Tal vez sea algo en el agua de Ginebra lo que causa la pérdida temporal de la memoria. O tal vez sea el café. Sea lo que sea, los participantes de la cuarta reunión del Foro de las Naciones Unidas sobre Bosques (UNFF-4) que tuvo lugar en Ginebra en mayo parecen estar sufriendo alguna forma de amnesia colectiva.
Hace cinco meses, la novena Conferencia de las Partes (COP-9) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) adoptó la decisión de promover proyectos de forestación industrial y plantaciones de árboles genéticamente modificados (árboles transgénicos). La COP-9 decidió permitir al Norte establecer plantaciones -incluidas las de árboles transgénicos- en el Sur bajo el “Mecanismo de Desarrollo Limpio” del Protocolo de Kioto bajo el supuesto de que las plantaciones absorberán el dióxido de carbono y almacenarán el carbono.
Esta decisión tiene graves consecuencias para los bosques y los pueblos de todo el mundo. En los hechos ofrece un subsidio a las empresas y a los gobiernos del Norte, alentándolos a que se apoderen de enormes extensiones de tierra en el Sur y las planten con árboles transgénicos.
Pero los delegados presentes en el UNFF-4 -que duró dos semanas- estuvieron extrañamente reacios a discutir las consecuencias de esta decisión.
En el tercer día de reuniones, Henning Wuester, de la CMNUCC, habló durante once minutos sobre la COP-9. La presentación de Wuester fue fascinante, en la medida que uno se sienta fascinado por las referencias superficiales a modalidades, procedimientos, presentación de informes de emisiones y ese tipo de cosas. Lamentablemente, Wuester olvidó mencionar que la COP-9 decidió incluir las plantaciones de árboles transgénicos en el Mecanismo de Desarrollo Limpio. La posibilidad de que los delegados al UNFF-4 pudieran haber querido discutir algunas de las consecuencias de esta decisión simplemente se le pasó por alto.
No todos se olvidaron de los árboles transgénicos en el UNFF-4. Algunos de nosotros fuimos específicamente a hablar de eso. Tuve el placer de presidir un evento paralelo organizado por Hannu Hyvönen, de la Unión para el Manejo Ecológico de Bosques, Finlandia. Hannu presentó una petición a un representante de la Secretaría del UNFF demandando que las Naciones Unidas prohibieran los árboles transgénicos. La petición fue firmada por más de 140 organizaciones y más de 1.500 personas.
Anne Petermann, de Global Justice Ecology Project, organización con base en EE.UU., y Mikko Vartiainen de People's Biosafety Organisation, de Finlandia, se unieron a Hannu en el panel. En su presentación, Hannu describió cómo los árboles transgénicos son el producto más reciente –y tal vez el más peligroso- de un modelo de forestación industrial que ha tenido efectos devastadores sobre los bosques del mundo. Anne se refirió a los riesgos asociados a los árboles transgénicos. Si los árboles transgénicos se cruzan con los árboles de los bosques, expresó, tendríamos “bosques autóctonos que matan insectos, arruinan la ecología del suelo, no proporcionan alimento para la vida silvestre, esparcen polen tóxico, agotan el suelo y liquidan el agua subterránea”. Mikko explicó cómo la introducción de los árboles transgénicos contraviene el principio de precaución y es ilegal bajo el derecho internacional.
En la discusión que siguió a las presentaciones, ninguno de los 30 participantes del evento paralelo –incluidos 12 delegados gubernamentales- presentó argumento alguno en favor de continuar la investigación de árboles transgénicos o de establecer ensayos de campo con estos árboles.
Macarthy Afolabi Oyebo, del Departamento Forestal de Nigeria, explicó que la legislación que su gobierno ha puesto en vigor “hace casi imposible la introducción de organismos modificados genéticamente en su país”.
Otro caso de pérdida de memoria, me temo. Oyebo debe haber olvidado que la semana anterior había tenido lugar en Nigeria un encuentro de tres días denominado “Facilitando la Biotecnología en África Occidental”. En la ceremonia de apertura el gobierno nigeriano firmó un acuerdo con el gobierno de los Estados Unidos cuyo objetivo es promover la biotecnología y los productos transgénicos en Nigeria.
El diario “The Times” de Nigeria informó del acuerdo bajo el título “Nigeria preparada para el despegue biotecnológico”. El periódico refirió que Rick Roberts, de la embajada de Estados Unidos, “empujó a Nigeria a abrazar la biotecnología”.
Volviendo al evento paralelo del UNFF-4, Safiya Samman, del Servicio Forestal del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), comentó que en los Estados Unidos “Tenemos un organismo regulatorio y se llevan a cabo evaluaciones de todas las plantas transgénicas”.
El USDA es responsable de la regulación de la biotecnología a través de su Servicio de Inspección de la Salud Animal y Vegetal. Sin embargo, según lo señaló Anne Petermann, el sistema regulatorio de los Estados Unidos deja mucho que desear.
ArborGen, con sede en EE.UU., es la compañía de biotecnología forestal más grande del mundo. Actualmente la compañía lleva a cabo 51 ensayos de campo en EE.UU., con álamos, eucaliptos, pinos, ocozol y álamos americanos genéticamente modificados. Los científicos de ArborGen han manipulado genéticamente los árboles para que tengan menos lignina, crezcan más rápido, sean estériles y resistan los herbicidas.
ArborGen fue formada en 1999 por tres enormes compañías madereras (Fletcher Challenge Forests, International Paper y Westvaco) y una compañía de investigación biotecnológica con base en Nueva Zelanda (Genesis Research and Development). En 2000, Rubicon adquirió la parte de Fletcher Challenge Forests en la compañía.
ArborGen, según un comunicado de prensa de 1999, apunta a “posicionarse para comercializar nuevos avances de la biotecnología forestal entre los plantadores de árboles de todo el mundo, en el menor tiempo posible”.
Si alguna vez ha habido una compañía que debiera estar cuidadosamente regulada, es ArborGen. No obstante, el USDA solo ha rechazado una de sus solicitudes de ensayo de campo de árboles transgénicos, y esto por causa de un tecnicismo. ArborGen no ha presentado ningún estudio de impacto ambiental sobre ninguno de sus ensayos de campo con árboles transgénicos.
Por supuesto que Safiya Samman de la USDA sabía esto, pero al igual que la mayoría de los delegados al UNFF-4 sufría la amnesia inducida por los árboles transgénicos y olvidó mencionarlo.
Por: Chris Lang, correo electrónico: http://chrislang.org