del decenio de 1980, suelen verse marginados. Gran parte del personal principiante continúa llegando mal preparado al trabajo.
Los factores sociales y psicológicos probablemente desempeñan un papel importante al determinar las repercusiones del riesgo y del estrés. En un estudio alemán se reveló que alrededor de un 11 % de los accidentes se atribuían al estrés y otro tercio a la fatiga, la rutina, la asunción de riesgos y la falta de experiencia.
Los trabajadores forestales consideran en general que la asunción de riesgos forma parte de su trabajo. Cuando esta tendencia es pronunciada, la compensación del riesgo puede minar los esfuerzos por mejorar la seguridad en el trabajo. En estas situaciones, los trabajadores ajustan su comportamiento y vuelven a lo que aceptan como nivel de riesgo. Por ejemplo, ésta puede ser parte de la explicación a la eficacia limitada de los equipos de protección personal (EPP). Sabiendo que están protegidos por botas y pantalones a prueba de cortes, los trabajadores van más aprisa, aproximan el cuerpo más a la máquina y siguen el camino más corto en algunas situaciones incumpliendo con ello los reglamentos en materia de seguridad porque “les llevan demasiado tiempo”. Por lo común, la compensación del riesgo parece ser parcial. Es probable que existan diferencias entre trabajadores individuales y grupos, y que los factores de recompensa sean importantes para desencadenar la compensación del riesgo. Entre las recompensas cabría citar una menor incomodidad (como no llevar ropa protectora agobiante en un clima caluroso) o beneficios financieros (como en los sistemas de remuneración a destajo), pero el reconocimiento social en una cultura machista también es un motivo concebible.
Entre los factores estresantes normales en la industria forestal cabe citar el trabajo a gran velocidad; el trabajo repetitivo y aburrido; el calor; la falta o el exceso de trabajo en plantillas descompensadas; trabajadores jóvenes o viejos que intentan obtener suficientes ingresos con bajos precios de remuneración a destajo; el aislamiento de los compañeros de trabajo, la familia y los amigos; y la falta de intimidad en los campamentos.
La transformación del trabajo forestal que aumentó drásticamente la productividad también aumentó los niveles de estrés y redujo el bienestar general en el trabajo forestal.
Dos tipos de trabajadores son propensos en especial al estrés: los operarios de cosechadoras y los contratistas. El operario de una sofisticada cosechadora está en una situación de estrés múltiple, debido a los cortos ciclos de trabajo, a la cantidad de información que tiene que absorber y al gran número de decisiones rápidas que debe tomar. Las cosechadoras son bastante más exigentes que las máquinas más tradicionales, como los arrastradores, las cargadoras y los recogedores. Además de manejar la máquina, el operario suele ser también responsable de su mantenimiento, de la planificación y del diseño de la pista de arrastre, así como del tronzado y de otros aspectos de calidad que controla de cerca la empresa y que tienen una repercusión directa sobre la remuneración.
Es bastante normal que el operario sea también el propietario de la máquina y que trabaje en calidad de pequeño contratista, lo que añade tensión a la situación, como lo hace el alto riesgo económico que ello implica, pues suele traducirse en un préstamo de hasta 1 millón de dólares en el contexto de un mercado muy volátil y competitivo. Las semanas laborales suelen ser de más de 60 horas en este grupo.
Existen importantes diferencias entre los distintos segmentos de las plantillas forestales en cuanto a la forma de empleo, que tienen una repercusión directa en la exposición de los trabajadores a riesgos para la seguridad y la salud. El porcentaje de trabajadores forestales empleados de forma directa por la empresa forestal ha ido reduciéndose. Cada vez se realizan más trabajos a través de contratistas (es decir, empresas de servicios relativamente pequeñas y con gran movilidad geográfica que se contratan para una obra en particular), que pueden ser operadores-propietarios (es decir, firmas unipersonales o empresas familiares) o tener cierto número de empleados. Tanto los empresarios como sus empleados suelen tener empleos muy inestables. Sometidos a la presión de reducir los costes en un mercado muy competitivo, recurren a veces a prácticas ilegales, como el pluriempleo y la contratación de inmigrantes clandestinos. Los accidentes y los problemas de salud suelen ser más frecuentes entre los trabajadores subcontratados.
La subcontratación de trabajadores también ha contribuido a aumentar el alto porcentaje de rotación en las plantillas forestales, agravando la falta de calificación del trabajo. La falta de formación estructurada y la brevedad de los períodos de experiencia a consecuencia de la alta rotación laboral o del trabajo estacional son factores decisivos para los importantes problemas de salud y seguridad con los que se enfrenta el sector forestal.
El sistema salarial dominante en la industria forestal continúa siendo la remuneración a destajo (es decir, basada exclusivamente en el rendimiento). Es un tipo de remuneración que tiende a estimular un ritmo de trabajo rápido, del que se piensa que contribuye a aumentar el número de accidentes. Un efecto secundario indiscutible es que los ingresos merman cuando los trabajadores alcanzan una determinada edad, ya que sus capacidades físicas disminuyen.
Los salarios del sector forestal suelen ser muy inferiores a la media industrial de un país. Los trabajadores por cuenta ajena, los autónomos y los contratistas suelen intentar compensar este hecho trabajando 50 o incluso 60 horas semanales, lo que aumenta la tensión corporal y el riesgo de accidentes por fatiga. Las organizaciones sindicales son bastante escasas en este sector. A los problemas tradicionales que comporta la organización de trabajadores geográficamente dispersos, móviles y a veces estacionales, se suma su fragmentación en pequeñas empresas contratistas.
Las inspecciones son muy escasas en la mayoría de los países. En ausencia de instituciones que velen por sus derechos, los trabajadores forestales no suelen conocerlos muy bien, entre ellos los que recogen las disposiciones existentes en materia de salud y seguridad, y tienen grandes dificultades para ejercerlos.
El presente artículo es una compilación de material extractado y editado de la “Enciclopedia de Salud y Seguridad en el Trabajo” de la OIT, Volumen III, Parte X, Capítulo 68, Industria Forestal, sectores basados en recursos biológicos, http://www.mtas.es/insht/EncOIT/tomo3.htm#p10