En Europa y Estados Unidos, el aceite de palma es promocionado como un agrocombustible que supuestamente evitará el aumento de las emisiones de dióxido de carbono en la atmósfera. Obviamente, el modelo que se está implementado no es el de pequeña escala, diversificado, sino el de gran escala. Y esto es, de hecho, una forma de retrasar el cambio, imperiosamente necesario, de los modelos de producción, de consumo y de comercio con uso intensivo de energía. Las plantaciones de palma aceitera para producir agrocombustible sólo sirven para agravar los ya nocivos efectos de las plantaciones de palma para uso industrial.
Mientras tanto, las grandes empresas se quedan con la parte del león, aprovechando el mercado floreciente de un cultivo industrial que cubre vastas extensiones. Los países del Sur son el objetivo, pero el fruto de la palma tiene un sabor amargo para sus comunidades, que reciben menos de las migajas prometidas. Lo siguiente es un ejemplo más de esto.
En 1996, los Iban, propietarios de tierras en Sarawak, aceptaron que en su territorio del distrito de Kanowit se plantara palma aceitera. Así, se estableció una empresa conjunta entre Boustead Plantations (60%), los aldeanos (30%) y la agencia gubernamental Land Custody and Development Authority, LCDA (10%).
A través de este acuerdo, se prometió a los aldeanos que se construirían calles para conectar las aldeas multifamiliares de la zona y que se les proveería de electricidad y agua corriente. Además, los poseedores consuetudinarios recibirían títulos de propiedad válidos por 60 años.
Sin embargo, se ha informado que si bien la empresa ha estado cosechando frutos desde hace muchos años, los poseedores consuetudinarios de las tierras no han recibido hasta ahora ningún beneficio, exceptuando el magro adelanto inicial que se les pagó en 1997. Hasta ahora no se ha cumplido ninguna de las promesas restantes.
Los nativos no soportaron más el abuso y decidieron tomar medidas para proteger sus intereses. En abril instalaron una barricada en el camino de acceso a la plantación de palma aceitera para que la empresa no pudiera entrar. En un principio esto fue llevado a cabo por sólo tres comunidades, pero más tarde se sumaron otras, hasta llegar a las actuales 20. Según un artículo de Tony Thien, unas 400 personas de 20 poblaciones Iban de la región de Machan impidieron la entrada de la compañía a su plantación de palma aceitera, mientras que en un punto de acceso a Ladang Kelimut, ubicado en la margen derecha del río Rajang, los aldeanos pusieron a su propia gente para evitar que los trabajadores accedieran a la propiedad. En otro camino de acceso instalaron dos barreras. Se espera que muchas otras aldeas se unan a los bloqueos.
Al mismo tiempo, los aldeanos presentaron una denuncia policial en Kanowit, diciendo que la empresa no les había pagado los dividendos correspondientes y avisando que, si no lo hacían pronto, se verían obligados a llevar el caso a la corte y a detener simultáneamente las operaciones de la compañía.
Como es usual en estos casos, el periodista que cubre este tema informa que “no se pudo contactar a la empresa para obtener sus comentarios”.
Artículo basado en: “Angry native landowners act against Sarawak oil palm company”, Tony Thien, Malaysiakini, http://www.bmf.ch/en/news/?show=103.