En Gabón, los bosques y las comunidades que dependen de ellos se enfrentan a problemas de diversos géneros. La explotación maderera es uno de los más importantes, pues no sólo no beneficia en nada a las comunidades sino que, además, la mayoría de las empresas forestales (sobre todo las asiáticas, con las chinas y las malayas a la cabeza) no respetan ninguna norma técnica y cortan árboles que no llegan al diámetro mínimo autorizado.
Existen también otros problemas, esta vez asociados a la creación de parques nacionales. Varios parques han sido creados sin concertación alguna con las poblaciones vecinas, a pesar de que éstas todavía tienen allí sitios tradicionales donde practican ciertas actividades (caza, campamentos de pesca, lugares sagrados.), a los cuales no tienen derecho a acceder en el momento actual. Esto hace que haya conflictos en gestación en la periferia de varios de esos parques, pues las comunidades no han recibido ninguna propuesta alternativa concreta.
Además, si bien la ley forestal es buena (Ley 016/01 de creación del régimen forestal), los derechos consuetudinarios de uso de las poblaciones no se respetan ni se aplican en su totalidad. No se ha tomado ninguna medida concreta para concientizar a los pobladores, y los funcionarios del servicio forestal, cuyo número ya es insuficiente, están más dispuestos a reprimir que a informar.
Los bosques están también bajo presión debido a la atribución de permisos de prospección y explotación minera y petrolera en las áreas protegidas. Estas actividades generalmente se realizan sin estudios de impacto ambiental previos; cuando los hay, nunca son publicados a tiempo para que las demás partes interesadas puedan validarlos. Un ejemplo típico es en este momento el famoso proyecto Bélinga para la extracción de mineral de hierro en la provincia de Ogooué-Ivindo. En Bélinga se encuentra el principal yacimiento, y los demás están en Baouala, BokaBoka y Minkébé. Se trata de una vasta región con numerosos poblados donde se practica la pesca, una actividad importante para el consumo de los habitantes y como fuente de ingresos.
Para ejecutar un proyecto de tales dimensiones es indispensable realizar obras y construir numerosas instalaciones. Ya está en construcción una central hidroeléctrica; habrá que extender la red ferroviaria gabonesa para conectar el sitio de la mina de Bélinga con el futuro puerto de aguas profundas al norte de Libreville; serán necesarios muchos otros acondicionamientos, como el de la red de carreteras de Ogooué-Ivindo. Todas estas obras contribuirán sin duda al desarrollo de la región (vías de comunicación, recursos energéticos), pero también tendrán efectos negativos sobre las poblaciones locales y el medio ambiente.
La central hidroeléctrica sobre el río Ivindo ya es una realidad, y la actividad en las cataratas de Kongou no se ha detenido, como dieron a entender algunos medios de comunicación. Los chinos ya recibieron autorización para comenzar las obras, en base a un estudio de impacto que habría sido validado por los servicios competentes del Ministerio del Medio Ambiente pero no por las ONG ambientalistas, que nunca pudieron acceder al informe correspondiente. Los daños son numerosos debido al desmonte realizado para abrir una carretera, construir una plataforma y trazar el contorno de la represa, o para la instalación de la central. Es importante tener en cuenta todas las consecuencias que una infraestructura de este tipo puede tener, tanto para el parque como para las comunidades vecinas.
Los principales impactos ambientales de una represa se refieren a los pobladores, la vida acuática y todo el ecosistema. Al modificar las características morfodinámicas e hidráulicas de los ríos, una represa puede tener graves consecuencias para las poblaciones locales y los ecosistemas. En particular, la inundación de la zona del embalse puede requerir desplazamientos no deseados por los pobladores, empobrecer o destruir los ecosistemas terrestres y acuáticos río arriba, favorecer la propagación de enfermedades como la malaria, y degradar considerablemente la calidad del agua. El cambio del régimen hidrográfico río abajo puede poner en peligro otros usos de la corriente fluvial y modificar profundamente los ecosistemas que de ella dependen.
En cuanto a las poblaciones locales, es un hecho que sufrirán las consecuencias de la represa, principalmente en lo referente a los lugares de pesca. Y en cuanto al medio ambiente natural, el lugar elegido coincide con el de las más hermosas cataratas de África Central y se encuentra dentro de un parque nacional cuya riqueza biológica es reconocida por investigadores y amantes de la naturaleza desde hace muchas décadas, al punto que no hace falta probar la importancia de proteger ese ecosistema.
Es pues lamentable que los saltos de Kongou hayan sido elegidos para el emplazamiento de la represa por razones exclusivamente económicas, sin tener en cuenta a las poblaciones locales ni la riqueza natural del lugar.
Abundan los ejemplos de problemas causados por las represas y, en África, muchos proyectos de este tipo han adolecido de una mala gestión y del desconocimiento de sus impactos.
Además de la represa, el proyecto minero requiere otras infraestructuras, como la vía férrea de Boué a Bélinga y de Ntoum a Santa Clara (donde está previsto el puerto de aguas profundas).
También en este caso la falta de información salta a la vista. El primer trazado realizado en 1964 por el estudio Foley Brothers para el gran proyecto del Transgabonés conectaba Owendo con Bélinga, pasando por la aldea de Mananga. ¿Esa ruta es aún válida? Y si lo es, ¿qué pasará con los poblados que atravesará la vía? ¿Cuándo serán informados sus habitantes? Además, la vía férrea pasaría cerca de varias reservas naturales. ¿Qué impactos tendrá sobre el parque del Ivindo, el parque de Akanda y el bosque del Mondah?
El artículo 17 de la ley nº 003/2007 del 27 de agosto de 2007, relativa a los parques nacionales, estipula que “en la periferia de los parques nacionales, los proyectos industriales, mineros, de canteras, de represas hidroeléctricas, de fraccionamiento, de equipamiento turístico o de realización de infraestructuras lineales, principalmente carreteras, tendidos eléctricos, oleoductos, gasoductos y vías férreas, están subordinados a un estudio de impacto ambiental”.
El proyecto Bélinga incluye la construcción de un puerto de aguas profundas en el cabo Santa Clara; también allí cabe preguntarse cuáles serán las consecuencias para el medio ambiente, las zonas protegidas de los alrededores, los pobladores, la industria turística.
El río es la principal fuente de ingresos para las aldeas de Mananga y Loaloa, debido a la pesca y a la extracción de arena. Por eso es tan importante proteger lo mejor posible los ríos que puedan verse afectados por la explotación minera de Bélinga. Pero además de hacer peligrar las actividades generadoras de ingresos, la mina y la represa pueden tener otras consecuencias para las poblaciones. Sobre esto se interrogan los pobladores y, si bien esperan que estos emprendimientos creen empleos, denuncian que les falta información sobre el desarrollo del proyecto, sus impactos y consecuencias. También esperan que se les consulte para conocer sus necesidades y expectativas. Así lo prueban las cartas anexadas al informe “Ivindo, nuestra fuente de vida”.
Artículo elaborado en base al informe “Ivindo, notre source de vie”, Landry LEBAS,
Brainforest, julio de 2008 (http://www.brainforest.org/Rapport_Ivindo_Brainforest.pdf) y a una comunicación con Protet Judicaël Essono Ondo, encargado de proyectos de Brainforest, correo electrónico: essono.ondopj@gmail.com.