Sicilia Snal (25) es una mujer Garo de la aldea Sataria, ubicada en el bosque de shorea de planicie [árbol Shorea robusta, sal] de Modhupur. Es una parcela de bosque de apenas 25.000 hectáreas y, sin embargo, es el tercero entre los más grandes de Bangladesh, un país que tiene uno de los niveles de cobertura forestal per cápita más bajos del mundo. Rutinariamente, Sicilia debe recorrer el bosque cercano para recolectar leña. Este es un derecho tradicional del que tanto ella como los demás aldeanos han gozado siempre.
Hoy en día este bosque nativo histórico ha perdido todo excepto su nombre. Se redujo a menos del diez por ciento de su tamaño original. Esto ha convertido en un desafío la vida de los Garos que aún intentan aferrarse al bosque. Muchos fueron asesinados, torturados, encarcelados bajo falsas acusaciones; las mujeres fueron violadas y obligadas a emigrar a las ciudades para transformarse en trabajadoras industriales, esteticistas, empleadas domésticas, etc.
Contando con poca educación formal en su remota aldea, Sicilia complementa los ingresos de su familia trabajando como jornalera. Una carga adicional sobre ella es que en los bosques donde recolectaba madera para combustible sólo quedan meros arbustos.
Su vida cambió drásticamente el 21 de agosto de 2006. Temprano en la mañana de ese día fue a recolectar madera como de costumbre. En su camino de regreso a casa, ella y otra mujer Garo bajaron su carga para descansar por un momento. De repente, para su gran sorpresa, un guardia forestal les disparó por detrás con un arma. Sicilia fue herida. Más de cien perdigones entraron en su cuerpo; algunos penetraron en la vesícula biliar y los riñones. Cayó inconsciente. En una escuela de medicina de la aldea más cercana [Mymensingh] le practicaron cirugía y le extirparon la vesícula.
Quedaron algunos perdigones en sus riñones que sólo pudieron ser extraídos luego que diera a luz a su tercer hijo. Con un centenar de perdigones en su espalda y sus manos, ya no puede hacer ningún trabajo pesado. Como en otros casos, ella no obtuvo justicia en la corte. Su caso se agrega a otros miles de casos que siguen pendientes en el tribunal local.
Bihen Nokrek (35) de Joynagachha, otra aldea del bosque, fue muerto a balazos por guardias del Departamento Forestal (DF) en la madrugada del 10 de abril de 1996. Una comisión judicial investigadora compuesta por una sola persona - un magistrado de la corte local - sólo produjo un informe final que, según una fuente del Departamento, decía que los disparos [que mataron a Bihen] habían sido justificados. Bihen Nokrek dejó una esposa y seis hijos que languidecen en la pobreza y en la inseguridad.
En 1992, Renu Nekola, una mujer Garo de la aldea Kakraguni, ubicada en la misma zona, pasó más de un mes y medio en prisión por “dañar los bosques”. Según Nekola, fue arrestada mientras recolectaba leña, el 12 de diciembre de 1991. Nekola, con una pequeña hacha en mano, fue apresada y acusada de cortar un árbol en pie. El magistrado de una corte local la condenó a un mes de prisión, pero cuando recibió el veredicto conforme a la ley forestal ya hacía un mes y veintitrés días que estaba presa.
Sicilia Snal, Bihen Nokrek y Renu Nekola son descendientes de una tribu Garo matrilineal, que se estableció en este bosque siglos atrás. Dicha tribu hizo un largo viaje desde el Tíbet. La mayoría de los Garo vive en el estado indio de Meghalaya. Hubo un tiempo en que el bosque era denso y lleno de vida. La gente cultivaba de todo. Por siglos practicaron el cultivo de tala y quema también en las tierras altas, conocidas localmente como Chala.
En la sociedad matrilineal Garo, las mujeres tienen propiedades, hacen todo, pueden elegir marido con independencia y se las ve en todas partes haciendo todo tipo de trabajo pesado, en los campos y los hogares, con total libertad, en marcado contraste con las mujeres de la sociedad musulmana mayoritaria. Mientras en la sociedad musulmana las mujeres están sometidas a diversas restricciones, las mujeres Garo son iguales a los hombres. Fuman tabaco y beben con sus hombres. No se enojan mucho si algunos incluso cometen adulterio. Las ofensas pueden ser resueltas pacíficamente a cambio de unos pocos puercos que toda la aldea consume en un ambiente de fiesta. Se trata de un pueblo hermoso, con una hermosa mentalidad, que crece en el bosque. Esta imagen no se repite en la mayoría de las aldeas bengalíes.
Estos hijos de los bosques, que una vez vivieron una vida pacífica en las aldeas forestales, hoy están expuestos al mundo exterior debido a la rápida desaparición del bosque. En los últimos tiempos, la causa principal de la dramática pérdida de bosques nativos en Modhupur y en otros lugares, es el monocultivo de árboles exóticos como el eucalipto y la acacia, financiado por el Banco Asiático de Desarrollo (BAD) y el Banco Mundial. Dichas plantaciones de rotación corta tienen efectos graves y multiplicadores. Últimamente, algunos forasteros han iniciado plantaciones comerciales de enorme escala, de bananas y ananás, entre otras cosas.
Sin los bosques, la vida de las mujeres Garo en particular se ha vuelto dura y riesgosa. La madera para combustible y los alimentos, que las mujeres siempre recolectaron en el bosque, se han vuelto escasos. Todavía van al bosque, que ha quedado reducido a un mero monte bajo, pero deben enfrentarse a “pistoleros y pistolas”. Los guardias armados del Departamento Forestal, los militares a veces, los grupos de bandidos del bosque y los comerciantes de fuera – todos juntos – causan dificultades insuperables para las mujeres Garo en particular. Sicilia Snal y Renu Nekola son sólo dos de miles de mujeres que enfrentan disparos, violaciones y otros tipos de acoso en su vida cotidiana en los bosques.
La grave deforestación, las plantaciones y la invasión de forasteros en las aldeas del bosque obligan a las mujeres Garo a emigrar a las ciudades. Un hecho sorprendente sobre las mujeres Garo en la capital Dhaka es que si uno visita cualquier salón de belleza [femenino], verá chicas Garo trabajando tranquilas y sonrientes. También se las encuentra en centros de fisioterapia. Son las que cuentan con mayor confianza de los extranjeros para trabajar en sus casas como empleadas domésticas. Unos pocos miles de chicas y mujeres Garo, desarraigadas de su tierra y su bosque, hacen una diferencia llamativa en la capital. Son mujeres excepcionales con valores muy diferentes. Los tipos de trabajo que “contaminan” a otras mujeres de sociedades patriarcales no provocan “contaminación” alguna en ellas. Su psique las iguala verdaderamente a los hombres. Por eso, donde sea que estén, ellas son las hacedoras del cambio.
Las mujeres Garo llevan de vuelta a sus aldeas los ingresos que logran en la ciudad. El bosque ha desaparecido de los alrededores de la mayoría de sus pueblos, pero ellas permanecen firmes y enseñan a las personas de otras sociedades las lecciones que necesitan aprender. Sonríen frente a cualquier contratiempo que enfrenten. No tienen títulos de propiedad sobre la tierra donde construyen sus casas en la aldea, pero son quienes guardan las semillas del bosque. Llegado el caso, si estuviera en sus manos, el bosque podría volver a florecer.
Philip Gain, Society for Environment and Human Development (SEHD), Bangladesh, correo electrónico: sehd@citech.net.