En el Sudeste de África, Mozambique brilla como una joya bajo el sol africano.
La costa se extiende por miles de kilómetros, con el cálido Océano Índico alimentando la profusión de la vida. Tiburones tigres y tiburones de Zambezi patrullan los bulliciosos arrecifes de coral, en un espectáculo submarino de gran variedad de peces de colores, mantarrayas y tortugas. Mejillones, cangrejos, camarones y langostas, ricos recursos alimentarios, han alimentado a los habitantes del lugar durante miles de años.
Tierra adentro se encuentran los humedales, las fértiles llanuras inundables, los lagos de agua dulce y los ríos, que filtran y entregan el agua vivificante gracias a la cual existen la agricultura y otros emprendimientos.
Mozambique es uno de los últimos países en los que aún se pasean ejemplares de mega-fauna en libertad, como el león, el elefante y el leopardo. Además de ser un recurso para las comunidades que viven en dichas zonas, la presencia de esos animales tiene un enorme potencial ecoturístico, que se vuelve cada vez mayor puesto que los ecosistemas “semisalvajes” en buen estado son cada vez más escasos a nivel mundial.
Uno de los mayores bienes naturales de Mozambique es su pueblo. La tierra ha producido líderes inspiradores, increíbles artistas y gente emprendedora. Durante miles de años, han cultivado y utilizado los recursos de la tierra, y los sitios de comercio, antiguos e históricos, dan testimonio de la abundancia de la región.
Millones de cocoteros de diversos tipos crecen por todos lados en la región costera. Esos árboles proveen refugio, materiales de construcción, fibras, alimento y un valioso aceite. El paisaje está salpicado de grandes mangos que ofrecen un alimento nutritivo a innumerables animales y personas, y para muchos constituyen su medio de vida. Asimismo, los anacardos y las deliciosas nueces que se producen en abundancia contribuyen al atractivo de Mozambique como país de exquisiteces: el pollo peri-peri – por sí mismo una razón suficiente para visitar Mozambique –, deliciosamente preparado en un pequeño restaurante al borde de la carretera; o el pescado “recién sacado del río o de la represa”, en Tete; la miel silvestre que se vende en botellas al borde del camino; las cabras transportadas en bicicleta al mercado de Lichinga; maníes tostados o crudos, bananas, tomates y caña de azúcar en los cruces de caminos. A la vuelta de cada esquina hay alimentos y delicias culinarias en cantidad.
Sin embargo, en las provincias de Zambezia, Niassa y Cabo del Gado, se están diezmando los bosques, y enormes cantidades de valiosa madera dura se embarcan hacia el Este. Esos bosques solían producir madera en forma sustentable para satisfacer la demanda local. Esos bosques proveían alimento, abrigo, refugio y oportunidades a las personas y la fauna del país.
A pesar de la gran deforestación, la naturaleza suele tener capacidad de recuperación y los bosques pueden rehabilitarse y recobrar su esplendor y diversidad originales – porque el lecho de semillas sigue intacto, mucha diversidad queda en el bosque cuando se extrae la madera, algunas plantas sobreviven – para crecer y volver a vivir.
Según las valiosas enseñanzas de Ricardo Carrere, “La forestación es MUCHO PEOR que la deforestación”, porque en el caso de la deforestación, “los madereros llegan, extraen la madera, y se van”... PERO cuando un paisaje natural es “forestado”, eso implica, en general, el establecimiento de monocultivos de árboles exóticos. Una vez plantados, los árboles quedan ahí. La región plantada nunca recuperará su esplendor pasado, ni siquiera si se invierten grandes recursos financieros para lograr ese objetivo.
Las plantaciones industriales de árboles del sur de África se componen principalmente de especies de eucaliptos y pinos. Dichas plantaciones son establecidas por empresas multinacionales cuyo principal objetivo es el lucro, y necesitan cientos de miles de hectáreas de tierra para lograr una rentabilidad suficiente.
El establecimiento de plantaciones de árboles a gran escala tiene un enorme costo para el medio ambiente, dado que consumen una cantidad desmedida de preciosa agua, destruyen la biodiversidad y atacan la integridad del ecosistema. El modelo extractivo termina empobreciendo los suelos y provocando su erosión a gran escala. La agricultura artesanal y diversificada se vuelve más difícil a medida que disminuyen la calidad del suelo y los recursos hídricos, con lo cual la producción de alimentos disminuye y aumentan la inseguridad, la desnutrición y la pobreza.
Esos impactos son evidentes en la vecina Sudáfrica, donde las plantaciones de árboles exóticos cubren millones de hectáreas para alimentar fábricas de celulosa para exportación, empobreciendo el ambiente y contaminando el agua y los ríos. Ya no existen las abundantes y diversas praderas naturales y los servicios de “retención de agua” que prestaban. Ha disminuido la capacidad de la tierra de alimentar el ganado, afectando la ganadería tradicional. Secos están los ríos que alimentaban a los habitantes de la llanura y recorrían el sur de Mozambique, pues el bajo caudal de los meses invernales secos no basta para satisfacer la “voracidad” de esos árboles exóticos siempre verdes, y las raíces de los eucaliptos penetran 50 metros más en el suelo, diezmando las preciosas reservas de agua.
Pocos trabajadores consiguen empleo permanente y de buena calidad en la industria maderera sudafricana. La mayoría son “subcontratados” y, una vez plantados, los árboles no requieren mucha intervención debido a su ciclo de rotación de 9 a 15 años. La industria sudafricana está cada vez más mecanizada y la maquinaria especializada ha reemplazado el trabajo de miles de hombres y mujeres a todos los niveles.
Las plantaciones de árboles exóticos se hacen con especies invasoras, y tienen un impacto tal sobre las reservas de agua que han sido clasificadas como “actividad reductora del caudal de los ríos”. Por ese motivo requieren un permiso del ministerio de Asuntos Hídricos. Ciertas provincias de Sudáfrica, como Mpumalanga, están “sobregiradas” en materia de agua, por lo cual es muy difícil obtener allí permisos para plantar árboles.
Los cultivadores de árboles de Sudáfrica miran ahora hacia Mozambique para invertir en plantaciones, y la compañía estatal Komatiland ya lo ha hecho en las provincias de Manhica y Zambezia. Del mismo modo, Sappi está investigando la posibilidad de establecer plantaciones de árboles y, quizás, una fábrica de celulosa, en la provincia de Zambezia.
Dado que las tierras disponibles se están volviendo escasas a nivel mundial, las multinacionales apuntan a los países del Sur para obtener suelos cultivables. Durante una conferencia en Estocolmo, un industrial sueco dijo: “Si quieren que los eucaliptos crezcan rápido, aprendan a hablar portugués”, implicando que Mozambique y Angola son las regiones que los inversores deberían explorar para establecer plantaciones de árboles.
Y así es que cientos de miles de hectáreas de las provincias de Niassa, Zambezia y Manhica están experimentando el peligroso fenómeno de la “forestación”. Empresas municipales están estableciendo grandes plantaciones industriales, principalmente de eucaliptos, aduciendo que plantan “bosques”. Lo que hacen, en realidad, es provocar una degradación de la tierra nunca antes vista.
No podemos permanecer sentados en nuestras casas electrificadas, tomando el agua que nos llega por cañerías, y exigir que haya sólo protección ambiental y nada de desarrollo. Es un hecho que se necesita “desarrollo”, “crecimiento” y oportunidades para todos. Pero advertimos que las plantaciones de árboles, en todas partes del mundo, han demostrado tener impactos que es necesario considerar y debatir en toda su extensión, con la plena participación de las personas que se verán afectadas por los cambios en el uso de su medio ambiente.
Existen alternativas de desarrollo que deben ser evaluadas, y que podrían ser mucho más beneficiosas para la gente y la tierra. Modelos de agricultura orgánica que proveen más empleos, seguridad alimentaria y resistencia al cambio climático. Modelos agrícolas que no requieren degradar cientos de miles de hectáreas, sino que pueden ser aplicados en áreas mucho menores y seguir siendo económicamente viables. Modelos de uso de la tierra que tienen el potencial de producir más valor agregado, procesamiento y generación de empleos.
Lo ideal sería dejar más tierras en estado “semisalvaje” – aunque utilizándolas – para mantener los numerosos servicios que la naturaleza presta. Así, Mozambique seguirá siendo un paraíso, uno de los pocos lugares del mundo donde la noche puede ser realmente silenciosa y donde las estrellas verdaderamente resplandecen.
By Philip Owen, Geasphere , e-mail: owen@soft.co.za , http://www.geasphere.co.za