Introducción
Las comunidades boscosas intermareales denominadas manglares, típicas de las regiones litorales tropicales y subtropicales, cubren gran parte de las costas de África y han tenido siempre un importante papel ecológico, económico y sociocultural en la vida de las comunidades costeras del continente. Este artículo presenta un panorama de la situación actual de los manglares de África, que incluye su distribución, su diversidad biológica, los peligros que corren y las fallas de las principales medidas para su conservación. Asimismo, presenta recomendaciones para enfrentar las amenazas crecientes, ocuparse de temas como el uso sostenible y restaurar estos ecosistemas.
Extensión y distribución
Los manglares del continente africano cubren más de 3,2 millones de hectáreas, que equivalen al 19% del total mundial. Se distribuyen en tres sectores principales: el litoral atlántico occidental (1.500.000 ha, 49%), el litoral atlántico central (400.000 ha, 14%) y el litoral del Océano Índico (1.200.000 ha, 37%). En el litoral atlántico occidental, los manglares se extienden desde Mauritania hasta Senegal (delta del Saloum, Casamance du Sud), bordeando Guinea-Bissau y el sur de Guinea; en el Golfo de Guinea, se extienden desde las costas de Liberia hasta las de Angola. Nigeria posee los manglares más extensos de toda África, ubicados en el delta del Níger, donde cubren 800.000 ha y cumplen la función irremplazable de mantener la rica fauna de la región. En África Oriental, los manglares bordean las costas de Somalia, Kenya, las islas Seychelles, Tanzania, Madagascar, Mozambique y Sudáfrica. El clima de esas regiones es mayormente húmedo y tropical, pero se vuelve más templado en Angola y Sudáfrica. La composición de los manglares africanos varía un poco en su distribución fitogeográfica. En África Occidental y en África Central, se encuentran tres familias de mangles que incluyen seis especies: Avicenniaceae (Avicennia germinans o mangle blanco), Combretaceae (Laguncularia racemosa y Conocarpus erectus), y Rhizophoraceae (Rhizophora harisonii, R. mangle y R. racemosa, los llamados mangles rojos). R. racemosa, con sus largos vástagos rectos, domina en la región y forma bosques puros, principalmente en los estuarios de las regiones intermareales. R. harrisonii y R. mangle son respectivamente un pequeño árbol y un arbusto. En África Oriental hay diez especies de mangles; las principales son Rhizophora mucronata, Ceriops tagal y Avicennia marina (Semesi, 1998), que ocupan un total de 1.100.000 ha (Spalding et al., 1997).
Diversidad biológica
Los manglares africanos son muy diversos, tanto desde el punto de vista morfológico como en lo referente a su flora y fauna. Hay en África 17 especies de mangles, de los cuales sólo ocho existen en las costas de África Central y Occidental y nueve en el litoral oriental del continente. En el centro y el oeste, las especies exclusivas son Rhizophora racemosa, Rhizophora harrisonii, Rhizophora mangle; Avicennia germinans; Lagunculacia, Conocarpus erectus, el helecho Acrostichum aureum y la palmera introducida Nypa fucticans (Arecaceae). En las costas occidentales, las especies exclusivas son Avicennia marina, Avicennia officinalis, Bruguiera gymnorrhiza, Ceriops tagal, Heritiera littoralis, Lumnitzera racemosa, Rhizophora mucronata, Sonneratia alba y Xylocarpus granatum. También la composición de la fauna es muy diversa: mamíferos (monos, antílopes, manatíes), moluscos (bivalvos, ostras), crustáceos, peces, reptiles y aves principalmente acuáticas.
Usos principales
Los manglares son muy importantes por múltiples razones: desde el punto de vista biológico, poseen una gran diversidad de fauna y más del 80% de los peces de uso comercial y otras especies acuáticas cumplen en ellos la mayor parte de su ciclo vital; desde el punto de vista ecológico, tienen un papel crucial en la fertilización, la estabilización, la filtración, la regulación del microclima y el mantenimiento de la cadena alimentaria, y como zona de desove de numerosas especies de peces e invertebrados; desde el punto de vista económico, proveen una variada gama de productos madereros y no madereros que son la base de la economía rural, y poseen un gran potencial ecoturístico.
Peligros
A pesar de esas características y de la importancia de este frágil ecosistema, los manglares de África han estado sometidos a enormes presiones durante las últimas décadas, a tal punto que, en 25 años, desaparecieron entre el 20 y el 30% de los manglares de África central y oriental. Esto se debió a varios factores, principalmente a la urbanización, al desarrollo de infraestructuras urbanas, a la explotación de canteras de sal y arena, a la contaminación de las industrias, de los agroquímicos industriales y de la explotación de petróleo y gas, a la ausencia de leyes apropiadas, al desmonte para el ahumado de pescado (Ajonina y Usongo, 2001; Ajonina et al., 2005), a la proliferación de especies invasoras y a las consecuencias del cambio climático, acentuados por el crecimiento demográfico. Dichos factores son regionales, de origen natural y de origen humano. En las costas occidentales de Mauritania, los peligros son de origen natural y se derivan de la sequía y de la penetración de sal. En el Golfo de Guinea, desde Liberia hasta Angola, los manglares sufren el impacto de la extracción de leña para el ahumado de pescado y de madera de construcción; además, la prospección y la explotación costeras de petróleo y gas los amenaza cada vez más.
La cría de camarones practicada en el sudeste asiático está llegando ahora al África occidental, que se ve amenazada por la proliferación de esta industria.
En África occidental, las causas subyacentes de la degradación de los manglares están ligadas a la presión demográfica, el mal gobierno, la presión económica de los centros urbanos y rurales, la pobreza de las comunidades locales y la desigual distribución de los recursos. Además, los manglares de Kenia, Tanzania y Mozambique se han visto afectados por factores asociados al cambio climático, como la elevación del nivel del mar y el aumento de la sedimentación (FAO, 2005). Esto ha provocado escasez de leña y de materiales de construcción, disminución de la pesca, aceleración de la erosión costera, pérdida de medios de vida y agravación de la pobreza (Abuodha y Kairo, 2001). Según una reciente evaluación de los manglares del mundo, el este de África perdió cerca del 8% de sus manglares durante los últimos 25 años, lo cual equivale en promedio a unas 3.000 ha por año (FAO, 2005).
Consecuencias generales de estos peligros
El ritmo actual de degradación de los manglares representa un grave peligro para estos frágiles ecosistemas y disminuye su capacidad de amortiguar los efectos del cambio climático. Las marejadas, inundaciones y catástrofes naturales ocurridas durante los últimos años en las zonas costeras son prueba de un aumento de vulnerabilidad mayormente atribuible a la presión humana. Si bien algunos gobiernos de la región adoptaron diversas políticas para conservar la diversidad biológica, la conservación de los manglares no ha sido aún objeto de medidas apropiadas. El equilibrio entre las necesidades de las poblaciones costeras y el potencial ecológico de los manglares que quedan debería ser objeto de mayor interés, ecológico y económico, a nivel nacional e internacional, y concitar la concertación de esfuerzos para salvar los manglares de África.
Las consecuencias del ritmo actual de degradación de los manglares son enormes, dado que son una fuerte amenaza para estos ecosistemas y que reducen su capacidad de mitigar los efectos del cambio climático. Las marejadas, inundaciones y catástrofes naturales ocurridas durante los últimos años en las zonas costeras son prueba de un aumento de vulnerabilidad mayormente atribuible a la presión humana.
Medidas de conservación
Han habido numerosos esfuerzos, por parte de diversos actores, para salvar los manglares de una destrucción aún mayor: los gobiernos han aprobado leyes y firmado convenios internacionales, como el Convenio sobre el Cambio Climático, la Convención sobre Diversidad Biológica, el Convenio sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas, el Convenio sobre la Capa de Ozono y el Convenio de Ramsar sobre la Conservación de Humedales. Muchos gobiernos han elaborado planes de acción nacionales para la implementación de dichos convenios internacionales, incluyendo los manglares dentro de las áreas protegidas, al punto que entre 18 y 22% de ellos están ahora protegidos en África oriental y central (Tabla 1). Pero, a pesar de ello, las políticas, leyes y medidas institucionales para la protección de los manglares siguen siendo insuficientes. Estos ecosistemas suelen ser definidos de manera marginal y ubicados en la órbita de múltiples instituciones cuyas funciones pueden ser contradictorias. En Camerún, por ejemplo, los manglares dependen de varios ministerios: el de Bosques y Fauna, el de Medio Ambiente y Protección de la Naturaleza, el de Turismo, el de Pesca e Industrias Animales. Las organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales también han contribuido a su conservación con diversos proyectos y programas referentes a la diversidad biológica, el manejo sostenible de los recursos naturales y la disminución de la pobreza. La Red Africana para la Protección de los Manglares (African Mangrove Network), compuesta por organizaciones de la sociedad civil y con representación en varios países (Red para la Conservación de los Manglares de Camerún, Sociedad para la Conservación del Manglar de Nigeria, Centro Kwetu en Kenya, FACE en Liberia, AGRETAGE en Guinea y WAAME en Senegal, sede de la secretaría) ha cumplido una función importante en la protección de los manglares. La mayoría de las actividades de la red contaron con la ayuda financiera de la UICN NL (Países Bajos) y del SSNC (Suecia) para la implementación de programas que van desde la regeneración de los manglares hasta la promoción de oportunidades para la generación de ingresos y la elaboración de planes de manejo en diversos países.
Conclusión y perspectivas
El mantenimiento del equilibrio entre las necesidades de las comunidades ribereñas y las potencialidades ecológicas de los manglares que quedan está despertando un nuevo interés de tipo ecológico o económico, a nivel nacional e internacional, hacia los pantanos de mangle africanos, a través de esfuerzos concertados. Estas iniciativas son aún insuficientes, pero hay una búsqueda incesante de nuevas estrategias orientadas de manejo sostenible de estos ecosistemas raros y frágiles, degradados al punto de correr peligro de extinción, pero tan importantes desde el punto de vista biológico, ecológico y económico. Las organizaciones de la sociedad civil, asociaciones y organizaciones comunitarias, cumplen una función complementaria nada despreciable. La participación del sector privado, que tiene hoy un papel pasivo, se volverá más importante. También tiene gran importancia la investigación científica, de donde puede provenir la información indispensable para el manejo sostenible. Esta investigación debería dejar de ser exclusivamente descriptiva y proveer más información cuantitativa sobre el estado de los recursos, la dinámica demográfica y la resistencia a los factores de origen humano o natural, para poder establecer los límites de la explotación sostenible. Se necesita cooperación en todos los niveles, y para evitar una mayor destrucción de nuestros manglares debemos actuar ya mismo. Unámonos entonces para salvar los manglares de África.
Por: Gordon Ajonina (1), Abdoulaye Diamé (2) y James Kairo (3)
(1) Coordinador Nacional, Red Camerunesa para la Conservación del Ecosistema de Manglar, CC 54, Mouanko, Provincia del Litoral, Camerún, gnajonina@hotmail.com.
(2) Secretario Ejecutivo de la Red Africana para la Conservación del Manglar, CC 26352, Dakar, Senegal, África Occidental, abdoulayediame@yahoo.com.
(3) Servicio de Información sobre el Sistema de Manglar, Instituto de Investigaciones Marinas y Pesqueras de Kenya, gkairo@yahoo.com.
Bibliografía
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Ajonina, P.U., Ajonina, G.N., Jin, E. Mekongo, F., Ayissi, I. y Usongo, L., 2005. Gender roles and economics of exploitation, processing and marketing of bivalves and impacts on forest resources in the Douala-Edaa Wildlife Reserve, Cameroon.
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