En Papúa Nueva Guinea se han talado extensas superficies de bosques tropicales para plantar monocultivos de palma aceitera para la exportación, en el marco del Programa de Pequeños Propietarios de Fincas Núcleo [núcleo se refiere a la plantación de carácter industrial]”. Esto significa que una empresa principal con sus propias plantaciones contrata también pequeños agricultores para que le suministren el fruto de la palma aceitera. La estructura del referido programa y la naturaleza misma de la palma aceitera están planteando serias inquietudes en la sociedad civil.
La mayoría de los impactos sociales y ambientales de las plantaciones de palma aceitera han sido bien documentados (véanse los boletines Nº 104, 86 y 74 del WRM). Sin embargo, un aspecto que ha recibido poca atención es que las plantaciones de palma aceitera tienen impactos diferenciados de género.
Por ejemplo, las empresas de palma aceitera solamente pagan a los hombres, aunque las mujeres e incluso familias enteras también trabajan en la cosecha del fruto de la palmera. Esto quiere decir que los hombres pueden gastar el dinero recibido del modo que mejor les parezca, mientras que las mujeres se quedan sin paga. Además el hecho de que las mujeres trabajen muchas horas a cambio de muy poco en tareas agotadoras en las plantaciones significa que al final del día están demasiado cansadas para cumplir adecudamente con la carga adicional de cocinar y ocuparse de los niños.
El cultivo, la recolección y la caza de los alimentos son una parte importante de la cultura papúa. Las mujeres venden los productos en los mercados de las aldeas, obteniendo así un ingreso. Al mismo tiempo esta actividad brinda la valiosa oportunidad de relacionarse con otras aldeanas. Cuando las tierras consuetudinarias se convierten a plantaciones de palma aceitera se pierden muchas de estas antiguas tradiciones y las mujeres se encuentran sin ingreso y sin la oportunidad de relacionarse socialmente.
Preocupadas por los cambios que la palma aceitera está generando en sus comunidades y la contaminación de las plantas de palma aceitera que afectan sus ríos y la salud de sus hijos, varias mujeres locales crearon la Asociación de Mujeres Sorovi. El objetivo de la Asociación es que las mujeres se reúnan para discutir estos asuntos y encontrarles soluciones prácticas.
Entre las actividades de la Asociación se cuentan la capacitación en cuanto a los impactos sociales y ambientales que resultan de las plantaciones de palma aceitera y el procesamiento del aceite de palma. Al mismo tiempo, la Asociación también trabaja para ayudar a las mujeres a llevar a cabo pequeños emprendimientos generadores de ingresos de modo de reducir su dependencia del cultivo de palma como forma de ganarse la vida y llevar el sustento a sus familias.
No hay necesidad de convencer a la población local del valor de sus recursos naturales: dependen de ellos cada día para su supervivencia. Necesitan tierra para sus huertos en la selva, que siguen cubriendo las necesidades alimentarias diarias de la mayoría del pueblo papúa. Necesitan acceder a los bosques para poder recoger leña y madera para construir casas y canoas. Dependen de que los ríos estén sanos para beber, cocinar y bañarse. En Papúa Nueva Guinea existe el dicho ‘Graun Em Laip’: ¡la tierra es vida! ¡Mientras tengas tierra y bosques siempre tendrás un techo sobre tu cabeza y nunca pasarás hambre! Desgraciadamente, las plantaciones de palma aceitera tienen impactos negativos sobre todos estos aspectos y las que más sufren son las mujeres.
Artículo basado en información de: Australian Conservation Foundation, http://www.acfonline.org.au/default.asp?section_id=96, "Anatomy of a Campaign", por Andrea Babon, http://www.acfonline.org.au/uploads/res_Habitat_AP_3.pdf