El taller organizado en el Foro Social Mundial sobre “El desplazamiento forzado y las comunidades del bosque” (1) permitió a los participantes comprender mejor la injusticia medular del criterio predominante de conservación de los bosques, y al mismo tiempo comprender que este enfoque es incapaz de preservarlos.
El mundo está profundamente preocupado por la deforestación, particularmente en los trópicos. Sin embargo, la destrucción del bosque está directamente vinculada con un modelo de desarrollo basado en la explotación de los recursos contenidos en las áreas boscosas: madera, minerales, petróleo, hidroenergía, suelos para plantaciones forestales y otros monocultivos lucrativos. El resultado final no es el desarrollo sino la deforestación y la degradación de los bosques, que conducen a la pérdida de medios de subsistencia y al empobrecimiento y desplazamiento de las comunidades que dependen de los bosques.
Si bien ese modelo de desarrollo es cada vez más cuestionado por los movimientos populares, los gobiernos se rehúsan a cambiarlo. Al mismo tiempo, algunos intereses empresariales presionan para lograr la conservación de los recursos que necesitan proteger: la biodiversidad y el agua. En la mayoría de los casos, esto significa preservar las áreas boscosas prístinas, que contienen altos niveles de diversidad biológica y que son las fuentes del agua. Esos recursos son estratégicos para las industrias farmacéutica y biotecnológica: para la primera su conservación implica la obtención de ganancias potenciales a través de las plantas medicinales, mientras que para la segunda, significa mantener una vasta reserva genética disponible para la manipulación genética. Las empresas trasnacionales del agua se interesan cada vez más en acceder a esas mismas zonas de bosques, ricas en recursos hídricos. En los tres casos existe el interés de preservar las áreas de bosques tan intactas como sea posible, pero no existe el más mínimo interés en la supervivencia de las personas que habitan las áreas boscosas de las que esas empresas buscan apropiarse.
El mecanismo que se promueve a nivel mundial para garantizar la conservación de los bosques coincide con los intereses mencionados anteriormente: la demarcación de “áreas protegidas”, sin pobladores. En general las zonas elegidas son las más ricas biológicamente y están, en su mayoría, ocupadas por los pueblos de los bosques que han manejado el bosque en forma sustentable. De hecho, el área ya era protegida por ellos, pero una vez que el gobierno la declara como “protegida”, eso implica el desalojo de las personas que la habitan. Esta injusticia tremenda rara vez es percibida por el público en general, quien o bien desconoce la existencia de los pueblos de los bosques o cree (influenciado por el gobierno a través de los medios) que los pueblos de los bosques son una amenaza para los bosques y, por lo tanto, deben ser desalojados para garantizar su conservación.
A través de la aplicación de este mecanismo, millones de personas han sido expulsadas de su hogar --el bosque-- y han perdido, por tanto, su medio de subsistencia. Este proceso continúa hasta ahora, en nombre de la conservación de la naturaleza.
Pero no se está conservando la naturaleza. La declaración de áreas protegidas implícitamente declara, al mismo tiempo, cuáles son las áreas que están “desprotegidas”: todo el resto. Cuando un gobierno declara orgullosamente que “el 10% del país está bajo un sistema de áreas protegidas”, también está declarando que el 90% está desprotegido y abierto a la destrucción.
Además, la expulsión de los pueblos de los bosques implica que el bosque ya no estará verdaderamente protegido y que las actividades ilegales (tala, caza) comenzarán a agotar los recursos forestales.
La experiencia en todo el mundo muestra que la mejor forma de garantizar la conservación de la biodiversidad es incorporar la conservación a los sistemas de producción. La experiencia también demuestra que la mejor forma de proteger los bosques es empoderar a las comunidades que tienen verdadero interés en la conservación de los bosques: las comunidades que los habitan. Ellas son los custodios tradicionales y verdaderos, y reconocerlas como tales es el punto de partida para la conservación de los bosques.
(1) Taller organizado por el National Forum of Forest People and Forest Workers, el Foro de Delhi y el Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales. Panelistas: Ricardo Carrere, WRM; Usha Romanthan, abogado, investigador y activista; Milton Fornazieri, Secretariado Internacional/MST; Ashish Kothari, Environmental Action Group; Anil Garg, activista; Smithu Kothari, Lokayan. Las siguientes personas dieron su testimonio sobre el impacto que sufrieron por el tipo de conservación reseñado previamente: Phubri Devi, de la región de Kaimu, distrito de Soubhadra; Shamila Ariffin, activista de Sahabat Alam Malaysia; Babu Uram, de la región de Pathri, distrito de Haridwar; Kanak Sing de la tribu Munda, Estado de Jharkhand, miembro del movimiento Save the Forest.