Sydney Possuelo, defensor de los derechos de los pueblos indígenas y ex presidente de la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) del estado brasileño, impulsó la demarcación del territorio indígena Yanomami, el más vasto del mundo, y la creación de los Frentes de Protección Etnoambientales para garantizar la existencia de los pueblos en aislamiento.
El pasado mes de diciembre, Possuelo lanzó una “carta abierta” (http://wrm.org.uy/paises/Carta_Possuelo_firmas.pdf) pidiendo con vehemencia que se proteja la vida de los últimos pueblos indígenas aislados de la selva amazónica.
Es un llamamiento urgente por el destino y los derechos humanos de los aislados que viven al interior de la Amazonía continental sudamericana, y cuya supervivencia está más amenazada que nunca por el avance de las actividades extractivas como la minería, la exploración petrolera y los agro negocios, las grandes obras de infraestructura y las políticas de desarrollo que las impulsan.
Possuelo denuncia en su carta que “en los últimos cinco años, he visto intereses para sacar a los aislados de sus tierras y permitir así la invasión de empresas petroleras o mineras; he visto cómo se firman decretos y otorgan concesiones para explotar recursos naturales en zonas donde habitan estos seres humanos; he visto indígenas muertos o perseguidos por defender sus derechos; he sentido que seguimos considerando a la Amazonía y a los indígenas como un obstáculo a las estrategias de desarrollo, como la que encarna la Iniciativa de Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana”.
La referida IIRSA es un multimillonario plan que impulsan los países de Sudamérica y los bancos multilaterales para implementar mega proyectos de transporte, energía y comunicaciones para dotar a la región de la infraestructura para extraer, en dimensiones nunca antes vistas, recursos naturales, commodities para su exportación a los mercados mundiales. Para algunos, es el principio del fin de la biodiversidad amazónica, y con ella la suerte de los pueblos que dependen de ella, ya estaría echada.
Por ello, Possuelo prosigue denunciando dramáticamente que “Represas, carreteras, puentes están siendo construidos en la Amazonía, sin proponer acciones que de manera efectiva protejan los derechos de estos pueblos, y si persisten estas actitudes, el destino de los aislados ya está determinado y ellos desaparecerán”.
En la actualidad, y es sólo un ejemplo, sigue la construcción de las polémicas mega represas hidroeléctricas en el río Madeira, en el estado brasileño de Rondonia. Estos diques forman parte del llamado Plan de Aceleración del Crecimiento (el temido PAC), impulsado por el gobierno de Brasil, un engranaje más de la IIRSA citada. El 44 % de la generación hidroeléctrica planeada dentro del PAC-IIRSA afecta Territorios Indígenas legalmente establecidos. Hay más de 200 proyectos de represas a construirse. En el caso del Madeira, el principal tributario del Amazonas, la generación de energía es sólo el inicio de un vasto emprendimiento que incluye la construcción de esclusas en el río para volverlo navegable y transformarlo, enlazado a una red de carreteras, en un corredor internacional, comercial y agropecuario, productor de soya y ganadero, que arrasaría con lo poco que queda de la selva en esa área ya devastada desde finales de los 90. El complejo está afectando de manera directa a los pueblos indígenas Karitiana y Karipuna, que se están desplazando debido a la elevación del nivel de las aguas y su impacto sobre la flora y la fauna de la región ancestralmente habitada por ellos.
En la misma dirección, Possuelo alerta sobre otro mega proyecto que está a punto de concluirse: el corredor vial entre Brasil y Perú, que unirá, por primera vez en la historia, los dos océanos del hemisferio occidental: en el tramo entre Assis Brasil, en el Acre, y Puerto Maldonado, en Madre de Dios, en el Perú, una zona que colinda con Pando en Bolivia, los camiones pasarán incesante y peligrosamente muy próximos a territorios poblados por ellos. ¿Qué haremos para que esto no signifique más amenaza a la vida y más devastación del bosque? Es nuestra oportunidad para cambiar la historia para siempre, y evitar que llegue la hora fatal, la hora 25, cuando ya no se puede hacer nada más”- enfatiza el brasileño, en referencia a los pueblos en aislamiento de los ríos Tahuamanu, Las Piedras, Los Amigos y afluentes, al norte del departamento peruano de Madre de Dios.
Possuelo termina su carta con un clamor más que urgente: “La situación es crítica y todos deberíamos unirnos. No podemos permitir que una parte de la humanidad se extinga. Los aislados tienen que vivir. Son nuestra esencia más pura, nuestro impulso más vivo. Un mundo sin ellos no valdría la pena y en el futuro no habría perdón para una tragedia tan grande que nos hacemos contra nosotros mismos y el planeta”.
La carta está siendo apoyada por hombres y mujeres del mundo entero. Una vez reunidas las firmas, la misma será enviada a la ONU (Foro Permanente de Cuestiones Indígenas y Alto Comisionado por los Derechos Humanos), a todos los presidentes y a defensorías del pueblo de los países donde aún viven pueblos aislados y/o en contacto inicial o intermitente.
¡Los pueblos indígenas aislados de la selva deben vivir! Ese debería ser un compromiso de todos los seres humanos.
Para adherir a la carta enviar un correo electrónico aendefensadelospueblosaislados@yahoo.com.ar, indicando nombre, apellido, ocupación y país de origen.
Extractado y editado del artículo de Pablo Cingolani, correo electrónico:pablocingolani@yahoo.com.ar, enviado por el autor. El artículo completo puede leerse en http://wrm.org.uy/paises/Cingolani.pdf