Mujeres del Sur de Asia que trabajan en varias áreas como la salud, la nutrición, la subsistencia y el medio ambiente se reunieron en Dhaka, Bangladesh, el 2 y el 3 de julio de 2011, para la Tercera Conferencia Anual de la SWAN (Red de Mujeres del Sur de Asia), que estuvo dedicada al tema “Las mujeres del Sur de Asia y la Economía Verde”.
En su declaración final, la SWAN concluye que el concepto emergente de Economía Verde debería significar “un sistema económico que logre la justicia social y la equidad, que proteja el equilibrio ecológico y que genere autosuficiencia económica. Esa Economía Verde debería reemplazar el orden económico actual, basado en la inequidad, la destrucción ambiental y la codicia, el cual ha mantenido a casi la mitad de la población del mundo en la pobreza y ha llevado al planeta al borde de la catástrofe ambiental, debido al cambio climático. La idea central de una Economía Verde debe ser la mitigación de la pobreza, la sustentabilidad ambiental por medio del mantenimiento de la biodiversidad, y el bienestar de todas las personas.
El Sur de Asia es una de las regiones más ricas en diversidad biológica y cultural, pero dicha diversidad está amenazada por los monocultivos impuestos a través de la Revolución Verde y de la manipulación genética. Se obliga a nuestros pueblos a adoptar dichas tecnologías erróneas y no sustentables, que los llevan a endeudarse y a empobrecerse cada vez más profundamente. Nuestro rico patrimonio de biodiversidad y de conocimientos está siendo pirateado y patentado, privando a nuestra gente de los beneficios de sus propios recursos y su bagaje de conocimientos. Cuando las crisis ambientales nos obligan a migrar hacia las ciudades, también experimentamos la pérdida de nuestros medios de vida debido a que no tenemos acceso al espacio citadino, a los materiales y a las nuevas formas de gestión urbana. Nuestros cuerpos se impregnan de productos tóxicos que provienen del consumo insustentable de otros. El derecho al desarrollo sustentable debería ser inalienable. Esto es vital para la emancipación de las mujeres y para preservar nuestro planeta para las generaciones futuras.”
La Declaración de Dhaka expresa el punto de vista de las mujeres: “Nuestras economías locales siempre han estado en armonía con la naturaleza. Hemos usado los recursos con prudencia, y los hemos compartido equitativamente. SWAN opina que los agricultores y agricultoras, y artesanos y artesanas del mundo siempre han trabajado en armonía con las estaciones y la naturaleza. Una artesana es portadora de la sabiduría de generaciones que no saquearon el planeta para ganar dinero. Está profundamente comprometida a cuidar del mundo natural para ganar su vida de manera sustentable. Las únicas materias primas necesarias para dar empleo a millones de personas son un ambiente sano y próspero, con bosques frondosos, praderas silvestres, agua limpia y laderas intactas. La dignidad y la creatividad del trabajo manual contribuyen en mucho a la existencia de economías rurales sólidas. Este trabajo de las mujeres de todo el Sur de Asia debe ser reconocido por todos aquellos que quieren construir un mundo ecológicamente equilibrado, inclusivo y verdaderamente integrado.
Hoy, quienes crearon la crisis ecológica hablan de Economía Verde. Para ellos, la Economía Verde consiste en apropiarse, para su propio provecho, de los recursos que restan en el planeta, de las semillas, la biodiversidad, la tierra y el agua, así como de nuestras técnicas y de los servicios ambientales que prestamos.
Para nosotras, la privatización y la mercantilización de la naturaleza, de sus especies, de sus ecosistemas y de los servicios de estos últimos, no pueden formar parte de una Economía Verde, porque tal enfoque no tiene en cuenta nuestras tradiciones. Los recursos de la Tierra existen para el bienestar de todas y todos, y no para beneficio de una minoría.
La distribución equitativa y el uso sustentable de nuestros recursos vitales para subsistir y satisfacer las necesidades básicas, son el núcleo de nuestro concepto de Economía Verde. Nuestro rico conocimiento de la biodiversidad, nuestra agricultura ecológicamente sustentable y nuestras técnicas artesanales no utilizan combustibles fósiles ni productos tóxicos. Generan medios de vida creativos y dignos, que son la base de la mitigación de la pobreza. Estamos decididas a fortalecer esas tradiciones generadoras de vida.
Es de vital importancia divulgar estos temas a través de los medios y del proceso educativo dirigido a la juventud y la infancia. Para que todos los segmentos sociales puedan elegir con fundamento, es indispensable que tengan información sobre la Economía Verde y sobre la importancia de sus impactos. Dada la inconstancia de los medios, SWAN aconseja servirse de nuevas herramientas, como las redes sociales, para asistir y ayudar a las mujeres del Sur de Asia en su lucha por lograr una Economía Verde para un desarrollo sustentable.
Nuestras Economías Verdes son diversas y descentralizadas; por eso, son el camino a seguir para lograr la autonomía de todos y todas. Las mujeres tienen un gran bagaje de conocimientos y proveen la base cultural para crear y construir economías que acrecienten el bienestar y la felicidad, la alegría y la belleza, la sustentabilidad y la equidad. Es a partir de nuestra región del Sur de Asia que el concepto de Felicidad Interior Bruta se ha esparcido por el mundo. Profundizaremos dicho concepto y haremos de él la base de la Economía Verde.”
En momentos en que el tema de la Economía Verde está ganando terreno en los foros regionales y multilaterales, es crucial defender su verdadero significado y, para lograrlo, la voz de las mujeres debe resonar con fuerza.
Artículo basado en la Declaración de Dhaka: Posición de SWAN (South Asia Women’s Network) sobre una Economía Verde emergente; enviado por Vandana Shiva.